¿Tú también, Karla?

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Me levanté, el pie había dejado de doler (por lo que deducí que no me había fracturado, probablemente sólo un esguince) así que logré levantarme sin la ayuda de Teresa. Me bañé, me preparé, bajé a desayunar y me fui al colegio. Llegué y en la entrada estaba Karla. ¿Ahora qué querrá?

-¡Hola, Mel!-saludó felizmente...maldita hipócrita.

-Ah, hola, Karla-le mostré una sonrisa fastidiada y se borró la suya-¿Qué pasa?-le pregunté como si me importara.

-Nada, en realidad. Sólo quería preguntarte algo...¿te han pasado cosas raras los últimos días?-esp...¿¡QUÉ!? ¡Tú eres la...! Tranquila, Melissa, no es ella, no es ella, no es ella, no es...Le sonreí quitándola del camino.

-¡Mel! ¡Mel! ¡Melissa!

Me di la vuelta y le grité en modo de respuesta- ¿¡Qué quieres, Karla!?

-¡No puedo decirte gritando!-respondió como si yo no entendiera y me ofreció una sonrisa inocente.

Bueno, creo que ni siquiera he dicho por qué le dije hipócrita, ¿verdad? Bueno, ella le dijo a toda la escuela todo lo que sabía de mí, ella me traicionó y se acostó con mi novio, ella creó rumores sobre mí (que por fortuna logré desmentir), hizo infinidad de cosas que terminaron con todas mis amistades...es lo malo de ser popular, a todo mundo le incumbe tu vida, todo mundo te juzga, y tus supuestas amistades se dan sólo porque "eres de la misma clase que ellos"...maldita sociedad...

Regresando al tema...

-¡Bueno, entonces ven!-le dije, a lo que respondió rodando los ojos, bufando y finalmente se acercó- ¿Qué quieres?

-¿No te han estado pasando cosas raras últimamente?

-¿Como qué?

-Como golpes sin razón o algo así-dijo mientras se rascaba la nuca.

-¿Por-por qué?-balbuceé nerviosa.

-Porque a mí sí...-*SILENCIO INCÓMODO*

-Ah...este...-suspiré, la miré y le dije-Sí-puse mi cara lo más seria posible.

-¿¡En-en serio!?-sonrió como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

-¿Por qué sonríes?

-Porque es bueno saber que no soy la única-siguió diciendo estupideces hasta que logró hartarme.

-¡¡¡CÁLLATE, MALDITA SEA, CÁLLATE!!!-abrió los ojos como platos y el resto del camino siguió callada. ¡Ah! Por cierto, íbamos camino a preguntar quién nos estaba haciendo brujería.

Muñeca vudúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora