El bosque

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Bajé las escaleras algo apresurado, me dirigía al paradero de buses que estaba a una pocas cuadras de donde estudiaba; mientras caminaba la niebla iba cubriendo todos los rincones de la ciudad, el escenario se tornó lúgubre, la niebla era tétricamente densa, tanto que solo podía ver un par de metros más allá de mis manos. No veía algo similar desde mi infancia.

Crecí en un pequeño pueblo alejado de la ciudad, en las faldas de una enorme montaña, a las riveras de un caudaloso río, que en días lluviosos, amenazaba con arrasar aquel pequeño poblado; en ese lugar era común que cada mañana, antes de salir el sol, la neblina cubriera casi completamente el cielo, dándole un aspecto invernal, aun en el estío más férvido.

Habían pasado ya algunos minutos y empezaba a impacientarme, el viento corría con una brisa congelante, la niebla oscurecía cada vez más el lugar. Que buen momento para no llevar puesto algún suéter, la mañana de aquel día había sido muy calurosa incluso sofocante y pues a pesar de que era invierno, no creí que el clima daría un giro tan drástico. Mientras intentaba calentar mis manos metiéndolas en los bolsillos del pantalón, imaginaba una taza de chocolate caliente al costado de la chimenea, cosa que solo había visto en algunas películas y en aquel pueblo donde crecí.

Los inviernos en aquel lugar eran gélidos, las montañas se cubrían totalmente de nieve, los riachuelos, casi congelados, dejaban ver algunos peces atrapados en pequeñas cámaras de agua cubiertas por el hielo, los árboles y los campos con un hermoso tono blanco, junto a los animales del bosque, completaban el paisaje.

El estanque en el patio trasero de la casa de mis abuelos, congelado completamente, se convertía en campo de batalla de guerras nórdicas libradas por los "guardianes del empíreo", los más valientes guerreros, y los "espectros del averno", las más temibles criaturas, representadas por niños de 8 años, claro está; y en algunas ocasiones en una "pista de patinaje" para mi hermana y sus amigas.

Pasaron algunos minutos más, el bus no daba señales de estar cerca, ciertamente esto era algo inusual, pero le resté importancia.

El frio aumentaba, el bus no aparecía, entonces pensé que sería mejor caminar un poco. Mientras caminaba el frio se hacía insoportable, la respiración se me dificultaba, las manos seguían heladas, las piernas empezaban a acalambrarse, el rostro lo tenía adormecido, aquella sensación era desesperante; mientras intentaba ignorar lo que a mi alrededor estaba sucediendo llegaron a mi mente algunos recuerdos, de aquella vez, cuando tenía no más de 10 años, en que estuvimos al borde de la hipotermia.

Fue un día muy similar al de hoy, el invierno poco a poco se estaba esparciendo por toda la región, aquel día el sol con calor urente iluminaba el cielo, no se divisaba alguna nube; como muchas de aquellas tardes salimos a jugar con algunos amigos.

Por aquella región abundaban inmensos campos verdes, cercados por bosques de igual color y belleza, eran las 2 de la tarde aproximadamente, aunque no teníamos algún reloj, lo sabíamos por la posición del sol en el cielo o por la sombra de los rayos que este proyectaba sobre una montaña.

Aquella tarde éramos "soldados" de una institución militar secreta, que se encargaban de perseguir, capturar y desarticular grupos terroristas. Nos dividimos en dos grupos, yo era un soldado, junto a otros 5 amigos, el otro grupo, el de terroristas, constaba también de 6 integrantes. Quienes se adentraron en el bosque, mientras mis camaradas y yo, tramábamos "estrategias" para apresarlos.

Dio inicio la persecución y corrimos hacia el bosque; como un soldado con entrenamiento secreto, había que pasar desapercibido, así que el grupo se dividió y lentamente nos adentramos más y más, pasaban las horas, el juego parecía no tener fin, el bosque era enorme con "infinitos" lugares donde poder esconderse, a pesar de ello fuimos capturando uno a uno a los supuestos terroristas. Solo quedaba un fugitivo, siguiendo el plan todos fuimos tras él. Llegamos hasta una cascada dantesca, nunca la había visto o escuchado, eso era raro, considerando que muy a menudo jugábamos en aquel bosque.

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