ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔭𝔯𝔦𝔪𝔢𝔯𝔬

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¡Espectacular! Al fin llegó el día que tanto esperaba. Mi ansiedad crecía cuando me sentía más cerca del momento. ¿Qué ocurre? Pues es demasiado sencillo, hoy es mi cumpleaños.

Mis pocas amigas estaban esperando fuera de mi cabaña. Este año quería celebrar mi cumpleaños solo con ellas, es decir, lejos de mi familia. Realmente parece egoísta decirlo así, pero si te lo confieso, este es mi primer cumpleaños lejos de la ella. Ya he cumplido mis dieciocho años, supuestamente ya puedo definirme como una adulta más en el mundo. 

Me puse en marcha. Me preparé lo más rápido que pude, porque la ansia se había apoderado de mi totalmente. Cogí el bolso en el mueble polvoriento de la habitación y cerré la puerta con fuerza. Por un momento, me quedé mirando a mis amigas en la entrada de mi cabaña, y con una buena coordinación empezamos a reírnos como locas despavoridas.

- ¿Te has dado cuenta, Lina, de que llevas las chanclas al revés? - dijo Sofía.

- Ja, ja,... no me lo llegas a decir y no me entero.

- No pasa nada - soltó palabra la que estaba al lado de ella - ¡estamos sin padres! ¡Hoy seremos libres!

- Entonces, ¿para que lado del río vamos a ir? - preguntó Claudia.

Agarré fuerte la mochila, recolocando bien su asa sobre mi hombro. Miré para el camino algo pensantiva, aprobechando para ver cuál de esas dos opciones nos convendría mejor.

- Si vamos para el que está más cerca sería mejor, tiene una playita y un campo hermoso. - dijo Sofía.

- No es por nada, pero es muy pequeña y allí irá todo el mundo. Vamos al de arriba que además, tiene una cascada hermosa. - sugirió Petra.

Respiré profundo y me predispuse a dar mi opinión en esa absurda batalla.

- Yo sugiero ir al de la cascada. Creo que valdrá más la pena.

- Está bien, si la cumpleañera lo quiere, se lo daremos - dijo Sofía mientras alzaba el puño con gran emoción hacia el cielo.

Nos pusimos en marcha hacia dicho lugar. No tardamos demasiado en llegar al sitio y acomodar nuestras cosas. El lugar era maravilloso, una playita fluvial en mitad de un bosque llano y florecido por todas partes.

- ¿Le habéis enviado la ubicación a los chicos? - preguntó Sofía.

-Si, ya se lo envié, me dijo que en un rato estarían todos aquí. - respondió Claudia sacando una botella de zumo fresco de su mochila.

- Espera,... ¡¿Chicos?! - alcé algo la voz al descontrol de mis emociones.

- No te lo habíamos dicho antes, porque entonces, no habrías aceptado los planes - dijo Sofía, ya sentada en su toalla.

Me sentía algo preocupada, relacionarme con chicos no era algo fácil para mí. Suelo ser demasiado tímida frente a ellos, me incomodan bastante.

El lugar se sentía muy tranquilo. El sol tocaba mi blanquecina piel, una sensación que me complacía intensamente. Cerré los ojos y me concentré en escuchar los sonidos del entorno. El agua, la cascada, el canto de los pájaros y hasta el crujir de la madera de cada árbol. Todo se sentía como en casa, una sensación que, allá en el lugar donde vivo, no era capaz de sentir. Abrí los ojos, volviendo a la realidad después del trance. Recogí mi suave melena, rubia blanquecina y me relajé.

- ¡Hola! Nos ha costado llegar al lugar.

De sorpresa llegaron al lugar tres muchachos, algo comentado por Sofía anteriormente. Cada uno era peculiar, aun que ninguno llamaba mi atención, para mí eran unas cuantas personas más. Al verlos, todas se levantaron para ayudarles a acomodar sus cosas en el suelo.

- Bueno ¿y quién es la cumpleañera? - preguntó uno de ellos, el más alto de todos.

- Ella es Lina - señaló Sofía mientras me nombraba.

- Feliz cumpleaños, yo soy Manué. El más bajito, pero loquito. - sonrío mostrando en su rostro una expresión que me pareció tierna.

- Felicidades, yo soy Cristol, el más valiente de todos.

- Felicidades, yo me llamo Ryan. Soy amigo de Cristol y Manué, nos conocimos ayer. Nuestras cabañas están al lado así que nos hicimos amigos. - se presentó el muchacho. Parecía algo tímido, sus gestos me lo indicaban claramente.

- Gracias chicos - agradecí algo forzada.

Me paré a pensar nuevamente, y sé que por ello seré muy pesada, pero hay que reconocer que podría empezar a gustar tener planes fuera de lugar. Un día totalmente distinto, gracias a esas amigas de mi infancia que procuran innovar en mi día tan especial.

El día seguía. Terminamos de comer y sacamos un tablero de un juego de mesa. "Esto será emocionante" pensé.

Manué parecía estar emocionado, su sonrisa siempre hacia acto de presencia en cada momento del día. Me transmitía una sensación muy agradable. Creo que con él me llevaré demasiado bien. Tendió todo sobre la toalla y todos nos colocamos alrededor del juego. Sofía no tardó demasiado en hacer de las suyas.

- El que pierda, tendrá que superar un reto.

- ¿Qué propones? - preguntó Manué.

- mmm, el que pierda, será el primero en tirarse por la cascada. - propuso Sofía.

Todos estuvimos de acuerdo, no era algo descabellado, la carcada no era peligrosa ni algo por el estilo. La única que sentía miedo de ella era Claudia. Ella le tiene miedo a casi todo, siempre pensaré que tiene un espíritu poco valiente.

Continuamos con el juego, Sofía parecía ir ganando, algo que a Cristol no le parecía hacer mucha gracia, pues se le veía algo una pizca orgullo en él. Finalmente, y con muchas risas, Sofía, quedó primera, y la gran perdedora del equipo, era yo. Me levanté con cabeza bien alta y miré fijamente la cascada con una expresión desafiante.

- ¡Lina, vamos, tírate por ella! - animó Manué.

- Si te soy sincera, era algo que tenía muchas ganas de hacer. Mirad y aprender de la mejor perdedora.

Me levanté de la toalla, caminé hacia la cascada y me subí a ella. Las vistas eran increíbles. Se podía observar allí abajo, como mis amistades me miraban desde dicho lugar. Sentía en mi piel, como la suave brisa rozaba cada una de mis mejillas, era una sensación de algodón. Respiré profundamente, miré mi objetivo, que en ese momento era el agua acumulada y profunda de la parte inferior, dándome cuenta de que la luna blanquecina se podía distinguir borrosamente en el agua cristalina, y me lanzé.

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¿Qué era la luna en ese momento?. Alguna razón concreta pretendía destacarla, seguramente su luz llamaba cada campo energético de mi existencia o quizás estaba pretendiendo pasar desapercibida de mí. Asunto que conseguiría.

Mehiora - El Reino EnclipsadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora