── ❝Los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.❞
Una historia donde un Joven está dispuesto a descubrir el pasado que tanto le atormenta.
Tomará caminos diferentes para cambiar su futuro; probablemente conocerá otra vez a la g...
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Un joven de cabellera blanca estaba disfrutando de su siesta hasta que escuchó el sonido de su celular indicando una llamada. Era de su trabajo; actualmente trabajaba en una cafetería que quedaba a unos 5 minutos de su casa, la paga no era mucha pero podía comer con el dinero que le daban.
Contestó la llama escuchando la voz de su compañero reclamándole por no estar ahí a la hora indicada ya que le tocaba el turno de día. Verificó la hora y eran las 7:45, casi las 8; se levantó rápido de su cama para irse a duchar, se cambió y peinó, luego agarró todo lo necesario para salir corriendo de su casa hacia el trabajo.
Correr no se le daba bien, pero era peor pedir un taxi con el tráfico que hacía; corrió hasta llegar a la puerta trasera de la cafetería, entró rápido y se puso su delantal de color gris y agarró una pequeña libreta donde anotaba los pedidos, caminó hacia donde se encontraba su compañero atendiendo a algunos clientes.
-¿Te volviste a quedar dormido ayer? -preguntó su amigo agarrando unas tazas.
-Perdón, me dormí tarde ayer. -respondió mientras reía apenado- Gracias por cubrirme.
-De nada, ya es costumbre -le sonríe su compañero mientras termina de hacer una figura en el capuchino- ahora ve y entrega esto a la mesa 6.
El joven agarró una bandeja mediana y puso las dos bebidas ahí, se dirigió a la mesa y dejó los pedidos sobre esta, vio como una joven le estaba haciendo señas para que fuera a pedir su pedido.
Se dirigió a la mesa viendo a la joven junto a su amigo, un rubio de ojos azules; vio que ambos tenían algunas vendas en sus manos, probablemente estudiaban en la U.A.
-Hola, mi nombre es Kai y les estaré atendiendo el día de hoy. -les sonrió y sacó una pluma y su libreta- ¿que les gustaría pedir?
-Quisiera un Americano y un pastel de fresa. -dijo primero la chica sonriéndole amablemente.
-¿Y tú? -preguntó Kai al chico que se le había quedado viendo desde que llegó a su mesa.
