Reino demoníaco de Oblivion, Ciudad de las Cenizas
Año 192 del mandato de la Muerte
- ¿Nos estamos dirigiendo a nuestra propia muerte o hacia algo todavía peor?
Malkom Slaine miró a su mejor amigo, el príncipe Kallen el Justo, y deseó tener una respuesta mejor que la que podía darle, cualquier cosa que pudiera rebajar la preocupación que veía en los ojos de Kallen.
Los guardas vampiros los empujaron hacia el interior de su fortaleza, y Malkom tuvo el presentimiento de que antes de que terminara la noche desearía que lo mataran
- Probablemente los rumores no sean ciertos - mintió, y volvió a oponer resistencia a los doce guardas que lo obligaron a descender por una escalera de piedra. Le habían puesto una esposas místicas, por lo que no podía teletransportarse, y tampoco romperlas.
Al final de la escalera había una cámara subterránea en la que vieron un trono encima de un estrado. A pesar de que el suelo estaba cubierto de arena, de las paredes colgaban lujosos tapices. Y también había delicados objetos de cristal decorando la sala.
Malkom no perdió ni un segundo y escrutó a su alrededor en busca de una vía de escape. Frente a él había dos esclavos, dos demonios alados, de pie junto a una tumba recién escavada. En la estancia había más guardas, todos de ellos con las espadas en alto, listas para atacar. A su espalda, un hechicero vestido con una túnica negra preparaba pócimas encima de una mesa llena de frascos y redomas.
"Por Dios, que no sean verdad los rumores acerca de los scárba, esas abominaciones."
- ¿Puedes sacarnos de aquí? - murmuró Kallen.
Malkom casi siempre podía. Nunca habían estado en una situación de la que él no pudiera librarlos, por imposible que pareciera conseguirlo.
- Todavía no.
Los guardas los empujaron y los obligaron a ponerse de rodillas delante de la tumba.
- Cuando salgamos de aquí, Ronath me las pagará - dijo Kallen. Ronath el Armero era un avezado guerrero, el demonio más fuerte después de Malkom. Antaño, había sido el mejor comandante de Kallen. - Ese traidor no volverá a ver otra noche.
Había sido el Armero quien había entregado a Malkom a los vampiros. Eso de por sí ya era un desastre, pero sin él para defenderla, su fortaleza cayó apenas una semana más tarde. Y el amado príncipe de los trothans fue capturado.
Cegado por el odio que sentía hacia Malkom, un esclavo que había ascendido hasta convertirse en comandante, Ronath había condenado también a Kallen y a todos los trothans.
Pero Malkom ya estaba planeando su venganza. Él no era tan noble y bueno como Kallen; su respuesta sería mucho más cruel de la que el príncipe podía jamás idear.
De repente, un vampiro apareció teletransportado en el trono. Llevaba una túnica de seda y era muy pálido; su piel no había sentido nunca los rayos del ardiente sol de Oblivion. Tenía los ojos completamente rojos y el rostro deformado por la locura.
El Virrey.
Cuando los vampiros conquistaron Oblivion y establecieron allí su colonia, mandaron al Virrey, su líder más temible, para que gobernara el reino.
- Ah, mis dos nuevos prisioneros. - dijo en inglés antiguo.
Tanto Malkom como Kallen hablaban el idioma con fluidez, pero se negaron a responder en una lengua distinta a su demoníaco natal, a pesar de que utilizarla estaba castigado con la muerte.
El vampiro se frotó el mentón recién afeitado.
- Por fin os tengo.
Malkom y el príncipe eran los líderes de la rebelión, capturándolos a ellos todo la resistencia estaba derrotada. Varios vampiros muy poderosos habían estado persiguiéndolos sin tregua.
El Virrey chasqueó los dedos y dos esclavos abandonaron la sala para regresar segundos más tarde con un pequeño niño demonio inconsciente. Uno de los suyos iba a servir de refrigerio para aquellos vampiros. De merienda, pensó Malkom, y empezó a sudar.
Se tensó todavía más contra las ataduras que lo retenían, pero no consiguió soltarse y evitar que los vampiros se lanzaran sobre el cuello del pequeño.
Malkom estaba loco de furia. El sonido de aquellos labios al succionar ...
Extendió los colmillos, abrumado por sus propios recuerdos de infancia como esclavo de sangre. Su único consuelo era que el niño estaba inconsciente, un lujo del que él nunca había gozado. Claro que a Malkom no lo mordían en el cuello, allí las marcas eran demasiado visibles, y no sólo lo utilizaban para beber.
- Tranquilo - murmuró Kallen en demoníaco - Mantén la calma.
¿Cuántas veces le había repetido su amigo esas mismas palabras?
"El príncipe me ha mantenido cuerdo durante mucho tiempo."

ESTÁS LEYENDO
El demonio de la oscuridad
RomanceTraicionado por su madre y su mejor amigo, el demonio Malkom Slaine vive encerrado en sí mismo, conciente de que nunca encontrará a nadie que sienta algo sincero por el. Pero de repente se ve empujado al abismo con Carrow Graie, una bella bruja de o...