I

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El partido contra Argentina había acabado, el marcador a favor del equipo Azul y blanco.

El único Omega del equipo Mexicano gruñó molesto; indignado, salió de la cancha. Sabía que su olor de Omega molesto, llamaba mucha la atención, lo sabía muy bien, por la molesta mirada de uno de los tantos Alfas Argentinos.

Su llegada a los vestidores fue ruda y desorganizada. Aventando todo lo que puede por ensima de todos lados. El calor aumenta, y Guillermo cree que ya es momento de entrar a la ducha. El resto de su equipo llega, derrotados y tristes, gritando quejas hacia el omega gigante por su tardanza en el baño.

Un botellazo en el rostro, es suficiente respuesta para que el resto del equipo salga derrotado de los vestuarios. Redimidos a simplemente llegar al hotel para bañarse en sus baños.

Guillermo, sintió el fuerte calor en su cuerpo, no puede ser del fulgor de la molestia. Desesperado, se hubica bajo el chorro de agua fría.

No se va.

No, no, no, no, no.

No puede ser eso. Aun falta un mes para que su estro inicie.

El olor a menta fresca, inunda los vestidores, Ochoa gime en su placentera agonía. Los dolores en su abdomen lo llevaron salir de los baños, en busca de su mochila, tenía supresores, nunca se olvidaba de ellos.

— Dónde están, dónde están. — Susurra desesperado. La impaciencia lo absorbe, y la nube de desgracias aparece en su cabeza.

El fuerte sonido de la puerta abrirse, lo pone alerta, su cuerpo se eriza, cuando el olor a Mate fuerte, invade el lugar.

— Oh... Cielos...

Un alfa argentino se encuentra en la puerta. Esta sin camiseta, probablemente vino por el intercambio de camisetas. No cualquiera espera encontrar a un omega en celo, llenando el lugar con el aroma de Omega fértil, listo para follar.

En primer lugar, ¿Quién mierda entra en celo, en los vestidores?

Ochoa, el único pendejo que lo aria. 

Se recriminó.

— Sho... Este, solo vine a entregar está  boludez. Pero, no es un buen momento, creo sho.

— Exacto, no lo es. Así que, largó.

El argentino miro al Omega de arriba hacía abajo, su cuerpo estaba mojado, parecía que se metió en las duchas con todo y ropa.

Messi se relamio los labios, y con las pupilas dilatadas, se acercó poco a poco al Omega. Memo, tembló, ¿Por qué el olor del Alfa había incrementado?

Sujetó con fuerza su mochila, y corrió intentando encerrarse en los baños.

Gritó cuando los fuertes brazos de Lionel lo agarraron.

— ¡Qué pendejada haces! ¡Sueltame pendejo! 

— Cerra la boca, Omega. ¿Quién te crees voz para hablarle así a tu Alfa?

El Omega tembló el los fuertes brazos del alfa, y se quedó quieto.

Su omega, gruñó en felicidad, un fuerte macho alfa, estaba intentando montarlo.

— Para... Por favor.

Guillermo intento hacer su último esfuerzo, era alto y fuerte, lanzó una fuerte patada al Alfa y se liberó de el. Corrió lo mas rápido que pudo, sin embargo, Messi lo volvió a agarrar.

Ochoa intento gritar por ayuda, pero los escalofríos en su cuerpo le impidieron hacerlo, y en cambio solo soltó un gemido ante el gran roce de su trasero con el miembro, del alfa de bajo tamaño.

Ochoa gimió, su rostro se volvió completamente rojo, su cuerpo colapsaba en placer, pero el no quería esto.

Su omega disfrutaba, pero el humano tenía terror por ello.

Este era un verdadero Alfa.

Uno que no respeta las decisiones del Omega, uno que pone su placer en la sima de todo. Un alfa, capaz de marcarlo sin rencor y al día siguiente encerrarlo en una casa, criando cuánto cachorro deseé el Alfa.

Este era el tipo de Alfas al que intentaba alejar de el, el tipo de Alfas a quienes le tenía pavor y terror.

Ochoa quería llorar, sentía a Messi respirar muy cerca de su nuca, lamía y chupaba con fervor ese pequeño espació.

El Omega sabía lo que pasaría ahora, Messi lo mordería, pasaría a ser propiedad del alfa, nunca más volvería a jugar, sería tan solo una incubadora para cachorros.

"Para, porfavor". Quizo gritar

— Alfa, por favor, muerdeme.  — Salió al contrario.

El alfa contento y orgulloso, se acercó más a la nuca del Omega, y abriendo grande la mandíbula, hundió los filudos y grandes colmillos, el la piel blanca.

El Omega, gimió incómodo. ¿Por qué no sentía la mordída? Sintió como el peso del alfa desaparecía de si ensima, y gruñó molesto.

Volteó confundidos, y vió, como Messi, el Alfa que minutos antes, casi lo preña, estaba tirado en una esquina del vestidor, mordiendo fuertemente un pedazo de su brazo.

La sangre escurría de su brazo, las pupilas dilatadas observaban directamente al Omega, y gruñó cuando vió como este intento acercarse.

La ola de calor, paso, tan pronto Guillermo volvió a si mismo, corrió acabo su mochila, saco la inyección y se la aplicó en su pierna. Casi grita, cuando sintió el doloroso pinchazo de la inyección de su supresor.

Esperó unos tres minutos, Messi seguía en aquel transe, sin soltar la ya lástimada carne de su brazo.

Ochoa bufo, molesto.

— Mira lo que te haces idiota.

Intento acercarse, pero el fuerte gruñido, le hizó retroceder.

Liberó su aroma fresco y relajante, Messi poco a poco soltaba su brazo, sus pupilas se contrajeron poco a poco, hasta volver a la normalidad.

Y lo único que hizo después de aquel momento fue, sonreírle y levantar la camisa, que a pesar de todo, no había soltado.

— ¿La intercambiamos de una buena vez?

Ochoa lo miró con odió. ¿Estaba pendejo o qué?

Tenía el brazo abierto como un filete, y el simplemente le sonreía.

Ochoa lloró del susto.

Messi se paró rápidamente, e intento acercarse, más el Omega asustado corrió otra vez hacia los baños.

— ¡Que te pasa idiota! ¡Mira como tienes el brazo! — Le gritó desde el otro lado del baño.

Escuchó la risa opaca del Alfa, apostaba 500 pesos a qué se estaba mirando la herida y lo veía como si nada.

— Es solo una mordida, no me la arranque ni nada.

Ochoa lloró con más fuerza, intento hablar, pero solo salían quejidos y más gemidos de tristeza.

El Alfa río fuertemente.

— Vení, vamos, que no me voy a morír.

Ochoa gritó y lloro aún más.

¿Por qué estaba haciendo todo ese berrinche?

— Después del susto que te dí, no me sorprende que shores así.

— ¡Pendejo! — Me gritó Ochoa saliendo del baño. Corrió directamente a abrazarlo.

Que idiotez.

Lo había encontrado.

Había encontrado a su Alfa.

Y valla manera de encontrarlo.

— Olés a menta. — Le dijo el Alfa.

El Omega se quejó.

— Cual es el problema.

— Nada, nada, estoy pensando en agregar menta a mis mates.


Menta (Messi X Ochoa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora