No sabía cómo ponerlo en palabras. No es como si fuera a contarle a alguien pero aún para sí mismo no podía explicar el sentimiento ridículo que parecía dominarlo. Nunca lo había pensado antes pero ahora, con las consecuencias de su presencia en todas y cada parte de su vida, sus sentimientos parecían escaparse de su cuerpo y era inevitable siquiera poder ignorarlo por sí solo.
Su nariz aun picaba un poco cuando inhaló un poco más. El ardor característico de la cocaína le recordó su promesa, ¿Desde cuándo él era una persona de promesas? Sus labios se curvaron sonriendo en lo fácil que había sido susurrarle esas palabras, comprometiéndose en algo que ni siquiera había considerado podría ser capaz de hacer pero, él había rogado tanto, con sus ojos bonitos brillando y esos labios regordetes frunciéndose en lo que había sido un puchero que Donghae habría querido destrozar, tomarlo con fuerza y apoderarse de esa boca hasta que sus labios no pudiera fruncirse más, pero en cambio había terminado prometiéndole palabras falsas que salían como costumbre a borbotones .
Una carcajada se le escapó, fuerte y siniestra en mitad de la noche y su oscuridad. No. Definitivamente no era una persona de promesas. Y si prometía algo era para pisotearla y luego reírse del idiota que creyó sus palabras.
Pero ¿quién era el idiota ahora mismo? Ese chico cuya sonrisa le hacía decir estupideces que el mismo sabía que no cumpliría o él mismo que no podía tener un solo minuto sin dejar de darle vueltas a todo lo que era su situación y cómo cada vez era más difícil no dejar de pensar en dónde estaría, con quién estaría, qué haría.
Dios, realmente extrañaba perderse en la inconsciencia, ir a la deriva con sus pensamientos superfluos donde sus sentimientos no existían, donde se regocijaba entre pieles extrañas que solían abrigarlo y complacerlo muy bien, donde la bruma sexual adormecía su mente y todo su ser era invadido por un tranquilidad finita donde su cuerpo terminaba por consumirse en la nada.
El viento parafraseaba su silueta en medio de la negrura cuando la droga empezó a golpear su organismo. Tanta infinidad y se trataba solo de este momento: una mano tensa angustiándose en el aire y un ardor en la nariz. Algunas noches como esta, Donghae se lamentaba de no haber nacido muerto o simplemente no haber nacido. Lo que hubiera sido este mundo sin su presencia, todas esas familias que hubieran podido estar completas, todos los seres queridos que arrebató, los hijos a los que quitó del camino, todas las personas que se encargó de desaparecer y nunca había sido importante. Eran solo un número y nada más de lo qué preocuparse. Era solo él y ahora había alguien más. Alguien que le hacía prometer cosas, que se apoderaba de cada rincón que pudiese, que lo llamaba constantemente, le enviaba mensajes cariñosos y lo esperaba desnudo en su cama.
El recuerdo del chico hacía que todas las personas que asesinó resucitaran para empezar a moverse en su mente, sus cuerpos retorciéndose vividamente por todos los lugares que Donghae pisaba. No había paz ni descanso siquiera en estos momentos, no como lo habia sido cuando era un niño.
Deseaba con locura que la extañeza e incomodidad fuera únicamente consecuencia de la droga y sus visiones erroneas porque el lugar no era tan oscuro u obseno como para sentirse así, como si traicionara a alguien.
Hubiera sido irónico que ni quiera la sustancia a la que estaba un poco más que obsesionado pudiera enmascarar sus terrorificos sentimientos. Esos que corrían en distintas direcciones cuando lo miraba directamente a los ojos y sus labios propios lo delataban moviéndose en una curva llenando su sonrisa, su insólito corazón palpitando más fuerte como si fuera posible, mientras el estómago revoloteando como si fuera un órgano independiente a su cuerpo.
Cuando salía de matar a alguien, cuando se acostaba con un cuerpo diferente, cuando trataba de nublarse los sentidos y solo obtenía remordimiento y preocupación era imposible no declarar que había algo muy malo sucediéndole, algo que ni las risas o lágrimas pudieran parar. Porque para Donghae, y su estilo de vida, amar a Hyukjae se sentía como una cosa muy mala muchas veces.
(Donde Donghae es un asesino sin remordimientos que sin darse cuenta se obsesiona con Hyukjae, un chico que estudia, trabaja y baila para ganarse la vida y está destinado a llevar a Donghae hacia luz o dejarse arrastrar a las sombras)