|•[01-09-1800]•|Garher, un pequeño pueblo alejado de todo, de las guerras, de los asesinatos y de la trata injusta hacia los omegas, pero sobre todo alejado del poder que regia la iglesia sobre sus ciudadanos, y es que ni siquiera la palabra de un monarca era importante si la iglesia se oponía ante ello, para un pueblo la iglesia era su voz, y Dios la única figura a la cual alabar.
Primero de septiembre, ya comenzaba a sentirse la fresca brisa que traía el otoño consigo, las diversas flores de distintos colores fueron desapareciendo de a poco y los frondosos árboles de cerezo dejaron caer sus hojas al suelo, el paisaje ya no era colorido, parecía un pueblo abandonado, un lugar muerto, pero una mujer, aquella omega supo que todo mejoraría, que todo acabaría, porque él había vuelto a nacer, Jeon Jungkook había nacido de ella, y era su deber protegerlo con su vida, entre sus manos no solo cargaba a un bebé, no cargaba a su hijo, no, él era más que eso, entre sus brazos estaba sosteniendo la paz, la sanación y la esperanza de un mundo entero.
Apresurada la mujer rebuscó por toda la choza una cálida manta para así poder cubrir al bebé de la fría brisa que se colaba por las ventanas que eran cubiertas solamente por una manta rosa, el llanto del niño parecía ser insaciable lo cuál acabo al momento de amamantarlo, su corazón se detuvo ante
la tierna imagen del pequeño bebé agarrando con su manita su vestido.—¡Señor Choi! es Jungkook, ya ha nacido el pequeño.
Choi Jinhuul, el viejo anciano y líder de aquella aldea alzó la vista al notar como todos los omegas y alfas de la manada se encontraban allí, frente a su puerta para darle la noticia que tantos años llevaba esperando, la mejor noticia que recibía en mucho tiempo luego de haber logrado liberar a muchos omegas del duro régimen esclavista al que eran sometidos aún en otras regiones, pero al fin, Jeon Jungkook había nacido.
Con ayuda de dos jóvenes alfas se colocó de pie y agarró con su mano izquierda aquel bastón de madera que le ayudaba a caminar. No podría describir como fueron esos cortos minutos camino a aquella choza, tantas emociones para alguien tan mayor como era él, podrían jugarle en contra esos sentimientos, pero la euforia en su interior era tan grande como la de todos los que lo rodeaban esperando ver el que sería su salvación, la esperanza se había colocado nuevamente en ellos permitiéndoles imaginar una nueva vida, una mejor.
—Señor Choi—la mujer que sostenía al pequeño bebé entre sus brazos se acercó sonriente hacia el hombre mayor—es un inicio para nosotros, es un nuevo comienzo para el mundo.
—Jeon Jungkook, él no será bendecido por la iglesia —decretó con voz firme el viejo alfa, y todos no podían estar más de acuerdo con lo que él decía —nuestro pequeño será bendecido en las aguas benditas, bajo la luz de la luna, nuestra querida diosa luna.
—Me parece lo mejor, es lo ideal. Jungkook será nuestra luna.
La noche llegó en un abrir y cerrar de ojos, pues el nacimiento del pequeño trajo tanta alegría a la manada que entre risas y festejos las horas pasaron rápidamente, bajo la luz de las miles estrellas y la tenue luz que emitían sus antorchas todos los habitantes del pequeño Garher caminaban hacia el lago, aquel mágico lugar donde sería bendecido aquel cachorro.
—Señor Choi—la mujer dejó al pequeño bebé entre las temblorosas manos del anciano quien sintió una extraña pero agradable sensación en su interior, se sintió en paz.
Todos, alfas y omegas rodearon aquel pequeño y bello lago de cristalinas aguas, apagaron las luces de aquellas antorchas y sostuvieron sus manos al mismo tiempo que el alfa se adentaba en el agua con el cachorro entre sus manos, entonces acostó en el agua al bebé, sosteniendolo entre sus manos y su carita viendo directamente hacia la luna, su única diosa, su creadora.
—Jeon Jungkook, el comienzo, la esperanza y la destrucción de algunos. Querida Diosa Luna, protegelo, ilumina eternamente su camino y salvalo de cualquier mal. Jeon Jungkook ha vuelto a nacer, está vez salvalo, no permitas que aquella catástrofe vuelva a ocurrir, usted, nuestra querida Diosa.
Y por un corto lapso de tiempo todo se volvió oscuro, por un instante la única luz era la de sus ojitos, aquellos que se abrieron por primera vez luego de muchos años, aquellos que observaban el mundo como si fuese la primera vez, porque cuando la oscuridad bañara el mundo, Jeon Jungkook estaría allí para devolverles el brillo, porque en él nacía parte de la luna.
—¡Madre! ¿que está ocurriendo? ¿que es esa luz, a dónde fue la luna?
Preguntaba el pequeño cachorrito de tres años luego de que todo Aragem allá quedado sumido en total oscuridad.
—Eso, cariño, es el final de nuestro linaje.
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Behind the doors
FanfictionCuando las puertas de la sagrada iglesia se cierran no sabes lo que ocurre. Una nueva especie ha llegado a nuestro mundo, no es un alfa, pues su rostro y facciones son como los de un omega, pero tampoco es uno: piel blanca, facciones demasiado delic...