ɪ - ᴘᴇʀᴅᴇʀ

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El murmullo de todas esas personas en aquel lugar lo hacía abrumar, siguió limpiando la mesa que le habían asignado

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El murmullo de todas esas personas en aquel lugar lo hacía abrumar, siguió limpiando la mesa que le habían asignado.

Tomó las últimas cosas que faltaban y volvió a la cocina.

—Felix, ¿estás bien?.

—Sí, sí estoy bien ¿por qué?.

—No sé, estas raro, como perdido... ¿seguro que estás bien?.

—Sí Jisung, no pasa nada. ¿Qué más debo hacer?.

—Espera a que los clientes se retiren y anda a limpiar esas mesas. Estamos muy atareados hoy y con la renuncia de Chaeryeong... en fin, voy a buscar a alguien para suplantar ese lugar lo más antes posible.

Felix asintió escuchando atentamente a su jefe. De pronto unas inmensas ganas de llorar lo invadieron, se disculpó con el castaño y se fue al baño. Al entrar se vió al espejo y no pudo aguantar más. Todo el día estuvo soportando el dolor en su pecho, de su cuerpo.

Porque aunque dijera que estaba bien todo estaba peor que nunca, la noticia de que le quedaba poco tiempo de vida lo había descolocado.

Muchas veces lloró pidiéndole al cielo que se lo llevara, que ya no aguantaba esta vida y esta vez se había cumplido.

Pero irse de esta manera, con su familia destruida. Sus amigos alejados de él.

Estaba solo.

Sin nadie.

Debía afrontar su muerte sin la compañía de alguien.

Pasar su último tiempo haciendo una vida normal. Lee Felix iba a dejar de existir en unos meses y nadie lo sabía.

Nadie sabía que el corazón de Felix ya no funcionaba bien desde hace tiempo. Y que si no conseguía un trasplante lo más antes posible todo se iba a terminar.

Se sentó en el suelo unos segundos, respiró profundo y secó sus lágrimas. Puso su mejor cara antes de salir del lugar.

Hizo todo lo que le ordenaron, ayudó a los otros chefs, lavó los platos, atendió a los clientes.

Después de un largo tiempo su turno había terminado. Dejó sus cosas y tomó su mochila.

Se despidió de todos y comenzó a andar hacia su casa.

Al llegar todo estaba en silencio.

No le sorprendió. Sus padres vivían todo el tiempo fuera y no los culpaba.

¿Quién querría estar con el asesino de su hermana? ¿el asesino de su hija?.

Así es como lo llamaban. Pero la verdad era otra.

Subió hasta su habitación y se tiró en su cama. Cerró sus ojos por unos segundos.

Estaba cansado.

Dolido.

Extrañaba su vida de antes. Sus ganas de luchar, de vivir, de dar todo cada día. Extrañaba su yo de antes.

Agarro su celular y al encenderlo no vio nada. Ni un mensaje. Absolutamente nada. Como siempre.

Desbloqueo su teléfono y fue a galería. Pico sobre la primera foto dejando ver a una joven de cabello castaño hasta los hombros, ojos de color miel y una linda sonrisa.

—¿Por qué? ¿por qué te fuiste hermana?.

Lee Chaewon era la de aquella foto, su melliza. Su otra mitad.

Su hermana era lo más hermoso que tenía en su vida, cuando la perdió al irse ella se llevó todo lo que tenía Felix.

Felix de dieciocho años se fue con ella en aquel accidente.

Aunque lo llamarán asesino siendo que las pericias habían arrojado que no era el culpable.

Ese título lo tenía puesto desde ese entonces.

A sus veinticuatro años seguía luchando con eso.

Nadie sabía que Felix no fue el que chocó. Nadie sabía que él solo quería salvar a su hermana.

Nadie nunca iba a saber que fue Chaewon la que quiso matarse.

Nadie jamás iba a saber que su hermana no estaba bien. Solo él sabía de los problemas de su melliza.

¿Qué hacía aún viviendo con sus padres? fácil, después del accidente estuve inconsistente por mucho tiempo. Después de despertar la vida no fue lo mismo de antes. Tuvo que volver a empezar.

Caminar.

Comer.

Hablar.

Todo.

Felix había vuelto a nacer.

Poco a poco se recuperó.

Pero no duró tanto.

Todo ese tiempo al no poder moverse, ni hablar ni hacer nada por si solo lo único que quería era morirse. Dejar de escuchar a sus padres culparle por la muerte de su hermana.

No volver a escuchar a su mejor amigo decirle que lo odiaba.

Ver como el resto de sus otros amigos se alejaron.

Porque se fueron de parte de Chan.

Su mejor amigo y ex novio de su hermana.

Quería que su mente se apagara en ese instante. Los recuerdos de esos momentos felices lo golpeaban.

Las risas. Los llantos. Cuando salía con todos ellos a festejar por la más mínima cosa.

Dejó de saber sobre ellos hace mucho tiempo.

Solo deseaba que estuvieran bien.

Cerró sus ojos dispuesto a dormir, tan pronto como lo hizo el sueño lo abrazó.

Por fin en todo el día dejaba de pensar en todo.

Por fin en todo el día dejaba de pensar en todo

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𝗗𝘂𝗹𝗰𝗲 𝘆 𝗧𝗶𝗲𝗿𝗻𝗼 | 𝗟𝗶𝘅𝗷𝗶𝗻 𝗔𝗨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora