Capítulo 1

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Mi estimada amiga me dijo que estaba sola en el mundo, pero mi respuesta fue que no era así. Nadie está solo, siempre hay alguien con nosotros. Me miró extrañada. Me jacté delante de ella.

– No me mires de esa manera. Sabes de sobras a lo que me refiero.

La chica me miró incesantemente, creía que estaba loca.

– No sigas con esa leyenda, todo fue en el pasado.

Sería una leyenda, creada por acciones del pasado, pero en el fondo, yo, era la única que seguía creyendo que esos tiempos volverían.

– Bueno, es tu decisión, pero como suceda lo que te digo algún día, tendrás que invitarme a un café, bueno té.

Tras la charla con mi amiga, me quedé sola en la casa. No era un lugar moderno, sino viejo y antiguo. Era una herencia familiar y uno de los puntos más alejados de la ciudad. Tenía su encanto, era un lugar conectado con la naturaleza. Siempre que salía el tema de la leyenda, me entraban ganas de ir a la biblioteca a por mi libro favorito "La leyenda de los espíritus del Valle Blanco".

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En una época en donde los seres humanos cohabitaban junto con otras criaturas, el mal y el bien se enfrentaban a una guerra que se daba cada milenio. Cada ciclo nuevo de milenio, el bien y el mal se volvían a enfrentar. Ying y Yang. La cara y la cruz de una misma moneda. Fue en el Valle Blanco donde transcurre la leyenda en la que la diosa Inna trajo de vuelta el agua. Anteriormente el Valle Blanco no era un valle, era un lugar lleno de tierra, un desierto en donde el agua era escasa y difícil de encontrar, era un tesoro. Los mercaderes se hacían ricos en esta zona con tan solo vender el agua que tan necesaria era para todos los habitantes de Tierra Desalmada.

La verdad que el anterior nombre del Valle Blanco no tiene nada que ver cómo es actualmente.

La leyenda narra como Inna luchó por traer el agua al Valle Blanco con la ayuda de otras deidades y héroes. Esa lucha formó parte de una guerra entre el bien y el mal. Tierra Desalmada era un lugar inhóspito para los forasteros. No había ley ninguna. Ladrones por todos lados, personas hambrientas que harían cualquier cosa para sobrevivir, estafadores, etc. Era dominio de nadie aparentemente, todos se creían libres, pero en realidad pertenecía a una de las zonas de los demonios, quienes habían estado ocultos entre los habitantes.

Mi amiga me dio un codazo que me sacó de mis pensamientos.

– ¡Entendido! Basta por hoy en pensar en la leyenda – dije entre regañadientes.

– Rou, somos lo suficientemente mayores para no creer en este tipo de historias. Y antes de que hables, voy a decirte algo. Sí, me siento sola y no hay nadie a mi lado. No tengo pareja aún. Somos las únicas de nuestra edad en la facultad que no tenemos pareja – pronunció severamente mi amiga, exagerando la última parte.

Haya y yo nos conocimos en el instituto y desde entonces somos mejores amigas que afortunadamente asistimos a la misma facultad y nos vemos en alguna clase. Ambas vamos a la facultad de filosofía de la universidad de nuestra ciudad. Ella está terminado su último año mientras yo me encuentro tomando un curso en el limbo. Curso asignaturas mitad de tercero y mitad cuarto año.

– Haya, ¡qué más da! No necesitas una pareja para ser feliz, ser tú misma, salir y disfrutar del universo. Mírame. Yo estoy más que feliz. Si algún día me llega pues acarrearé con todos los problemas, vaivenes y obstáculos que surjan. En caso contrario, seré la tía rica que vive en el campo consuela a sus sobrinos dándoles lujosos regalos – solté tan campante.

Los espíritus del Valle BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora