Prólogo. Reencarnación por una misión

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¿Por qué no puedo hacer nada bien?

No, mejor pregunta: ¿Por qué soy tan alelada, webona, ahuevada, pendeja, etc? Ya nunca lo sabré ¡Porque me morí y ni siquiera pude despedirme! Y ni siquiera llegué hasta la cuenta regresiva del nuevo año...

Ahora mismo había parado de entrar en pánico y de estar en shock por mi nueva situación, sentada con mis piernas flexionadas y abrazadas para ocultar mi rostro entre ellas. Lloré por un rato al darme cuenta de que efectivamente, había dado punto final a mi corta vida de la forma más despreocupada en la faz de la tierra y me arrepentía por completo de las cosas que ahora no podría lograr o terminar nunca, al igual que algunos de mis pocos sueños en vida, y pensar en todas las personas a las que extrañaría

Pero ya no podía hacer nada al respecto, y eso me destrozó lenta y profundamente al empezarme a imaginar las consecuencias

Ya no podría visitar a mis familiares este nuevo año y pasar el resto de mi muy sencilla vida con ellos, no aquí en el extraño limbo donde me encontraba ahora. Era como estar rodeada de nubes infinitas y una niebla eterna, pero habían estructuras blanquecizas parecidas al cuarzo escupildo que esperarías ver en esas películas de los coliseos romanos o del olimpo de la mitología griega. Tanto blanco me habría hecho mal a los ojos estando en vida... Esto fue confuso al principio si le sumabamos, que mi ropa en vida ahora estaba reemplazada por una clase de túnica sedosa y limpia de un tono blanco, con pequeños bordados dorados en los extremos

Tan fresco como el algodón egipcio, como diría la grandiosa Edna Moda

A pesar de estar descalza sobre unas nubes extrañamente sólidas de esta manera, realmente me alivié de no encontrarme inesperadamente con Zeus u otro dios griego en este sitio. En su lugar, me recibió otro... ser, que me tranquilizó hasta ahora y espero pacientemente a que me calmara hasta este momento para continuar con lo que aparentemente quería decirme

Les doy una pista: Cabello castaño largo, barba de un sabio, bigote, una túnica blanca de manga larga. Aparte Judas lo traicionó y terminó crucificado ¿Quién podría ser?

-¿Deseas otro pañuelo, pequeña?- oí al hombre arrodillado a mi lado, que me había consolado con palmaditas y palabras tranquilizadoras en mi hombro desde que llegué y caí en cuenta de la tragedia. Me aseguré de preguntarle a detalle todo lo que se me ocurrió para poder entenderlo. Y el amablemente me lo respondió ¿Pero a qué costo?

-No, no. Estaré bien... Ni siquiera se como puedo llorar aquí en primer lugar ¿Dónde está la lógica?- le respondí con sinceridad tras soltar una amarga risa, mientras me restregaba una vez más las pezadas, enrojezidas e irritadas bolsas bajo mis ojos a causa de las lagrimas que había estado quitandome constantemente por un tiempo indeterminado de ambas mejillas. Tras eso le devolví amablemente el primer pañuelo en mi mano derecha, que me había prestado el hombre cuya prescencia aún no se me metía completamente en la cabeza, y realmente me sentía un poco... fuera de lugar por esa razón. Aún así, la agradecía enormenente junto a la paciencia que me había tenido hasta ahora

Si en vez de irme a la concha de mi madre solo terminé con alucinaciones por el putazo contra la defensa del camión. Yo quiero de lo que seguramente me fumé en la ambulamcia, me apetece un poco de esa madre

-No debería ser necesario poseer un cuerpo ni un ser que tocar para poder demostar tus pesares, pequeña. Todos son libres de desahogarse aquí sin temores- me dijo en un tono suave y tan considerado, que sonó casi como música de buen gusto contra mis oídos

Reencarnando en KNY: ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora