Capítulo 2

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 Lo que la tierra olvidó.

 Lo que la tierra olvidó

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"No olvides que si despierto y lloro es porque en sueños sólo soy un niño perdido que busca entre las hojas de la noche tus manos."

Pablo Neruda.


Si me encontraba con vida no era por suerte, todo había sido parte de un plan macabro y elaborado, Harrison no me mataba para granjearse la oportunidad de torturarme antes de terminar con mi vida.

—¿Hasta cuándo me dejarás verla?—le preguntó con los hombros rendidos por el cansancio después de las primeras cinco horas de tortura, el rubio camina de un lado a otro evaluando las heridas recientes que le ha hecho a mi cuerpo hasta ensuciar su reluciente camisa blanca.

—No te sirve de nada verla, no puede escucharte—exclamó con la manos tintadas de mi sangre antes de agregar:—. No va a escucharte.

El dolor y la incertidumbre me mordían el alma, sabía que estaba viva, saber aquella información me había costado dos uñas de la mano derecha, había sobrevivido la intervención médica y ahora la mantenían sedada para que el dolor no terminara por matarla.

—¿Qué harás con nosotros?—. Tenía las manos atadas a una silla de madera, mi cuerpo estaba cubierto de la humedad proveniente de mi sangre y mi sudor. La noche anterior había sido tan horripilante y cruda que había empeñado buena parte de mi tiempo ahí a creer que había sido solo un sueño.

Harrison nos había llevado a todos hasta el campamento de ensenada, no pude saber que había sido ni de la mujer, ni el niño y el cadáver del otro.

—¿Por qué haces esto? Yo no te he hecho nada—apostillé, vi el movimiento de sus hombros tensos por mi última pregunta con la luz blanca tenue reluciendo sobre su espalda.

—Me parece una falta de respeto que no recuerdes lo que tu maldita gente nos hizo—, apretó la mandíbula con obstinación, acercándose para tomarme del cabello, tirando del mismo hacía atrás hasta que sentí el borde de la silla cosquillearme la nuca.

—¡Cuando te fuiste yo solo era un niño, nunca supe porque te fuiste, yo defendí tu nombre hasta que atacaste Riot!—.Sentí un miedo atroz al causar su enojo y que este se desquitara con Collins, tenía que sacarla de allí, llevarla al sur y asegurarme que le administrarán la medicina para que el virus no siguiera consumiendo su organismo—. Escucha, ya me tienes, puedes hacer conmigo lo que te dé la gana, pero ellos no tienen nada que ver, ni ella, ni la mujer ni el niño, ellos ni siquiera son fieles a Riot, estaban ahí encontra de su voluntad.

Harrison se detuvo, apoyado contra el mueble metálico donde tenía todas sus herramientas de tortura, analizando cada una de mis palabras, tenía el cuerpo de un hombre, sus brazos denotaban musculatura por debajo de las ropas viejas, su rostro palido se encontraba oscurecido por la suciedad resaltando a su vez sus audaces ojos azules, él ya tenía el plan listo sobre la mesa y ahora solo esperaba que yo jugara en su juego.

—Te daré medicinas, comida, defensa para tu gente, lo que tu quieras, pero por favor, que los dejen ir, haz entrar en razón a tu gente—, musité, Osterfeld desvió la vista de mi rostro para fijarla en el suelo, rascando la parte trasera de su oreja derecha con sus manos rosadas tras el paso de mi sangre para acercarse a mí con lentitud, tomando una silla de madera hasta colocarla frente mío, sentándose con los brazos sobre el respaldo y la barbilla pegada a los antebrazos.

—Yo no elijo quién sale y quién no—soltó juguetón, sus ojos me rastrearon el rostro en busca de emoción—. Además, tú y la otra chica sin un brazo son asesinos, mataron a muchas personas inocentes sin ningún tamiz.

—¿Inocentes?—bufé—¿Llamas inocentes a bestias que secuestran a los más débiles para abusar de ellos y mutilarlos?

—¿Cómo estás tan seguro de que eran todos ellos los que hacían eso?—preguntó persuasivamente, la sugerencia me resultó agobiante.

—¿Estás diciendo que ellos son inocentes? Ellos son los buenos y nosotros los malos, ellos son caperucita roja y nosotros el lobo. —me guardé para mí mismo un suspiro hondo, aquella conversación no me llevaría a ningún lado.

—Solo digo que no toda la verdad es absoluta...Y aquí siempre haz sido el lobo, nadie te va a creer si quieres jugar a ser el héroe—. Lo escuché decir con convicción y el aire se atascó en la garganta—. La gente quiere tu cabeza.

—Te la doy, pero cumple mi voluntad primero—accedí y él sonrió ladeando la cabeza como un perro confundido.

—Ya te dije que aquí no soy más que un loco—soltó, inclinándose juguetón sobre la silla, tamborileando sus dedos sobre la madera.

No, no era posible que él no tuviera ninguna clase de poder, se encontraba bien vestido, no podía distinguir los huesos entre su piel por lo que se encontraba bien alimentado, además de que entró a Riot con ayuda de los creyentes de la luz y se llevó a Edrei como si fuera su casa y salió sin recibir un solo rasguño.

—¿Qué le hiciste al niño que te llevaste?—cuestioné, ellos ya sabían quién era él, Collins ya me había advertido que Segan, Moon y puede que hasta el incrédulo de Killian hubieran preferido sacrificar a la humanidad antes de perder su pequeña silla de oro—. ¿Lo has matado?

—Es mío, no—soltó apenas sonidos tangibles, lo ví comenzando a morderse el interior de los labios.

—Por favor...—mi suplica afecto su rostro pétreo, se en cuadro de hombros antes de romper su silencio.

—¿Qué es la chica de ti? No tengas el valor de decirme que nada después de todo lo que hizo—. Me hizo objeto de una mirada desagradable.

Podía sentir el sudor bajarme por la espalda, el estómago me picaba y estaba húmedo por la sangre de mi herida abierta, mis labios un poco más resecos cada vez, dandole paso a la fiebre, si Harrison y su gente no se apresuraban en degollarme la infección ó el desangramiento lo harían.

—Ella es...—comencé a hablar, fijando la vista en la esquina oscura y llena de moho de la habitación, los recuerdos resonaron al igual que el eco a un pozo, permitiendo pensar en ella una vez más sin guardar el recelo de compartir mis memorias—. Eris, la Diosa de la discordia, ella realmente no ha hecho nada más que aguantar y sobrevivir, es todo lo que hace, es como un animal a punto de ser cazado. No estaba en Riot por voluntad propia, la obligué a quedarse, ella desde un principió quisó marcharse y matarme.

La risa áspera del rubio delante mío me sacó de mi momentáneo transé, pasó su dedo pulgar por su labios, negando con la cabeza y notó:—Ví su tatuaje, es una traidora ¿del 1 al 10 cuánto la odian en Riot?

—Eso no tiene relevancia ahora—escupí, este tomó el respaldo de su silla acercándose a zancadas hasta mí.

—No, no, no, de hecho es muy interesante ¡hasta podemos jugar un juego! Te daré esta opción—habló emocionado, faltó de cordura alzando sus manos para que pudiera ver sus dedos largos y de uñas recortadas con una que otra cicatriz de quemadura.

—Harrison...

—Shhh, dime, dime ¿qué harían en Riot si solo les regreso al lobo y me quedó con caperucita?

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Tengo bloqueo creativoooooooooooo 

ahhhhhhhhhhhh

Las amo. 

—Alex💀

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⏰ Última actualización: Jan 29, 2023 ⏰

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