05. invitados

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Llego demasiado temprano a mi clase, tomo asiento y disimuladamente giro mi rostro para mirar hacia atrás.

El está ahí.

Puedo observar de reojo el alrededor con facilidad porque solo estamos cinco alumnos en el aula, así que luciendo decidido me levanto y me dirijo al final de la fila donde está él.

Cada paso que doy hace temblar a mi cuerpo y cuando estoy a punto de quedar a centímetros de su lugar me acobardo.

No sé porque, pero tomo uno de los libros de la pequeña estantería de al fondo y regreso a mi lugar luciendo disimulado.

Doy un vistazo hacia él una vez más y noto que está dibujando a blanco y negro en su cuaderno.

Llego a mi lugar y tomo asiento.

Que cobarde.

Tal vez será otro día.




Cuando suena el timbre de salida me sorprendo al verlo salir rápidamente del salón, así que tomo mi mochila y me dispongo a seguirlo.

Ignorando las voces de mis amigos llamándome a mis espaldas comienzo a caminar a prisa detrás de él.

Para no verme como un acosador pongo una considerable distancia entre ambos. Lo veo colocarse sus auriculares y acelerar el paso.

¿Acaso me vió?

Tallo mi rostro con mis manos tratando de relajarme.

Cuando finalmente regreso mi vista hacia al frente me doy cuenta de que ya no está.

Desapareció.

El sonido de un claxon me saca de mis pensamientos.

-¿Qué te pasa erizo? ¿Por qué no me esperaste? - habló Silver, un compañero de clases y amigo.

- Tenía prisa- mentí.

- Peor aún, podía haberte llevado. Ahora no pongas pero y súbete - viro mis ojos ante su actitud.

Camino hacia su auto, me siento en el asiento del copiloto y dejo que me lleve a mi casa.





- Gracias por el aventón - agradezco una vez que llegamos finalmente a mi casa.

- No es nada, pero mejor para la próxima espérame - asentí sin mirarlo.

Bajé de su auto y observé cómo se iba.

Miré hacia la casa que estaba en frente y noté que todo estaba a oscuras.

Di media vuelta y entré a mi casa.

- ¡Ya llegué! - grité cerrando la puerta.

Mi madre salió de la cocina con una sonrisa traviesa en sus labios - Hola, mi vida, ¿qué tal tu día?

Caminé hacia ella y miré su sonrisa macabra.

Sin duda esa sonrisa en sus labios significaba algo. Solo esperaba que no fuera malo.

-¿Qué hiciste ahora? - pregunté entrecerrando mis ojos.

- ¿Yo? Oh, nada - camina y se sienta en uno de los sofás de la sala - Solo invité a cenar a los vecinos - me tenso.

Puedo sentir como mi rostro cambia de color y sin poder evitarlo le grito - ¡¿Qué?!

- Lo que oíste, vendrán en la noche - sonríe triunfadoramente mientras me regala un guiño - De nada.

- ¡Pero mamá! - me quejo. Camino hasta posicionarme frente a ella y la cuestiono - ¿Qué hiciste? ¿Cómo lo hiciste? ¿Con quién hablaste?

- Tranquilízate - me pide - No te alteres, no pensé que te molestaría. Te miro todos los días en la ventana y no sé, quise ayudarte ¿hice mal? - mi ceño se suaviza.

Mi cura | Sontails Donde viven las historias. Descúbrelo ahora