Negro. Todo era negro y se sentía confuso. Lo último que recuerdo era el salto desde esa cascada como una loca atrevida. Sentía náuseas, muchas ganas de vomitar. Logré recuperar mi fuerza vital y abrir los ojos. Índigo. Todo era de ese color. Perlitas brillantes iluminaban ese color tan llamativo. Abrí los ojos lentamente y observé una luz tan brillante como la de una estrella a los lejos de mi. Me sentía atraída por ella. Caminé, con pasos lentos pero poco pesados.
—Vuelve ...— susurraba una voz dulce y afeminada.
Todo se volvió oscuro, empezaba a recobrar el sentido. Tomó tiempo para volver en sí. Estaba algo confusa. Sentía que habían pasado días. Logré enfocar algo con la mirada y pude reconocer el techo del lugar, mi cabaña.
— Llegó el médico — se escuchó difícilmente a lo lejos.
— ¡Ey! chicos, ya está volviendo en sí.Me erguí sobre el sofá en el que me encontraba tumbada.
Respiré profundamente. Froté suavemente la cabeza con mi mano, intentando aliviar el dolor de cabeza que sentía.
— ¿Qué ha pasado? — pregunté.
De pronto, parece entrar por la puerta un hombre de mediana edad, vestía un uniforme de paramédico. Llevaba consigo un maletín rojo con cintas amarillas, que agarraba con fuerza con su mano derecha. — Lina, no sabemos que te ha pasado, te lanzaste y desapareciste un largo tiempo — explicó Sofía.
Sofía parecía estar algo inquieta. Se notaba en sus movimientos nerviosos que se sentía muy preocupada. Ella no suele expresar sus emociones, pero sus actos hacen de ella un libro abierto. Sin embargo, mirando al frente se veía claramente a Ryan, apoyado en la pared. Su rostro expresaba calma y su miraba estaba puesta directamente en mí.
— A ver, voy a hacerte unas pequeñas pruebas — dice el paramédico mientras sacaba de su maletín una pequeña linterna — algo rápido e indoloro. Necesito que sigas la luz.
Continué sus indicaciones y permití, tranquilamente, que me revisara. Nada doloroso o incómodo, por lo que se me hizo fácil todo aquel proceso.
—Yo la veo bien. Todo normal. Tampoco he visto algún rasguño en la cabeza—comentó el médico.
— Entonces, ¿ella está bien? — preguntó Sofía.
— Sí.Tardé un rato en percatarme de que Claudia y Clistol no estaban en la sala. Sin embargo, Manué en ese momento, entraba por la puerta.El paramédico recogió sus utensilios, guardándolos en su maletín. Se despidió formalmente y se retiró del lugar. — Enserio, ¿Me explicáis que me ha pasado o no? — pregunté.Los tres se miraban entre sí y no supieron que responder. Por mucho que intentaran encontrar una explicación, no supieron definirme exactamente que había pasado. — En resumen, me tiré por la cascada y desaparecí. — Si — afirmó Manué. — ¿Quién fue el primero en percatarse de que algo iba mal? — seguí preguntando. — Yo — Respondió Ryan.Me levanté del sofá. Ya me sentía totalmente recuperada. Me puse la ropa por encima del bañador. No pasó mucho tiempo cuando Claudia entró por la puerta con una caja que parecía ser de una pizza. — He pedido pizza para cenar chicos. — ¿En serio? ¿Ni si quiera vamos a intentar averiguar qué pasó? - pregunté algo enfadada. — Lo curioso fue, que cuando me di cuenta de que no salias del agua, me lancé a buscarte y no te encontraba — explicó Ryan. — Desapareciste sin más — añadió Manué. — Al principio pensé que te habías hundido a causa de un fuerte golpe. Que susto me diste — dice Sofía. — Ahora cenemos tranquilos, que ya oscureció y tenemos mucha hambre. Seguro que con el estómago lleno podemos pensar mejor — comentó Claudia.
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Mehiora - El Reino Enclipsado
FantasyUna aventura llena de acción, ciencia ficción, romance y amistad.