Extraño

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Hola, cuanto tiempo xd tengo tiempo sin publicar un fanfic IchiRuki, pero es que sería una lástima desperdiciar el evento y aún más este fanfic que vengo escribiendo desde 2019, así que perdonen que vuelva con otro fanfic (que ya está completamente maquetado y sólo es que supere las ñañaras que me da escribir jajaja).

Advertencia: Esta wea es rancia, te lo advierto. Si has leído mi Let it Burn, este es más "transgresor". O al menos, eso creo yo, seguro hay fanfics del ship mucho más fuertes pero a mí como me da cosa siquiera publicarlo me siento en la necesidad de advertir. Otra advertencia es que Ichigo y Rukia a ratos son medio inmaduros pese a su edad y hacen cosas medio estúpidas, pero es a favor de la trama. Gracioso porque yo escribí esto pensando en p0rn0, pero de algún modo acabó siendo un fanfic larguísimo.

En este fanfic ignoro vilmente la saga chistosa, así que si no la han visto bien por ustedes, no se comieron esa kgda como yo, pero si tuvieron el infortunio, aquí no pasó nada de eso. Si hay alguna inconsistencia con el canon, una disculpa, hace mucho vi Bleach y yo quería escribir algo horny.

Disclaimer: Bleach le pertenece a Tite Kubo, para bien o para mal jaja ptm

Sin más, ¡nos leemos al final!

Nidos

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Rukia trató de sentirse molesta cuando se dio cuenta de que había sido cruelmente despertada a propósito. Justo cuando estaba a punto de decirle al idiota de Ichigo, al que le daba la espalda, que él era quien tenía clases y no ella, y por lo tanto no tenía excusa para alejarla del hermoso mundo de los sueños, notó que su mano estaba en su seno, jugando con algo de premura con el pezón, que obviamente estaba reaccionando, endureciéndose ante su tacto.

Esto no era normal. No del todo.

—Ichigo—le regañó, no porque le resultará molesto, sino porque cada uno tenía sus propios compromisos que cumplir, sin mucho tiempo para un mañanero. Eso sumado a que esto era inusual, pues Ichigo solía "comportarse" por las mañanas.

Eso sumado a que anoche el sexo había sido tan intenso que le sorprendía que no se encontrara satisfecho. Aunque, bueno, llevaba unos días más... más cariñoso que de costumbre.

Gracias a los fosforescentes números rojos del reloj digital en la mesa de cama podía ver que ya era tarde, además de que había más luz solar de lo usual. Tenía que ponerse de pie, el papeleo no se iba a empezar a hacer solo. Trató de apartarse, pero, para poca sorpresa de Rukia, eso sólo sirvió para que Ichigo la apretara más contra él, y que, en consecuencia, su pene quedara entre sus nalgas.

Ni siquiera se iba a sonrojar a estas alturas, su erección era muy prominente, se sentía un poco más grande de lo normal, e incluso podía sentir que estaba ya húmedo por su líquido preseminal.

«Cabrón», no pudo evitar pensar cuando él se movió de tal manera que la carne palpitante estuviera entre sus piernas, buscando el modo de entrar en su intimidad que obviamente aún no estaba preparada, pero que no tardaría en estarlo por los roces.

Rukia apretó las sábanas, no importaba que tanto quisiera, porque ella siempre estaba deseosa de él. Ambos tenían trabajo que hacer.

—Hey, más vale que te detengas. Tienes que ir con el profesor Yoshinaga en 40 minutos— dejó salir un quejido al sentir que Ichigo empezó a besar su cuello—. No es justo. Te vas a ir y me vas a dejar con las ganas.

Cuando trató de alejarse de nuevo, le escuchó gruñir.

Rukia se quedó helada.

Ella conoce a Ichigo, tanto que a veces le daba miedo: Cada pequeño detalle imperceptible, cada gesto del que ni Ichigo era consciente, sus deseos más oscuros y sus temores más banales. Por eso sabía que ese gruñido definitivamente no era normal. No sonaba como el que hacía cuando algo le molestaba, ni como cuando por accidente acababa quemándose con el café, y si bien, quizá para alguien cuyo oído no fuera tan refinado como el de Rukia, habría podido pensar que era causado por el deseo que sentía justo en ese momento. Pero Rukia sabía marcar la diferencia. Era pequeña, pero allí estaba. Los gemidos de Ichigo estarían por siempre implantados en su memoria, desde los que lo hacían sonar vulnerable hasta aquellos que la hacían vibrar al sentir el poder en ellos.

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