2. Alta traición

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Despierto a medias con la cama vacía, me extraña no encontrar a Gus del otro lado, su lado está frío al tacto, pero no tengo ninguna especie de afán por comprobar la hora así que regreso a una posición cómoda, quizás ya era hora de que se fuera a trabajar y no escuché su alarma.
        Gus y yo comenzamos a ser novios en los últimos semestres de nuestras carreras, para él yo fui una certeza inmediata, yo tuve que hacerme la pregunta miles de veces y, en días como hoy, me pregunto si respondí correctamente. La relación con Gustavo siempre fue divertida, romántica y me hacía sentir aún más feliz de lo que fueron los años de universidad; luego nos convertimos en profesionales, nos faltaba algo de tiempo juntos así que decidimos mudarnos, más bien mudarse a mí departamento y la relación creció, se hizo más dichosa... Hasta hace poco que la falta de tiempo se hizo más amplia, las caricias escasearon, pero estoy seguro de que es solo una etapa más de la relación que podremos arreglar si trabajamos en ello.
          Despierto a las siete de la mañana, lo sé porque me parece prudente al fin mirar la hora, no tengo muchas ganas de salir de la cama así que entro en las redes sociales, reviso algunos mensajes que no haya contestado, historias de IG y estados de WhatsApp. Usualmente no les presto atención, pero no me gusta ver el símbolo de la notificación así que cuando paso de largo el estado de mi suegra no me detengo de inmediato hasta que mi cerebro procesa una palabra que estaba en él: abuela; me hace regresar de inmediato porque Mariana no estaba embarazada según tengo entendido y Manu no tiene novia así que, aunque tengo un nudo en la garganta, regreso y veo con cuidado la imagen que subió.
         "Yo soy la madre más orgullosa y la abuela más feliz" dice el pie de foto, foto captura de una videollamada donde Gus aparece sonriendo y Karol, la exnovia de Gus, carga un bebé en una cama de hospital. El nudo de la garganta se recorre hacia mi pecho, detrás de mis ojos, en mis labios haciendo una mueca, sintiendo la sal de mis lágrimas que han caído sin permiso y dando paso a miles de pensamientos que no conecto, que no respondo, que hablan a la vez y que no entiendo, no contesto.
           Gustavo llega, a hurtadillas aunque conoce mi sueño pesado, se quita la chaqueta color café que lleva puesta en la foto, los pantalones y se mete a la cama a dormir como un tronco después de pasar la madrugada apoyando a la que es, ahora, madre de su hijo. Me muevo para mirarlo, miro su nuca, su respiración que sube y baja con una tranquilidad que no se merece mientras mis pensamientos le gritan, le gritan como en los últimos meses pidiendo que me mire, que me ame "no me he ido, amor, sigo aquí" deseando que no se vaya "Ya se ha ido, Estef" me vuelvo a dar cuenta "se fue hace mucho".
            Me levanto y entonces comienza lentamente a materializarse mi decisión cuando comienzo a tomar cajas, poner sus cosas, casi de forma cariñosa. Que consideración la mía, envolverle las cosas que puedan romperse, doblarle la ropa en la maleta, e ir poco a poco vaciando la habitación, quedito, con cariño para que no se despierte, ojalá aprenda un poco de mi ahora que tendrá que cuidar de una bebé "una bebé" me repite mi cerebro al recordar la manta rosa y mi llanto comienza de nuevo al ver sudaderas que yo le había regalado, corbatas, libros; suspiro y me siento satisfecha cuando todo ha quedado cerca de la puerta, aunque se hayan hecho las nueve y media.
          Me meto en la cama despacio, lo abrazo despidiéndome de la falsa tranquilidad, del falso amor, de los silencios; incluso alcanzo a subir mi pierna como en los días en que nos amábamos locamente y deseo despertar de este sueño estupido. Una bebé con la mujer que estuvo antes de mi, mujer que lo engaño, que le gritaba que no lo quería en su vida, versiones que comienzan a parecer más bien exageraciones del carácter de esta si es que él quiso volver a su lado ¿Sabrá ella de mi existencia?, ¿Sabrá la madre de Gustavo que él y yo vivimos juntos? No lo sé y verdaderamente ya no me importa. Gus voltea, me quita el cabello de la cara y la toma entre sus manos.
— ¿Que pasa, mi vida? Has estado llorando —dice notando mis ojos rojos e hinchados y podría creerle que me ama, creerle que se preocupa, creerle y desear que todo es un mal entendido, pero no puedo y lloro.
— Pasa que tienes hoy para sacar tus cosas de aquí e irte, no sé si con tu hija o con tu mamá, tampoco me importa —me mira con la boca abierta, como buscando palabras— solo vete, por favor

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⏰ Última actualización: Feb 18, 2023 ⏰

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