Las lágrimas salían de sus ojos rodando por mejillas y se unían en su barbilla, como si ahí se dieran un abrazo de consuelo y se hicieran la falsa promesa de que todo estaría bien.
Nada estaba bien.
Perder a alguien que amas no acarrea cosas buenas.
Y aunque es bien sabido que cada quien afronta el proceso como puede...
Él sentía que ya no podía.
Estaba solo.
Tan solo.
Nunca lo hubiera pensado.
Bueno, en realidad si, desde que era un niño esperaba que algo así llegase a suceder. Sabía que se merecía la soledad más que cualquier otra persona. Siempre fue un ser extraño, le resultaba difícil comprender lo que otros encontraban tan común.
Sabía que no había un lugar en qué pudiese encajar o en que fuera bien recibido, no podía aportar nada bueno a la gente que lo rodeaba, nada más que no fueran problemas.
En ese preciso instante podría encender fuego al departamento y dejar que las llamas consumieran todo, la pila de problemas que arrastraba consigo se desharía en el humo y llegaría tan alto que corrompería las nubes.
¿Pero importaba acaso?
También él ardería hasta los huesos.
Tendría el tiempo de acostumbrarse al fuego del infierno que albergaría su demoníaco ser en el momento en que abandonará el plano terrenal.
Pero también tenía miedo.
Se permitía ser egoísta y obedecer a sus instintos que le gritaban que buscará un deceso limpio y poco doloroso.
Él tenía el control sobre su muerte, o eso al menos quería creer.
Nunca tuvo el control de su vida, aunque hubiera deseado que así fuera, para evitar tantos sufrimientos.
Pero si no tenía el control de su vida al menos esperaba tener el de su muerte.
Su fecha elegida, el método correcto.
Necesitaba planearlo de forma minuciosa si deseaba que todo saliera bien.
Pero no era un plan a corto plazo. Aún quería saber el motivo de su existencia, para no morir decepcionado.
Algo bueno debía haber, algo que él pudiese hacer, algo que harían por él.
No lo sabía, pero tenía el pensamiento de que nadie viene al mundo por nada.
Aunque fuera para convertirse en un mártir, aunque sea a eso vienen algunos, si él debía ser un mártir... Bien, solo esperaba una señal.
Sus brazos dolían y daban comezón, con cada roce de las vendas en sus extremidades su tortura aumentaba.
Odiaba la idea del dolor y del sufrimiento, pero en ocasiones era inevitable hacer caso a su mente, solo mutilando su carne encontraba la paz.
Era el modo en que podía complacer a los monstruos dentro de su mente que gritaban pidiendo por sangre.
Odiaba tanto su rostro, “¿Por qué no te sacas los ojos? Así dejaras de verlo” sugirió uno de ellos, y era una magnífica idea.
Tenía miedo de hacerlo, no sería algo rápido, sería doloroso, pero ahí estaba, a punto de arrancar sus globos oculares de sus propias cuencas.
Pero...
Un momento.
Odiaba ver su rostro, si, pero sin ojos, no podría admirar más el cielo nocturno o los atardeceres.
Era algo sencillo tal vez, si, pero las vistas al cielo le daban paz, eran un recordatorio constante de que la naturaleza es hermosa, y podría haber un motivo aunque fuese pequeño, para aferrarse al pequeño hilo que lo mantenía atado a la vida.
“21 de Noviembre:
Salir a dar un paseo bajo la luna, sentarme en una banca y ver las estrellas por treinta minutos.
Por ese motivo no me arranque los ojos.”
Tal vez se arrepentiría de leerlo luego, sin embargo, había ganado una pequeña batalla contra si mismo, iba a conservar los ojos, al menos por un día más.
El frío de la calle era aplastante, lo hacía sentir entumecido, sin ganas de caminar, pero con mucho esfuerzo llegó a un pequeño parque que estaba cerca de su departamento, se recostó en la primera banca que encontró, sin importar si alguien más se acercaba a él.
El manto nocturno era opacado por densas nubes oscuras, pero el viento las arrastraba despejando la vista por momentos.
Tardo un poco, pero al fin pudo encontrar entre las nubes a la luna.
Se veía hermosa aquella noche. Brillaba más que cualquier otra noche en que él se haya dado el tiempo de mirarla, agradeció en el instante no haber hecho caso a aquella voz en su cabeza.
Seguro habían pasado más de treinta minutos, pues había visto como la luna lentamente cambiaba su posición y se desplazaba.
—¿Oye, necesitas ayuda?
Ante él apareció alguien más ocultando su visión del satélite, de mal modo miro hacía la persona que lo había interrumpido, no tenía ganas de hablar con nadie, así que se incorporo y se acomodo en la banca, un poco encorvado ante el desconocido.
—Estoy bien, solo perdí la noción del tiempo. —informó al pelirrojo con incomodidad, este se sentó a su lado sin invitación y encendió un cigarrillo.
—Lamento interrumpir, te veías muy concentrado pero por un momento creí que te habías tirado a morir o algo así.
—Heh, tirarme a morir en una banca suena algo poco original... ¿Te sobra uno de esos?
El desconocido extendió un cigarrillo y le ofreció la flama, Dazai no quería hablar con nadie, pero fumar un cigarrillo con el desconocido no le parecía desagradable.
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A reason to live [Soukoku]
FanfictionCada día Dazai Osamu despierta con una idea en la cabeza, buscar un motivo para seguir con vida. [Mención de temas sensibles como la depresión y el suicidio] [Bungou Stray Dogs es de Kafka Asagiri] [Soukoku/Doble Negro Nakahara Chuuya×Dazai Osamu]