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Rosé y Lisa corrieron hasta la montaña. El plan del trineo seguía en marcha. La montaña no era muy alta, tenía la altura perfecta para deslizarse en un trineo sin correr ningún peligro. No había nadie más así que tenían toda la montaña para ellas solas.

— ¿Quieres ir al frente del trineo o atrás?— Preguntó Rosé cuando habían llegado a la cima.

— Atrás. Quiero abrazarte por la espalda— Explicó sonriendo.

Roseanne se subió al trineo y esperaba que Lisa se subiera también... Pero en cambió Lisa empujó a su novia desde la cima de la montaña. Rosé se cayó del trineo a la mitad de la montaña y fue una caída graciosa pero tierna al mismo tiempo.

Lisa estalló en risas y Rosé se quedó sentada en la nieve mientras el trineo seguía deslizándose hasta llegar al terreno plano.

— ¡Perdón Chaeyounnie!— Gritó Lisa aún riendo— ¡Tenía que hacerlo!

— ¿De quéte ríes? ¡No fue gracioso!— Protesto con ternura involuntaria.

— ¡Sí fue gracioso!— Exclamo entre risas.

Rosé bajó la montaña caminando y luego volvió a subir con el trineo en sus manos. Miró a Lisa con enfado (Aunque era más
bien 50% un puchero y 50% enfado) y luego se sentó en el trineo esperando que su novia no la empujara de nuevo.

Lisa se sentó en el trineo detrás de Rosé y la abrazó rodeando su estómago con las manos. Esta vez ninguno de las dos se cayó en el recorrido, el trineo se deslizó por la montaña mientras ambas gritaban con emoción y en unos cuantos segundos llegaron abajo sanas y salvas.

— Eso sí fue divertido— Dijo Rosé levantando los brazos.

— No fue tan divertido como verte caer del trineo... Pero sí, fue divertido— Aceptó riendo.

— Volvamos arriba, ahora quiero empujarte yo— Propuso Rosé parándose del trineo.

Lisa aceptó la venganza de su novia pero no se cayó del trineo, en cambio se deslizó por la montaña con total maestría, como si lo hiciera todos los días. Rosé sintió frustración pero al tiempo felicidad. La verdad había sido muy divertido empujar a Lisa. Ambas pasaron un largo rato deslizándose por la montaña una y otra vez pero pronto comenzó a hacer demasiado frío como para seguir ahí. Así que tomaron su trineo y comenzaron a caminar a casa. Rosé estaba muriendo del frío. Había regalado la bufanda que tenía puesta y ni siquiera traía guantes o un gorro. Un chico pasó caminando con un esponjoso abrigo negro y Roseanne lo miró con envidia.

— En momentos como este quisiera tener un abrigo como el del chico que acaba de pasar— Le dijo a Lisa.— Bueno, a decir verdad siempre he querido un abrigo así. Pero me refiero a que en estos momentos quisiera tener uno puesto.

Lisa se quito la butanda que traía puesta y se la entrego a su novia
sonriendo.

— Oh no, no, no. Claro que no. Tú eres la que se va a enfermar por hacer tantos ángeles de nieve— Dijo sin recibir la bufanda.

— Entonces más te vale estar sana para cuidarme mañana— Lisa colocó la bufanda alrededor del cuello de Rosé.— Es solo un poco de frío, estaré bien.

— Me niego— Rosé dejó de caminar, se quitó la bufanda y se la devolvió a Lisa.— Es tu bufanda. Tómala.

Lisa volvió a poner la bufanda alrededor del cuello de su novia.

— No. Ahora es tu bufanda, amor— Lisa dejó un besito en la nariz de Rosé. Dejate querer ¿Sí?

Rosé sonrió conmovida y no pudo negarse de nuevo. Se sentía lindo ser querida. En especial se sentía bien ser querida por Lisa. Ambas siguieron caminando rumbo a casa mientras sonreían.




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La nieve ☃❆ Chaelisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora