┋ ❝ The family jewels ❞ ┋

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De nuevo el sol tocaba las ventanas de la casa de la familia más famosa del Encanto, les anunciaba la llegada del amanecer y de un nuevo día lleno de energía, trabajo y ayuda, también de satisfacción y sonrisas ante el pueblo.

La primera en levantarse desde las cinco de la mañana era Dolores, pues tenía que estar al pendiente de que todos estuvieran bien, si había alguien enfermo o con alguna herida tendría que levantarse Julieta a preparar comida e ir hacia donde estuviese el enfermo en caso de que no pudiera levantarse. Después, Luisa se vestía para salir en ayuda a quien la necesitará, ya sea porque se habían escapado los burros o porque alguna estructura estaba inclinando.

Pepa era la siguiente, tomando una taza de café para activar lo poco o mucho que quedaba de su sentido de la conciencia e irse directamente a las milpas para hacer llover y ayudar a que los cultivos no murieran de hambre, Camilo terminando de preparar el café de su madre tenía que irse a ayudar como niñera del pueblo, ahora Bruno se encargaba de estar todo el día viendo visiones, desde preguntas verdaderamente importantes hasta las más insignificantes. Mentalmente cansado.

Las últimas en levantarse eran Isabela, la abuela y Mirabel, las dos primeras las últimas más despreocupadas.

— Mirabel, por favor, si no estás haciendo nada importante ayúdame a desenredar mi cabello ¿Si?

— Si, en un momento.

Mirabel no tenía mucho que hacer y eso era aburrido, no tenía casi nadie con quien hablar y los únicos que le tomaban la palabra eran aquellos chiquillos del pueblo que pasaban de curiosos con los poderes de su familia. Mayormente en sus días era la encargada del aseo del hogar junto a la abuela, ayudaba a Isabela en elegir su ropa, arreglar su cabello o limpiar las habitaciones de los demás. Cosas cotidianas que poco a poco van matando y consumiendo el alma, aburriendo tu cuerpo y mente.

— ¡Mirabel! ¡Atenta! ¿En qué estás pensando? —gritó la abuela.

— No, en nada, solo me distraje —dijo la de lentes.

— Últimamente estás muy distraída ¿Por qué? —preguntó la mayor.

— Seguramente un noviecillo —respondió la hermana— Pero lo dudo mucho, al paso que va tal parece que está retrocediendo.

— ¿Por qué lo dices Isabela?

— Sus únicos amigos son esos niños pequeños ¡Ja! —rió.

— Basta, no es verdad —bajó la mirada.

— Es broma hermanita, se que tendrás más amigos —respondió— Pero lo de tener novio, lo dudo muchísimo.

Mirabel era el blanco perfecto de burlas por parte de su hermana mayor, en especial aquellas que implicaban su vida social y algunas veces su físico. Eso era sumamente desgastante teniendo en cuenta que desde que tiene memoria, su vida ya sido así. Por otra parte, su madre era la única que no decía nada, regañaba como si de tratar de derrumbar un árbol con una pluma se tratara, y es que ella también estaba cansada.

Julieta es la mayor de los trillizos, teniendo en cuenta que fue la primera en nacer, es la primogénita del matrimonio de Alma y Pedro, lamentablemente le tocó un don tan especial y delicioso como laborioso. En un inicio era agradable ser como la enfermera, la que salvaría vidas y curaría los dolores de los que más amaba. Pero como cualquier persona que tiene comodidades abusan.

Pepa fue la segunda que nació, "bendecida" por el don de cambiar el clima por su estado anímico y con ella la carga de estar siempre en paz y sonriendo para dar un día soleado siempre. Era pesado tragar sus emociones, evitar llorar para no provocar un diluvio, evitar el enojo para no dañar a alguien con sus rayos o su huracán. Sentir el nudo en la garganta era difícil y evitar sacarlo lo era más.

