Un Centenar De Lamentos En La Memoria

Primer y última nota.

Levantó la mirada con ligereza, parecía un viejo muñeco de trapo, sus extremidades carecían de rigidez, solo seguía de pie por el mero impulso de la vida. No tenía lágrimas en los ojos, no tenía rabia; ni tenía tristeza... Ya no era nada.

—Ahora me he dado cuenta pero... Eso ya no importa. En el momento que tú figura desapareció, me dí cuenta que mi humanidad desapareció contigo. No quisiera recordarte, pero el solo pensar en algo me hace rememorar esas memorias que quiero enterrar. Recuerdo mi ayer, vivo hoy, e imagino mi mañana.

Un mañana dónde ya no vas a estar tú

Un mañana dónde tus palabras solo son recuerdos de aquel marchito ayer.
Un ayer de lo que llegaste a ser.

A veces me siento como si estuviera dentro de una caja, una caja que se llena poco a poco de agua, cada vez que te recuerdo se llena más rápido... Hace tiempo el agua dejó de alcanzar solamente mis talones; ahora estoy flotando, peleando con el techo para intentar respirar y lo peor es que esta caja no tiene salida.

Pareciera que solo era una montaña de arena en el desierto, esperando la nueva ola de viento para desaparecer por completo. Fue algo rápido, tan rápido que ahora es demasiado tarde. Cómo si de una infección se tratara; no tardó mucho para llegar a todas las partes de mi cuerpo.

Tus vestigios están corruptos, hay memorias que se sienten como sueños, completamente incompletos, como si fueran rompecabezas sin resolver; Pero hay otros recuerdos. Esos que se mantienen de manera latente sobre mi cabeza, que la derriten como si fueran ardientes varas de hierro. Generan tanto dolor que ya no lo puedo sentir, solo asumo que me siguen haciendo daño.

Yo– ********.

Pero ya es hora de dejarlo ir todo, por nuestro bien... Por mi bien. Necesito dejarte ir, alejarte de mi memoria. Para nosotros la parvada ha terminado su último trinar. La luna ha terminado su apogeo, los ríos se descongelan y vuelven a fluir. Los capullos se rompen y emergen mariposas.
Enterraré nuestras memorias bajo el cobijo de aquel pino dónde te encontré por primera vez.
Las enterraré junto con la pusilánime versión que proyecté en mí. Ya no necesito despedirme más, al final... Yo sé que no te interesa, porque para empezar, en mi vida ya no serás nada.
Son las 10:45 y ya he estado aquí tanto tiempo. Mis labios están rotos, mis manos están secas, mi piel está blanca y mis fuerzas son nulas.

Adiós **** no espero que eso te haga sentir bien, no espero que sientas algo.
Nunca quitaste esa inamovible pared que estaba entre nosotros. Logré amarte, comprenderte, adorarte... Ahora solo te odio, si de aquí en adelante solo vives en mis recuerdos, quiero que te pudras y sufras con ellos. Quiero que ardas, que tus cabellos se quemen, que tú piel se caiga a pedazos, que te arrastres en el suelo de eterna agonía. Y sé que aunque eso pasara... No volvería a sentir.

Mi dolor es mi condena.
Mis sentimientos son mi juicio.
Y mi ignorancia será mi legado.
Mis pasos se pierden en este desierto y hace ya mucho tiempo dejé de buscar el camino que seguí toda mi vida.

Si hay alguien aquí... Por favor Ayudeme.

Cerelle se dirigió con pesar en sus articulaciones a la salida del parque.
Un aura de indiferencia se iba junto con su quebrantada persona.
Cada paso resonaba en el vacío parque, pareciera que el espacio mismo la castigaba, el ruido del concreto al hacer contacto con su pie le recordaba sus errores.
Tenía tanto dolor que no lo podía sentir, ya ni siquiera se inmuta a pedirse perdón.

Torpemente subía esos escalones viejos de hierro, los pasos resonaban al unísono con sus ahora lentos latidos.
Caminaba por instinto, solo para llegar al último objetivo que le quedaba.
Pero... ¿Por qué ella estaba así?¿Qué era lo que sentía?¿Qué es lo que le había pasado?.
Esta historia se remonta algunos meses en el pasado, en un departamento provinciano a las afueras de la ciudad de Wraidort.