❅ | C a p í t u l o 01 | ❅

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—Me alegra tanto que hayas venido Dahia, me hace mucha ilusión que toda la familia este presente el día de mi boda

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—Me alegra tanto que hayas venido Dahia, me hace mucha ilusión que toda la familia este presente el día de mi boda.

—No te emociones mucho, vine obligada, papá me dijo que tenía que ser una buena hermana y ser la mejor dama de honor.

—Recuérdame agradecerle a papá por eso.

Llegamos a la casa de la abuela, estuve aquí hace meses, mi frente se arruga cuando veo la escalera del porche de la entrada cubierta de nieve, mi mente me transporta hace algunos años dónde me rompí el brazo y anduve con un yeso todo el mes, me niego a cruzar por ahí y que me pase de nuevo.

—Vamos, no te vas a caer como la otra vez.

—No confío, entrare por la puerta de la cocina.

La escucho gritar detrás de mí, pero la ignoro, sí voy a quedarme aquí todo el mes, serán con mis reglas y tomando precauciones de absolutamente todo, no quiero volver a Miami en una caja de muertos, eso le dolería mucho a papá, la grama está cubierta de nieve, el sol está brillando en lo alto, pero hace un frío de muerte.

Estoy abrigada de pies a cabeza, tengo puesto unos pantalones jeans, debajo unos leggins, una blusa pegada al cuerpo, un abrigo de lana, una chaqueta, botas altas, un gorro de lana, unos guantes de cuero, una bufanda y una gabardina, me veo muy chistosa, pero soy alérgica al frío, tengo la nariz congelada, me apresuro a entrar a la casa.

—Me estoy congelando hasta el trasero.

—Mi bebé —los brazos de mamá rodean mi cuerpo —, me hiciste tanta falta.

—Nos vimos hace dos semanas en Miami, mamá.

—No importa bebé, siempre me haces falta, deberías de venir a vivir aquí con nosotros.

—No lo creo.

Comienzo a quitarme los abrigos, mi cuerpo entra en alivio cuando siente la calefacción, escucho voces, personitas corriendo, unas vocecitas chistosas que tararean mi nombre, abro mis brazos cuando los hijos de mi prima Hannah entran en la cocina, detrás de ellos viene ella con su bebé en brazos, le lleno la cara de besos y les hago cosquillas, haciendo que sus risas resuenen en toda la casa.

—Denle espacio a Dahia, nosotros también queremos saludarlas.

—Hola Hannah —le quito a su linda bebé de sus brazos —. Halle cada vez está más grande —miro a los mellizos que siguen abrazando mis pies —, Harry y Harriet también, cada día más hermosos.

—Y más jodones.

Nos reímos, nos movemos de la cocina a la sala, Aida; mi hermana está entrando mis maletas, me fulmina con la mirada y me encojo de hombros, ella fue la que me hizo venir aquí en plena nevada, que cargue mis cosas no es un castigo, es una forma de pago, la casa es grande, digna para el familión que somos, me sorprende no ver a la abuela sentada en su sillón especial, mamá me dice que está tomando la siesta.

Un amor sobre hielo ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora