Two

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—¿Por qué Lucas te presta su auto?—se acababa de despertar, le dolía la cabeza por la resaca y sentía que un camión le había pasado por arriba.

La chica se ahogó con el agua mineral que estaba tomando directamente de la botella. Eran a penas las doce del mediodía y su amigo estaba haciendo preguntas muy específicas.

—E-es el mismo modelo, pero no es suyo.

—No mientas—se restregó los dos ojos con el dorso de una mano—, lo vi por dentro, huele igual al que te prestó tu "amiga", y las cintas colgadas en el retrovisor son exactamente las mismas.

—¿De qué te sirve saber?—atacó, un tanto molesta—, ¿por qué tanto interés en eso? ¡Es mi vida!

—¡Solo no entiendo por qué me estás mintiendo!—se sentó bien derecho en el sofá, o al menos hizo el intento.

—¡No me grites, es mi jodida casa!—ella estaba a la defensiva, por que el chico ni siquiera había levantado el tono de voz.

—¿Sabés qué, Rebeca? Mejor me voy, con vos nunca se puede hablar bien—habló en un español perfecto. Kim se odiaba.

Tomó su celular de la mesita ratona y sobre el pijama se puso una campera para salir. Descalzo, más dormido que despierto, con resaca y la adrenalina brotando por todo su cuerpo; no tuvo mejor idea que marcharse de la casa cerrando de un portazo, sin un rumbo exacto.

Deseó que su amiga lo llamara, no quería irse muy lejos. Pero de deseo a realidad, hay un trecho bastante largo. Y quizá la había cagado un poco, se lo merecía.

Caminó por la misma vereda sin parar. Había personas que pasaban en auto que le gritaban cosas, que le silvaban, y le hiecieron sentirse muy incómodo y acosado.

Se juró que al próximo, lo insultaba.

—¡Hey, bom-

—¡Callate, la concha de tu hermana!—se volvió sobre sus pies para encararlo. Cuando se dió cuenta de que a ese auto negro ya lo había visto, se sintió un idiota.

—Uy... qué boquita de princesa—se burló, bajando la ventanilla. Le abrió la puerta para que subiera y sin meditarlo el peli-castaño entró al auto.

—Pe-perdón, yo no quise...

—No te preocupes, seguro te venían molestando de hace rato—lo vió asentir por el espejo retrovisor—, ¿y a donde vas?

—A cualquier lado menos a mi casa.

Jeon no preguntó sus razones, pero supuso que había discutido con Rebeca. Entonces le envió un mensaje a su mano derecha de que cambiaba de planes y le daba el día libre; llevaría al chiquillo a dar un paseo.

»—¿Por qué hay zapatillas colgadas en el cable de la luz?—quiso saber despues de varios minutos en silencio; Jungkook se rió.

—Son codigos de barrio, Tae. Tiene que ver con... puntos de venta.

—¿Venta?—frunció el ceño, miró al piloto. Por un segundo lo escaneó con la vista, no se había dado cuenta que vestía solo una remera blanca enorme y un jean negro pegado al cuerpo con unas Vans grises.

Tan simple, y joder que se veía muy bien.

—Si, si. Pero no importa—puso primera, y pisó el ascelerador. Kim suspiró complacido, sintiendo como su cuerpo se pegaba a la butaca; pasaron unos cuantos semaforos en rojo, y finalmente salieron a una carretera más ancha que las calles de siempre—, ¿es la primera vez que estás por San Luis?

─Butaquero #1 | Jjk×KthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora