Parte III

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Abrió los ojos lentamente. Su cuerpo se sentía transparente, ligero y, por sobre todo, vacío, como si fuera hecho de aerogel. Le costó procesar en donde estaba; era una zona negra, similar al espacio, pero sin estrellas. Se sentía infinito, y a la misma vez tan estrecho.

De repente, una neblina espesa se empezó a concentrar a unos metros de él, dando vueltas y formando un torbellino opaco. De esa cortina blanca se manifestó una figura que cada vez se hacía más clara, hasta que Freddy logró reconocer quién era.

De la cortina de neblina apareció Fred, quien estaba desconcertado y parecía no saber dónde estaba. Miraba a todos lados, hasta que fijó miradas con Freddy.

Casi por instinto, Freddy corrió a toda velocidad hacia él, abalanzándose cómo un depredador a su presa.

-Tú...-dijo Freddy-. ¡Tú..!

Sus manos fueron directo a su cuello, prendiéndose de este en un agarre que llegó a penetrar la piel del otro. Fred le agarró las muñecas con fuerza, batallando por alejar las uñas de su carne.

-¡F...Freddy-! -Se le acababa el aire-. ¡Deja explicarte! -Freddy hizo caso omiso a las palabras de de su alter ego, ahorcándolo con toda la fuerza que podían tener sus manos. La melodía en su cabeza se distorsionaba de tal manera que formaba un patrón repetitivo, pero lleno de adrenalina, que alimentaba su odio hacia él.

-¡No me importa lo que tengas que decir, pedazo de escoria mental! ¡Tú eres un parásito que vive de mi miseria! Pero no más, ¡no más!

Podía sentir un negro profundo florecer del fondo de su corazón, ramificándose al fluir torrecialmente por las venas de su sistema. "Mátalo" Se decía así mismo mientras veía cómo a Fred se le iba el último respiro. Un minuto más y se acababa, un minuto más y toda esa vida de tormento, pesadillas, llanto y dolor finalmente se acabaría. Una sonrisa macabra se iba dibujando en su rostro a medida que Fred entrecerraba los ojos.

Un brote de fucsia surgió en el mar negro. Sus manos se debilitaron al ver a su alter ego con los ojos tirados hacia atrás, que parecía aún susurrar por piedad. Lo soltó, dejándolo caer al suelo como si fuera una muñeca. ¿Qué había hecho? ¿Estaba muerto? Estos pensamientos no le dieron la satisfacción que pensó ganar en un principio, más bien, le daban una angustia azul como las profundidades del mar. Había posiblemente matado a la voz que lo había acompañado desde que tenía memoria y, en vez de sonreír digno, se quedó en shock.

Se acercó al cuerpo de Fred, y en cuanto lo iba a tocar, sintió cómo si una lanza le atravesara la cabeza, dejándolo inconsciente de inmediato.

Una voz ahogada decía su nombre múltiples veces, junto con un montón de palabras que se mezclaban en una sopa auditiva. Lentamente su vista se despejaba, veía un fondo celeste y cuerpos moviéndose alrededor de él. Pensaba que se había muerto, hasta que sintió un chorro de agua llegarle a la cara.

Se despertó de golpe, aspirando por accidente parte del agua, provocando que este se empezara a ahogar.

-Ah, despertaste -dijo Bonnie-. Les dije que el agua funcionaría.

-Sí sí, el punto es que está de vuelta -dijo Fox.

-¿Te sientes bien, Freddy? -preguntó Chica, quien le secaba la cara con un paño.

-...

-¿Freddy? -volvió a preguntar.

-Sí, estoy bien. No llamen a nadie, estoy bien, lo juro.

-¡Pero te acabas de desmayar! -exclamó Chica.

-Me suele pasar, tengo anemia, y hoy me olvidé de tomar el hierro -mintió, mientras se acostaba de lado.

Posición de poder.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora