Cap 3

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– Aaahgg... – Gimió Blitzø, andando vagamente por las calles de Imp city. Se dirigía hacia su cafetería favorita a por unos cafés para los demás en la oficina, y para ella por supuesto.

Su furgoneta estaba en el taller, por lo cuál tenía que recorrer andando hasta la otra punta de la ciudad. Lo cuál, como también pensaréis vosotros, le da pereza. Había cogido un camino más corto para llegar a la cafetería, es decir, un callejón. De esos que salen el las películas de terror, donde te aparece un tipo alto y vestido de negro ofreciéndote drogas, para secuestrarte o violarte.

En las películas, te sorprenden y asustan. Pero en el infierno es lo más normal. Y a Blitzø no le asustan ese tipo de mierdas, es decir, es un puto asesino. Vive cosas peligrosas todos los días, y un idiota emo e increíblemente tonto por las cantidades de drogas que toma, no la asusta.

Y ahí la tenemos, caminando por un callejón terroríficamente oscuro aunque sean las 18:20 de la tarde. Caminaba tranquilamente aún manteniéndose alerta, porque eso era el infierno, siempre tiene que estar alerta hasta en la hora de follar.

Una figura se hizo presente en la oscuridad, haciendo parar repentinamente a la Imp, agarrando rápidamente su arma y recargándola.

– ¿Que hace una damita como usted pasando por este sitio tan peligroso? – Hablo el demonio, con un marcado acento.

– Esto es el infierno, estúpido, prácticamente hasta cuando cagas es peligroso por si te sale una puta serpiente demoniaca del váter y decide tragarte todo el escroto. – Apuntó con su arma al tipo, quien desde los pocos metros de distancia se podía ver su sonrisa.

– Bueno. Tienes razón, señorita. No hace falta que me apunte con su arma. – Levantó las manos, en signo de confianza.

– Claro que sí, siempre la tengo. – Presumió, sin dejar de apuntar al demonio.

– ¿Cómo se llama, damita? – Preguntó el otro, acercándose un poco a ella, pero deteniéndose cuando se escuchó como quitaba el seguro del arma.

– Detente ahí, perra. No quisieras que llenara tu cuerpo de plomo. – Amenazó. – ¿Quién pregunta?

– Mujer, que carácter. – Dijo sin quitar su sonrisa de oreja a oreja. – Striker, soy Striker. – Se quito el gorro, como muestra de saludo. Para luego ponerlo de nuevo.

Los ojos de Blitzø se abrieron como platos, ¿Había escuchado bien? Si, si lo había escuchado bien. Striker, el Bastardo quien intentó que con sus propias manos disparara a Moxxie, el mal nacido que lastimó a Millie... El gilipollas que casi asesina a Stolas...

Con solo recordar eso, la furia y adrenalina corren por las venas de la diablilla. Queriendo matarlo ahí mismo y que su muerte sea lenta y dolorosa. Un ataque de furia comenzó a consumirla poco a poco, queriendo arrancar la cabeza de quien tenía frente a ella.

– Con que Striker ¿Eh? – Sonrió malvadamente, sin poder esperar un segundo más para dispararle en su puta cabeza. Acercándose a él, aparentando tener confianza.

– Así es, señorita. ¿Sabe? Me resulta familiar. ¿Te he visto antes? – Preguntó, con su típico marcado acento. Blitzø se acercó a él, y lo suficientemente mente cerca, habló.

– Espero que esto te refresque la memoria. – Promocionó un fuerte golpe en su mejilla, haciéndolo apartarse algunos metros por el fuerte empujón.

Striker jadeó sorprendido, no se esperó que a los pocos segundos de ese mismo golpe, la mujer que se lo dio corrió rápidamente hacia el de nuevo, ofreciéndole otro en su mandíbula, soltando un hilo de sangre, que con el tiempo fue haciéndose más grueso. Ahí fue cuando ya no veía a esa imp como una "interesante diablilla" si no como un contrincante que tenía que derrotar, sin importar su puto género.

¡¿𝘈𝘔 𝘐 𝘈 𝘍𝘜𝘊𝘒𝘐𝘕𝘎 𝘎𝘐𝘙𝘓?! - StoblitzøDonde viven las historias. Descúbrelo ahora