1. Orígenes

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Un estallido me despertó, y de forma casi inmediata yo y, mis tres hermanos salimos fueran de la granja, para divisar el origen del alboroto. Entonces miramos con temor como cientos de naves de la Guardia Imperial, se movilizaban a gran velocidad, más allá de nuestros cultivos, más allá del alcance de nuestros ojos. Entonces nuevamente un estallido ahora más potente que el anterior hizo, retumbar la tierra.

Uno de mis hermanos sube hasta, lo alto de nuestro molino con nosotros tres, siguiéndole en busca de respuestas. Ya en la cima nuestras sospechas, son disipadas dejando paso a un silencio desalentador. Pues desde nuestra posición, divisamos la destrucción de la ciudad más cercana a nuestra granja, misma a la que habíamos asistido cada temporada de cosecha, para comerciar nuestro trigo. Misma que ahora se encontraba siendo reducida a cenizas. Y si no fuera suficientemente malo que la ciudad, más desarrollada en nuestro sector, se encuentre cayendo en desgracia las alarmas de defensa planetaria, comienzan a ser emitidas lo que solo nos presagia un solo futuro la caída y muerte de nuestro mundo.

- Hoy morirá el planeta ¿verdad? - Cuestiona Philipp el menor de mis hermanos, quien no paraba, de temblar gracias al temor que le producía la situación actual.

- No, claro que no hermano. El Emperador jamás, dejaría desamparados a sus fieles ya veras como el señor de la humanidad, nos proveerá una forma de salir de este apuro - Consuela Célica nuestra hermana mayor, quien se había hecho cargo de nosotros, desde que nuestro padre partió para formar parte de la Guardia Imperial. Aunque su temor también era notorio en su rostro.

- Pero no podemos quedarnos aquí. Sea lo que sea, lo que ataco la ciudadela vendrá por nosotros después, por suerte padre me enseño algo de mecánica antes de que fuera a luchar en nombre de El Emperador, y bueno es algo rudimentario, pero puede llevarnos lejos de aquí - Dice el hermano Krone, quien es un año menor a Célica pero tres años mayor que yo quien, sin esperar un solo instante, lleva nuestros hermanos al sótano de la granja.

mientras que me desvió un poco, antes de bajar para poder ir y tomar la radio móvil que guardábamos, bajo el piso del comedor y ya de paso tome, una de las pocas fotos, en las que estábamos mis hermanos yo y nuestro padre. Y una vez tomé, dichos objetos fui donde mis hermanos, quienes me llamaban insistentemente, para partir de inmediato. Ellos ya me esperaban afuera de la granja con un vehículo, improvisado fabricado con piezas de diferentes vehículos. Dicha maquina era lo que el hermano Krone llamaba su más grande creación.

Lamentablemente, no había tiempo para escucharlo hablar sobre como la había formado, aquello que había puesto en jaque, a nuestro planeta se hizo presente a pocos metros de nosotros y acercándose. Pues para nuestro terror una horda de asquerosos, pieles verdes se precipitaban en nuestra dirección. Lo que nos hizo subir al inseguro, transporte para comenzar a avanzar en dirección contraria a los pieles verdes.

- ¡Enciende la radio hermano! ¡Algún canal debe estar trasmitiendo la ubicación de alguna nave de evacuación! - Grito el hermano Krone mientras, aceleraba a máxima velocidad, de aquel cacharro que expulsaba grandes holeadas de humo negro con cada vez, que este aceleraba.

- ¡En eso estoy! ¡Solo concéntrate en no estrellarnos! - Reclame mientras cambiaba, de canales en si éxito, mientras que Philipp se aferraba a mí, tratando de no llorar por el miedo que, que le generaba estar siendo perseguido por una horda de Orkos, ansiosos por una buena pelea. Pero, en los momentos en los que, la desesperación pareciera estar por devorarnos, el emperador mostro su infinita misericordia.

Pues en nuestro último intento, logramos captar la señal, de un Comisario que llamaba a todos en un área, de 3 kilómetros, a reunirse en el último bastión del planeta, el sector mercante donde se enviaban los cargamentos, de todas las cosechas para ser enviadas a ser procesadas y ser convertidas en las provisiones, que alimentarían a los ejércitos del Dios Emperador.

La CaídaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora