Puppy ✹ Rap line x Taehyung

ᵤₙₒ

En un mundo en el que cada vez importan menos las apariencias, los gustos o el hecho de que tengas un estatus u otro, las personas deciden enamorarse a pesar de poder estar en boca de otros o ser criticados por la forma en la que llevan su vida.

Eso es precisamente lo que siempre han logrado ignorar Hoseok y Yoongi, amigos desde que tienen memoria; el chico de ojos felinos y piel pálida jamás ocultó el hecho de que su mejor amigo, le gustaba mucho; incluso dejó pasar el hecho de que, a la tierna edad de 14 años, ambos se presentaron como alfas, eso no le impidió confesar sus sentimientos.

Al principio, el chico que irradiaba energía y tenía unos cabellos dorados como el sol que decían que era, estuvo un poco reticente ante el amor que Yoongi decía sentir por él, pero fue imposible no sucumbir ante lo que había en su corazoncito.

Ambos enamorados de la música y la danza estudiaron juntos las carreras, Yoongi se especializó en solfeo, piano y guitarra; Hoseok se especializó en danza moderna y bailes clásicos, el sueño de los dos era dar clases a niños y niñas que tuviesen su mismo sueño. Con 28 años, Yoongi se convirtió en el director del conservatorio de música más joven de la institución, su pareja, con la que llevaba más de 10 años, no pudo estar más orgulloso, a pesar de que ahora se verían un poco menos, por eso, esa noche, decidieron salir a celebrarlo.

Vestidos con dos trajes negros, Hoseok con un precioso peinado hacia atrás que dejaba sus facciones a deleite del que le mirase y Yoongi, con las lilas hebras de su cabello lisas y bien ordenadas, entraron de la mano al restaurante.

Fue en el momento en el que pisaron un pie dentro de la sala en el que el lobo de Yoongi supo que algo no iba bien; el lobo de Hoseok empezó a revolotearse y moverse intranquilo, eso lo puso en tensión y le dio tremendas ganas de marcharse de allí. Conocía al lobo de su pareja más que nadie, estaba enlazado con el suyo a pesar de no tener una marca en su cuello, y sentirle así, le hizo ver que algo malo iba a ocurrir.

Y en efecto, fue así. Mientras avanzaban a la mesa a las que el camarero les llevaba, los oscuros orbes de su novio no pudieron evitar posarse en un alfa, de piel morena, hoyuelos y sonrisa deslumbrante; Yoongi casi se muere en ese momento, pues las pupilas de ambos se dilataron y los aromas, se dispararon por el lugar.

A pesar de todo, Hoseok tiró de su pareja y se sentaron en su mesa. La dulce sonrisa que siempre le dedicaba o el hecho de tener sus manos entrelazadas, calmaba enormemente al alfa pelimorado.

Hey, mi amor — dice Hoseok dulcemente, subiendo una de sus manos a la mejilla del alfa — ¿Te has pensado ya lo de adoptar un cachorro? — el de cabellos dorados no puede evitar suspirar cuando esos preciosos orbes felinos parecen destilar brillo cuando los conecta con los suyos.

— Me gustaría tener un cachorro de los dos, amor — asiente Yoongi, acercando su rostro para besar a su amante — solo tendríamos que comprar una casa más grande.

— Me haces muy feliz, Yoonie — sonríe Hobi, perdiéndose exitosamente en las tan adorables como hermosas facciones de su pareja.

Pero el momento de profundo amor se disipa cuando el alfa pelinegro y de piel acanelada pasa al lado de los dos; inevitablemente los ojos de Hoseok se suben a verle, viendo Yoongi sin un ápice de duda cómo las fosas nasales de su novio se abren, captando el aroma del moreno.

Fuego, madera; té de menta.

Dos olores que Yoongi capta a la perfección, pero su lobo es incapaz de obtener el tercero que Hoseok, si huele.

Con cuidado, Yoongi retira la mano que entrelazaba la contraria de su pareja, mirando con el corazón roto cómo su amado novio se ha quedado embelesado por los ojos de dragón que le miran desde arriba; siente ganas de llorar, de marcharse de allí. Su mayor miedo es que ese hombre le arrebate algo que ha amado toda la vida.