Bruno el menor de los trillizos obtuvo la maldición de ver el futuro de la gente, desde que supo su don su madre le repetía que debía ser cien porciento fiel y honesto, eso hizo y lo único que recibió fue el desprecio del pueblo y de su propia familia por una década. Actualmente es aceptado pero aún así, la soledad se hizo su compañera hasta el día de hoy.

Isabela era la más amada, la favorita por todos por ser la muestra fiel de que la feminidad perfecta existe. Su único trabajo era cuidar su físico y belleza, representar lo hermoso, por ese motivo era la que debía estar al margen de todo: Procurar comer solo lo suficiente, hacer ejercicio, preocuparse por su belleza y hacer feliz a las personas con sus flores preciosas. Cualquier error era nulo en su día a día pero si lo había era simplemente ignorado.

Luisa cargaba y ayudaba, sí, pero también sostenía las preocupaciones y problemas de la familia, poco a poco el estrés la consumía y su fuerza mental colapsaba junto a la física. Otra persona estaba igual y era Dolores, tener el don de escuchar hasta el aleteo de una abeja era espantoso, la desconcentraba para dormir, para comer, para cualquier cosa básicamente, también se enteraba de cosas que no quería saber y no debía saber. Ella solo anhelaba un minuto de silencio puro, escuchar únicamente a su familia y no a medio pueblo.

Y si hablamos de Dolores entonces hablemos de Camilo, otro pobre Madrigal con un enorme conflicto interno: ¿Quién es?, Sabía que su nombre era Camilo Madrigal y que su don era ser mimetista, lo hacía perfectamente bien y era algo que le agradaba mucho a la hora de estar con las personas que amaba, las hacía reír a mares pero, en cambio había veces en que tocaba la oscuridad y en ella encontraba la disforia de género, un odio profundo a su ser y a su don. Al día siguiente, como si nada, lo enterraba en lo más profundo de su ser.

Ese era un día en la vida de cada Madrigal, con problemas familiares como cualquier grupo con lazo de sangre, tan distintos entre sí...

— ¿Que tal vamos con Mariano, Dolores?

— Pésimo, lo creí distinto pero... Demasiado pesado.

— Pensé que realmente lo amabas, Doli —habló Isabela— Ya sabes, por el hecho de haber arruinado mi boda.

— No otra vez... —exclamó Bruno.

— No lo haríamos otra vez de no ser por aquí miss perfección que nuevamente está molestando.

— Isabela cállate y siéntate —regañó Julieta.

— Solo digo la verdad, ella me lo arrebató.

— Yo no te arrebaté nada, idiota, además tú no lo amabas, tu misma dijiste que no te casabas por amor, lo hacías por complacer a la abuela.

— ¡Retractate! —gritó Isabela amenazante con un tenedor.

— ¡No! —defendió y se levantó de su lugar— Aparte seguramente te hubieras casado con él solo para complacer tu ego, para demostrar que no eres más que una niña mimada.

— Detente Dolores —dijo Pepa tomándola del brazo para hacerla que se sentará de nuevo.

— Vamos, haz caso Dolores, escucha a la histérica de tu madre —dijo burlona mientras se cruzaba de brazos.

— ¡Cállate Isabela! —gritó Julieta a la vez que le daba una cachetada.

Un silencio incómodo inundó la sala, los demás solo miraban tensos e incómodos, Isabela miraba a su madre con rabia al igual que Alma, la contraria se sorprendió de su acción ¿Golpear a sus hijas? Jamás, pero esa vez había roto su promesa de nunca romperla. Pepa sentía su corazón acelerado, ese nudo incómodo estaba otra vez en su garganta y Dolores estaba alterada de oír cada latido de su madre y la respiración agitada de su prima.

— ¡Los detesto! ¡Ojalá nunca hubiera nacido en esta familia tan... Repugnante! —gritó Isabela para finalmente irse de ahí.


❛ Problems ❜  ⋮ MADRIGALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora