Capítulo I
APERTURA ITALIANA
Suspire con nostalgia, al ver a mis tres solecitos sonriendo, disfrutando de la fiesta juntos a sus amigos, sobre todo sin olvidarse de sus hermanos pequeños.
- ¿Qué sucede, cariño? - pregunto mi esposo a mis espaldas, recargado en la puerta de la cocina, lugar donde me encontraba - No me digas que los dolores de cabeza regresaron, ¿o sí? - pegunto acercándose en mi dirección, mientras me abrazaba por la espalda acariciando los brazos, yo solo sonreí disfrutando de sus caricias.
- No, todo está bien - trate de tranquilizarlo pues aún seguía expectante a mi respuesta - Solo no puedo creer lo rápido que ha pasado el tiempo - suspiré - Aun recuerdo la sorpresa de cuando me dijeron que estaba embarazada y después el saber que no era uno, sino tres - reí un poco al ver la cara de mi esposo y recordando esa cita en el médico.
- Como olvidarlo - reía conmigo - Si me salió más caro el remedio que la enfermedad - contestó.
- Odio eso - le golpee el pecho juguetona - Odio no entender los refranes, mexicanos.
- Es tu culpa por no practicar tu español - contestó.
- Pero si lo domino muy bien - me queje - Aún para mí y siendo una norteamericana sin ascendencia hispanohablante.
- En eso te concedo absoluta razón, mi amor - dijo mientras me volteaba y no besábamos, disfrutando de sus caricias, hasta que fuimos interrumpidos por las quejas de asco de nuestros hijos pequeños.
- ¡Ma! - se quejó nuestro pequeño Dorien que mantenía sus ojos cerrados con presión y le tapaba los de su pequeña hermana Dorcas quien tenía su pequeña mano en su boca riendo un poco, por haber atrapado a sus papás besándose - ¡Pa!, no molestes a Ma - se volvió a quejar.
- No la estoy molestando - reía mi esposo - ¿Que necesitan? - pregunto al ver que volvían a abrir sus ojos tapados, una vez seguros de que sus padres ya no intercambiaban babas.
- ¡Pastel! - gritó Dorcas levantando las manos con entusiasmo.
- Oh, si el pastel - recordé, era por lo que desde un inicio había venido a la cocina, por el pastel de los trillizos.
- Cierto, olvide por completo que venía a ayudarte con el pastel - dijo mi esposo riendo.
- ¿Qué pasa?, ¿Porque tardan?, ya los estamos esperando - llamo nuestra atención Darién.
- Pa, está molestando a Ma y no la deja ir - se quejó Dorien - Y a Ma le duele la cabeza.
- ¿Regresaron los dolores? - pregunto mi hijo mayor acercándose preocupado.
- ¡No cielo, todo está bien! - dije de prisa abriendo mis brazos para recibir a mi niño grande, dejando de lado a mi esposo, quien bujo antes esto.
- ¿Segura? - volvió a preguntar.
- ¡Claro que sí!, anda vamos - los anime a todos a ir - Aún tenemos que cantarles las mañanitas.
Mi esposo tomó el pastel de mis solecitos, mientras que Darién tomaba en brazos a Dorcas y yo era escoltada por Dorien; todos salimos al patio trasero de la casa donde se encontraba reunida toda la familia y amigos de mis solecitos.
Les cantamos las mañanitas, los chicos comenzaron a beber alcohol y en ocasiones teníamos que evitar que se metieran en la piscina en ese estado, pues era peligroso, muchos padres nos reprocharían esta conducta, pero siempre eh pensado que prefiero que mis hijos me tengan la confianza de decirme lo malo que están haciendo o lo qué hará para poder protegerlos.
ESTÁS LEYENDO
Las Piezas del Tablero
FanfictionA los dieciséis años la vida parece de lo más fácil, en ocasiones aparece el primer amor, ese que te puede durar toda la vida o te puede marcar de por vida; no es como que estas dos opciones sean las únicas, pero si son las más factibles o propensas...