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Cyno

Semi-largo
El contexto de esto es que cyno te extraña y pues se pajea al recordar tu aroma, labios, etc.
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Pedido de: Merlia_YT

Tal vez no sea cómo con el mismo contexto que el de tighnari pero aún así se la meten a cyno tons es casi lo mismo creo igual si no te gusta puedes decírmelo.
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La mente de Cyno corría a mil kilómetros por minuto, las mantas de su cama se le habían caído hasta la cintura mientras daba vueltas en la cama. Las noches en el desierto eran insoportablemente frías, pero el pecho del hombre seguía apretándose por el calor. Los dedos del general se crisparon contra la almohada y respiró entrecortadamente. ¿Cómo podía una sola persona causarle tanta agonía?

Habías abandonado la academia ya hacía mucho tiempo, desapareciendo sin dejar rastro durante tres años enteros, una eternidad para Cyno. Ni siquiera te molestaste en despedirte del chico de pelo blanco. Sin embargo, cada uno de sus pensamientos era consumido por ti.

Incluso después de ascender a la posición de General Mahamatra, tu esencia aún permanecía. Era impropio de un hombre de su posición, pero se encontró aferrado a los restos que dejaste atrás. Ropa que aún desprendía tu aroma, cuadernos llenos de garabatos y desvaríos, y pequeñas baratijas de las que una vez te encaprichaste. Una parte de Cyno pensó que se estaba volviendo loco.

Entonces, como si esos tres años hubieran sido un sueño, volviste a su vida como si nada hubiera pasado. El latigazo hizo que el general cayera en una espiral sin fin. Todas las emociones pasaban por su mente, desgarrando su alma. Una seguía siendo la más prominente en sus momentos más débiles: La lujuria.

Inútilmente, los muslos del hombre se frotaban para crear algún tipo de fricción. Llevaba tanto tiempo luchando contra el impulso de tocarse, que la sola idea le provocaba un nudo en el estómago. Qué vergüenza. Ya ni siquiera estabais juntos. Pensar en ti no debería hacerle tambalearse tan violentamente.

Sin embargo, todo hombre tiene sus límites, incluso el gran general Mahamatra. Lentamente, Cyno bajó la mano hasta su entrepierna. El mero hecho de tocarse le producía un ardor repugnante. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se sometió a esos impulsos? Parecía una eternidad.

Unos suaves gemidos brotaron de los labios del peliblanco mientras su cuerpo se retorcía sobre sí mismo. Con las caderas moviéndose ligeramente, su mente empezó a vagar hacia ti. A tu calor, al sabor de tus labios y al sonido de tu voz.

*

"Lo estás haciendo muy bien", le susurraste al oído, con la respiración bailándole en el cuello. Todo era tan vívido. Los dos estabais sentados en el borde de su cama, con tus brazos rodeándole la cintura por detrás. Con movimientos lentos y profundos, tu mano recorría su pene. El aire estaba cargado con el aroma de la hierba y los jadeos de Cyno.

Este era el pasatiempo favorito de los dos en la academia. Incontables noches pasadas en la cama del otro, con la mente nublada y el cuerpo ardiendo. Cyno apenas recordaba cómo empezó aquello, pero pronto empezó a desearla como un adicto. El sabor de tus labios ardía en su mente como un conocimiento prohibido.

"Joder, qué guapo estás así" Tus labios se posaron en el cuello del hombre, con los ojos entornados pegados al espejo que tenías delante. Cyno gimió, echando la cabeza hacia atrás mientras el ritmo de tu mano sobre su polla se aceleraba ligeramente.

*

"Oh- oh por favor" jadeó Cyno, sus pantalones tan incómodamente apretados. En este punto estaba básicamente follando su propia mano, con la mente perdida por el placer... por ti. Era patético. Él lo sabía. Eso hacía que todo el acto fuera mucho, mucho más delicioso.