~Capítulo 2~

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Frío del comienzo.

Kraush, un apellido poco común. Quién iba a pensar que ese apellido significaría mucho para mí. Quién iba a creer que todo iba a cambiar, con un sólo apellido, una sola persona, un sólo chico. Núnca lo imaginé. Pero resulta ser que las cosas que menos esperas, son las que más rápido llegan, en un chasquido de dedos. Todo lo que creías que no iba a cambiar, da un vuelco drástico.

Siempre le he tenido miedo a la vida, a vivir sin algún sentido, pero lo bueno de todo este reguero de desiluciones, traiciones y pérdidas, es que hay una recompenza, una que solo los más fuertes logran obtener...

El sentido de vivir.

Todos se voltean a ver.

¿Cómo es posible tener tanta luz, tanta brillantez? Se preguntan las chicas al ver a los chicos perfectos ante sus ojos. Pués no es mentira, tantas cualidades de perfección son imposibles de no admirar. Pero, si nos ponemos a analizar, no podemos juzgar a un libro por su portada, puedes ser la persona mas hermosa y glamurosa, puedes tener el dinero que quieras, la inteligencia deseada, pero núnca vas a cambiar quien eres. Aunque lo entierres en lo profundo de todas esas cualidades que te hacen sentir superior, siempre se quedará impregnado en tu ser lo que eres de verdad, lo que quieres, y lo que amas, por mas que lo escondas, siempre llega el momento en el que sale a la luz. Ese es mi concepto, nadie es perfecto, nadie. Ni el mundo lo es.

Dos de los hermanos que al parecer son los mayores se desvían por otro pasillo, mientras que uno sigue el paso firme hasta donde estamos nosotros. Todas las chicas se les quedan mirando con admiración, deseo. Eso es lo único que veo en sus ojos.

-Ese es Wiler, no lo puedo creer, es él.-comenta una joven ansiosa.

-¿No que iba a estudiar en el extranjero?- dice otra en voz baja.

-¡No lo puedo creer, uno de los hermanos Kraush va a estudiar con nosotros!

Un tal Kraush, que apellido mas raro.

Alto, guapo, trigueño, ojos grices. Para muchas es demasiada perfección, y pues para otras algo sumamente inalcanzable.

-Bueno chicos, les deseo un gran primer día y mucha suerte.-dice la directora concluyendo su discurso.

Todos comienzan a aplaudir, sin siquiera saber que era lo que andaba diciendo, puesto que sus ojos estaban en una sola persona.

En un solo punto de vista.

En el de él

•••

(Aula 8, es aquí). Pensé mientras miraba el número que me habían esrito en el pequeño papel . Abro la puerta y entro.

Al parecer llego un poquito tarde, ya que todos estan incorporados en sus nuevos escritorios, y por supuesto, el profesor está al frente.

-Perdón...-digo nerviosa. Es que me perdí.

Ella solo rodea los ojos y me permite sentar. Solo había un asiento libre, así que voy hacía él. Sobre la silla había una mochila, por lo que miro al chico de al lado, para así pedirle que la quitara por mí, pero cuando lo ví mi cuerpo se quedó estático. Era él, el famoso príncipe Kraush.

Miro al rededor del aula, buscando que diosito me brindara una silla mas, solo una, pero bueno, parece que hoy tampoco estoy de suerte. Así que no, no es broma. Con el peso de la mirada de la profe -el cual me pone aún mas nerviosa- le pido al chico que retire su mochila, a lo cual el me ignora.

°•Decisiones•°.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora