Uno

557 62 18
                                    

Lionel Messi es el jefe del departamento de policía.

Guillermo Ochoa es el agente que está flechado por él.

°°°

—¡OCHOA! —un grito estruendoso salió de la oficina del jefe Messi, asustando a la mayoría de agentes administrativos que se encontraban en el lugar.

El mencionado levantó la cabeza y tembló ligeramente de miedo.

—'tamadre —murmuró mientras se ponía de pie y caminaba con paso inseguro hacia la puerta de madera oscura al fondo del lugar.

Dió dos toques y abrió la puerta despacio llamando la atención del hombre que se encontraba sentado detrás del escritorio.

—¿Ya tenés el informe que te pedí? —espetó, Guillermo sabía que estaba furioso y que en cuanto dijera su respuesta explotaría y seguramente perdería en ese instante su trabajo y tendría que regresarse a México.

Sorprendentemente eso no pasó.

—Todavía no señor, estoy ajustando un par de detalles y en un rato más se lo entrego —dijo, casi en un susurro aunque Lionel lo escuchó perfectamente.

—Te doy treinta minutos —dijo, mirándolo tan fijamente que Guillermo sintió como su cara se calentaba—. Si no lo tengo en mi escritorio en ese tiempo, te vas a la puta calle ¿Te quedó claro?

—Si señor, con permiso —cerró la puerta lentamente y corrió hacia su lugar de trabajo para por fin terminar ese informe mientras murmuraba insultos. Cuando estaba a nada de acabarlo, sintió una mano en su hombro y por un momento temió por su vida, pero se relajó al levantar la vista y ver a su compañero Lozano con dos cafés en la mano.

—Te traje esto, échale ganas —dijo, Memo agradeció el gesto y se apuró a terminar.

Justo cuando faltaban dos minutos, se acercó rápidamente a la puerta, tocando y abriendo sin esperar respuesta. Lionel hablaba por teléfono, apenas lo miró y le hizo un gesto para que dejara la carpeta en la mesa y se retirara rápidamente, lo cual cumplió sin titubeos, pero logró escuchar algo que hizo que los pocos ánimos que tenía, desaparecieran instantáneamente.

"—Claro amor, te veo en una hora más, ponete ese vestido negro que me gusta..."

Claro, se había olvidado de que Lionel tenia pareja o un intento de.

Camino lentamente a su lugar, soltando un suspiro en cuanto se dejó caer en su silla, frotando su cara con ambas manos.

—¿Todo bien? —preguntó Javier.

—Si, no te preocupes.

—¿Te dijo algo del informe? —intervino Lozano y Guillermo negó.

—Estaba hablando por teléfono con su novia, solo me hizo un gesto para que dejara el informe en su mesa y que saliera de ahí.

—Pendejo —murmuró Javier y los otros dos se rieron pero fueron interrumpidos cuando apareció Guardado.

—Oigan, saliendo de aquí vamos a casa de Edson porque es su cumpleaños —les dijo—. Me acaba de decir que les avisara.

°°°

Supieron que podían irse antes en el momento en el que Lionel salió de su oficina y se dirigió al piso de abajo para marcharse en su coche, rápidamente todos los agentes mexicanos comenzaron a guardar sus cosas, a apagar los computadores y salieron casi huyendo de ese lugar. Se distribuyeron en los tres autos (uno de Guardado, otro de Javier Hernández y el otro de Raúl Jiménez) y primeramente fueron a un supermercado a comprar cosas para la fiesta, bebidas, comida y un pastel.

Cuando por fin terminaron de comprar todo y estuvieron ya en casa de Edson comenzaron con la celebración, comieron, le cantaron las mañanitas al cumpleañero, bailaron unas cumbias y al final terminaron todos amontonados en la sala de estar hablando puras tonterías gracias al alcohol que estaban tomando.

—¡Aaahhh si es cierto, que yo les iba a contar un chismesote! —exclamó Alexis Vega riendo como tonto, llamando la atención de todos los que estaban ahí.

—¿Qué cosa? —preguntó Guardado.

Pero el primero no contesto, siguió riéndose de sepa dios que cosa a causa de la cerveza que tenía en la mano y de las anteriores que ya se había tomado.

—¡Ya deja de estarte riendo como pendejo y dinos! —insistió Guardado.

—Que ayer fui al baño en la oficina y escuché al Jefe Messi hablando con el wey ese del departamento del SWAT, Agüero me parece que se llama —dijo, soltando una risita—, estaban hablando de todos los mexicanos que vinieron del traslado y me van a decir que estoy idiota o algo por el estilo, pero no les voy a echar mentira.

—¿Porqué lo dices? ¿Dijeron algo malo de nosotros? —preguntó Javier.

—Estaban hablando del Memo... —volvió a reírse aún más fuerte—. El jefe Messi estaba diciendo que está buenísimo, para comérselo entero.

En ese momento Guillermo casi se le sale el corazón del pecho y juró que la cara le iba a explotar de lo caliente y rojo que se puso.

—¡¡¡UUUUUUUUHHHHHHH!!! —exclamaron todos mientras le daban ligeros golpes en los hombros y en la espalda y se reían.

—Ya dejen de estar con sus mamadas —dijo Memo—. Alexis, deja de estar echando mentira porque si no te voy a dar en tu madre.

—¡Que no es mentira!

—Se te va a hacer Memo, a lo mejor si te lo coges —se rió Lozano.

—Y así como es el Memo, al principio todo penoso y ya luego lo va a empotrar contra su cama al chaparro argentino —dijo Jiménez causando que todos rieran.

—¿Pero si ven al Memo arriba dándole bien duro al jefe? —preguntó Héctor Herrera—. A lo mejor y nos sorprende y el que va a terminar dominando a este va a ser el chaparrito.

—Nah, está muy enano, yo no lo veo —negó Jesús Gallardo.

—¿Dijeron algo más? —preguntó Lozano a Vega.

—Sii, el Agüero este le dijo que no tenía huevos para llevárselo a su cama —continuó Alexis—, y Messi le dijo que iba a ser bien fácil, que cuánto apostaban.

—Uy Memo, dijo que eres más fácil que la tabla del uno —interrumpió Javier para burlarse del rizado, causando risas en los demás.

—Y ya hasta ahí escuché porque se fueron del pasillo —concluyó Vega.

Todos guardaron silencio un par de minutos, procesando la información y pensando sus palabras para apoyar a Ochoa.

—Eres un pendejo si te lo coges Memo —dijo por fin Héctor Moreno—, no vas a ser objeto de burlas de esos dos weyes.

Los demás estuvieron de acuerdo y Guillermo aún más, no iba a dejar que lo humillaran así.

—Es más, enamoralo y ya después le metes una patada en el culo —dijo Guardado.

—Pero una patada eh, no el pito —dijo Lozano y los demás volvieron a reírse.

Guillermo rió con ganas y siguió tomando la cerveza que tenia en la mano, intentando no sentirse mal por saber las intenciones que tenía su jefe con él a pesar de lo mucho que le gustaba.

DecídeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora