La fiesta de invierno de la casa Demon es una semana dedicada al honor familiar y a la memoria de la madre de los gemelos. Ridículo. No creo que haya una sola persona en este lugar que no sepa el escándalo de su infidelidad, pero igual, se reúnen todos como buenos amigos por una persona que nadie quería. Y que yo, personalmente, detesto. Miro una vez más el cuadro de la mujer que sedujo a mi padre y, pese a la animadversión que le siento, como profesional no puedo menos que admitirlo: ella también era una belleza.
Rizos rubios, piel de porcelana, rasgos finos y cuerpo sensual. Felicia Demon era una criatura hermosa, y sus hijos parecen haberla heredado. Esos ojos verdes son un rasgo distintivo, y los de ella me taladran desde su pintura, como si estuviera enterada del crimen que voy a cometer. Basta. Le doy la espalda a este fantasma, algo contrariada de que mi vestido azul sea tan parecido al de ella, y pongo mi atención en el programa que nos han dado para estar enterada de los eventos que habrán los siguientes días.
Hoy se celebra su cumpleaños, mañana un recital, y luego una competencia, un baile de beneficencia y un concierto. Me estoy poniéndo nerviosa, ¿en verdad lograré acorralarlo en tan poco tiempo? Sonrió en silencio avergonzada de mi debilidad, y alzó la barbilla mientras hago resonar mis tacones por el suelo de mármol. Claro que lo lograré, él ya está interesado en mí. Mejor a lo que sigue. Lo primero que veo al entrar al gran salón es un enorme y ridículo pastel, tan grande que bien podría ser para una boda.
-De no habernos dejado -se lamenta patéticamente el señor Demon con un cuchillo en la mano-, mi querida Felicia estaría cumpliendo cuarenta y cinco años este día. Celebremos, pues, con el mismo amor por la vida que ella tenía, y conmemoremos juntos un año más que estamos aquí. -Y un cuerno. Miren la cara de estás personas, se burlan mientras Meliodas es obligado a cortar el pastel con su padre sujetando su mano. Suéltalo, ¿no ves que no quiere estar ahí? Quedo congelada al notar el rumbo de mis pensamientos, y me siento furiosa conmigo misma. Soy estúpida, ¿por qué empatizo con él si terminaré matándolo? No acabo de arrepentirme de mi debilidad cuando nuevamente recibo una sorpresa.
-¡Señorita Liz! -Aquí está. Me ha visto, y parece bastante complacido con mi atuendo, pues sus ojos se detienen en mis piernas y se muerde ligeramente el labio. Maldición, me enciende la forma en que me mira-. Me alegra verla de nuevo, ¿acudirá al programa completo de esta semana?
-Eso planeo. ¿Le importaría hacerme compañía un rato, si no es mucha...?
-¡Hermano! -dice un joven que es idéntico a él con excepción del cabello-. Ahí estás. Te estuve buscando por todas partes.
-Zel. -le contesta. Y por un segundo dejo de reconocerlo al ver su cara. Está sonriendo. Pero sonriendo de verdad, de una forma tan sincera y tierna que no puedo evitar ruborizarme.
-Por favor acompáñame. Padre está insoportable, y lo que menos quiero hacer es pasarme la tarde entre viejos gruñones y solemnes. Te lo suplico, sólo hasta que llegue Gelda.
-De acuerdo. Le ofrezco una disculpa señorita. Volveré pronto.
-No sé preocupe, aquí estaré. -Tonto. Logro sonreír mientras me abandona y no sé que me molesta más, el hecho de que me haya dejado, o que eso en verdad me importe. Da igual. No debo perderle la pista así que, tan rápido como puedo, los sigo y me oculto en un lugar desde donde puedo escuchar lo que dicen.
-Lo siento mucho, no quería quitarte tiempo de flirteo con ella.
-Zel, no digas tonterías. Sólo nos estamos conociendo, al parecer ella se encuentra tan poco cómoda en esta fiesta como yo. -No puede ser, ¿tanto se nota mi desagrado?
-Claro, comprendo perfectamente cómo se sienten. Mira nada más la corte reunida por papá -dice riendo, y yo apenas puedo creer lo que oigo mientras él va señalando a diferentes personas en la fiesta-. Qué gustos tan extravagantes tiene Melascula, ¡se casó con Galand! Pero el anciano se ve feliz, así que tal vez los dos seguro bailan "el mismo vals" -Entonces alza sus cejas con expresión pícara, y tanto Meliodas como yo apenas logramos contener la risa-. Derieri está tan esférica por su embarazo que parece querer salir "rodando" de aquí. Y hablando de rodar, ¿ya viste que el señor Gowther está haciendo carreritas entre su silla de ruedas y los patines que su hijo ocultó en sus zapatos? -Es cierto. Todo eso es cierto, y por una milésima de segundo llego a creer que los Demon se parecen a una familia normal.
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La Danza de Invierno
FanfictionUn, dos, tres. Un, dos, tres. Esos son los pasos que debe seguir si quiere cumplir su misión antes de que sea demasiado tarde. Elizabeth tiene siete días para matar al heredero de los Demon, y así, detener de una vez por todas a los monstruos que de...