Hola X:
Primero, es mi deber informarte que la operación de Michelle fue todo un éxito. Según el doctor, que yo haya insistido para que viera a un médico tras el dolor profundo que tenia cerca del ombligo, fue la causa de que mi amiga se encuentre bien. Según Michelle, es mi culpa que no tenga apéndice. ¿Cómo va a ser mi culpa? Creo que la anestesia es la causa de su mal humor, cuando se le vaya el efecto, va a ver que tomé la decisión correcta.
Estoy en la habitación del hospital sentada al lado de su cama observando cómo duerme profundamente, me gustaría poder dormir de la misma manera. Johanna fue junto a Mike por café y energizantes, los necesitamos con urgencia porque nadie quiere dejar sola a nuestra amiga hasta que lleguen sus padres que están viajando desde Australia.
Mientras espero, aprovecho el momento para continuar con lo que sucedió ayer:
Habías aparecido de la nada.
—¿Estás bien? —preguntaste.
—¿Por qué sos amable conmigo? ¿Qué hice? ¿Te di mucha lástima? —No podía contenerme, estaba cansada, me miraste confundido.
Víctor se había metido en mi cabeza nuevamente. No podía dejar de pensar en sus palabras, en la forma en la que me miraba y cómo su tacto me generó tal rechazo que necesitaba salir corriendo.
Cuando logré alejar mis ideas, te miré cómo si no fueras real, cómo si fueras un mero fantasma creado por mi imaginación. ¿Por qué siempre apareces en mis peores momentos X?
—¿Qué haces en el cumpleaños de Jo? —Al terminar de hablar entendí todo, mi amiga me tendió una trampa, una brillante trampa—. No me respondas, ya lo sé.— Negué con la cabeza, giré para darte la espalda, no quería que vieras la pequeña lágrima que caía por mi mejilla, la limpié rápidamente.
—¿Qué sabes?
—¿Te diste cuenta que estamos teniendo una conversación en base a preguntas?
—¿Te gustaría un vaso de agua? —Sentí tu mano en mi hombro y apareciste a mi lado, me mirabas perplejo cómo intentando comprenderme.
—¿Ves? —dije y ambos comenzamos a reír, era tan irreal, acababa de ver a mi exnovio, bebí dos vasos de tequila y para finalizar me reía con el chico que me gusta — ¿Por qué no me miras? —La pregunta abandonó mis labios sin que pudiera analizar lo que acababa de decirte.
Sentí tus ojos recorrer mi cuerpo hasta hacer contacto con los míos, juro que algo brilló en ellos. Me mordí el labio inferior intentando ocultar la verdad en mi interior.
—Tengo que ir a buscar a Michelle —expresé para salir del momento incómodo que yo misma había creado. Agaché la cabeza cómo si me hubieran derrotado. El celular comenzó a vibrar en mi cartera, pero lo ignoré.
—Te miro pero no puedo hacer nada al respecto —afirmaste y mi celular volvió a vibrar, con frustración agarré el aparato para silenciarlo, levanté la vista solo para darme cuenta que estabas más cerca de lo que pensaba.
El aire abandonó mis pulmones, me olvidé cómo respirar, el corazón me martillaba en el pecho. Estaba por preguntar, pero me cansé de las preguntas y respuestas, de lo que puede ser o no, en mi cabeza lo veía tan claro que no medí las consecuencias de lo que hice.
Me incliné hacia vos, coloqué las manos en tus hombros y me puse de puntas para rozar mis labios con los tuyos. No te besé, fue una suave caricia, no te moviste ni un centímetro. Tus manos rozaron mi cintura y pegaron nuestros cuerpos.
—Quiero que sepas —susurraste contra mis labios, levanté la vista y tus ojos marrones se clavaron en los míos—. Que esto es un error.
—Quizás quiera equivocarme —afirmé, sentía las piernas como gelatina, agradezco que me estuvieras sosteniendo.
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Hola X
RomanceHola X: Te escribí varios correos electrónicos que nunca me atreveré a enviarte. Empezó cómo una forma de intentar sacarte de mi cabeza pero descubrí que no todo es tan fácil como pensaba. Que suerte que jamás leerás esto. Emily.