𝗜. 𝗈𝗇𝖾.

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐍𝐄
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Tener que volver al hospital no era de mis cosas favoritas, pues odiaba el hecho de que tuvieran que insertar agujas en mi cuerpo casi todo el tiempo

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Tener que volver al hospital no era de mis cosas favoritas, pues odiaba el hecho de que tuvieran que insertar agujas en mi cuerpo casi todo el tiempo.

—¿Trajiste todo lo necesario? —preguntó mamá mirando el interior de mi maleta.

Asentí mientras le daba la última mordida a mi hamburguesa. 

—¿También era necesario traer al pez? —dijo Andrew dejando la pecera en el escritorio.

—Por supuesto que sí, se que si lo dejo contigo lo tiraras al mar desde el acantilado.

—Claro que no, en todo caso lo echaría por el retrete. —dijo de manera burlona.

—¡Tonto!

Tomé un cojín de la camilla y lo aventé en dirección a su rostro. Me miró indignado y justo cuando me iba a devolver el golpe, la doctora entro.

—¿Cómo está mi paciente favorita? —pregunto con una sonrisa en su rostro.

—Muriendo lentamente. —bromee. Pero al parecer a nadie le causó gracia, bueno a excepción de Andrew que soltó una risita que al instante oculto cuando mamá lo miro.

—Deja de decir eso, Char. —mamá se acercó para darme un beso en la cien —. No dudes en llamar por si necesitas algo.

—Estaré bien, tranquila.

Andrew dejó el cojín sobre la camilla, y se acercó para envolverme en un abrazo cálido.

—Escríbeme, ¿de acuerdo? —el sonríe.

—Tanto cómo pueda. —respondo—. Cuida de Aslan por mí por favor.

—Lo haré.

Unos cuantos minutos después ellos se fueron.

Por alguna razón, solo por alguna razón, no puedo evitar sentir que los veré por última vez.

—Te prometo que saldrás muy pronto de aquí. —Lori me sonrió.

Lorelei ha sido mi médico de cabecera desde que llegué a Forks, ha llevado mi expediente desde entonces y por lo tanto le tengo suma confianza.

—Confío plenamente en ti Lori. —le dedique una de mis mejores sonrisas.

Me acerque a la camilla y me senté sobre esta en posición de indio, Lori camino hasta a mí para quitarse el estetoscopio y usarlo en mí. Cada cierto tiempo me pedía que respirase hondo, pero cada vez que lo hacía me costaba y dolía.

Hoy por la mañana tuve una crisis, la dificultad para respirar había vuelto, y mamá se asusto tanto que me trajo de inmediato al hospital.

—¿Duele demasiado? —cuestionó Lori mientras se alejaba de mí.

𝒔𝒆𝒎𝒑𝒊𝒕𝒆𝒓𝒏𝒐. ━ 𝗃. 𝗁𝖺𝗅𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora