La historia verdadera de la Independencia de Texas.

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Mi nombre es Antonio López de Santa Anna. No sé en qué año estoy. Justo estaba recordando que, hace no sé cuantos años recibí un mensaje de Miguel Ángel Ramírez, una persona que era de mi entera confianza. Lo envié a Texas para que me dijera cómo seguían las cosas por allá. En su epístola me decía que la población era mayoritariamente extranjera, que no respetaban las leyes mexicanas, sobre todo las referentes a la prohibición de la esclavitud; ni tampoco guardaba fidelidad a las instituciones mexicanas, lo que en el futuro, a como yo lo creo, facilitaría una invasión norteamericana.

Me traicionó. Sí. Avisó antes a Lucas Alamán, ministro de relaciones en el gabinete de Anastasio Bustamante. Promulgaron una nueva ley de colonización, mediante la cual se prohibía la entrada a nuevos inmigrantes, se sometería la colonización a la autoridad federal y se plantearía la existencia de una fuerza armada permanente de origen exclusivamente mexicano.

Mi enojo fue tanto que comandé una rebelión en contra de Bustamante y Alamán, en la cual salí vencedor. Poco después, en una convención se solicitó la separación de Texas del estado y la derogación de las leyes antiesclavistas.

Tres años después, se organizó una segunda convención, ahora en el poblado de San Felipe. Esta vez Stephen F. Austin y sus allegados redactaron la Constitución del Estado de Texas, en abierto desafío a las leyes mexicanas. El objetivo era elevar la provincia al rango de estado libre y soberano que la Federación concediera mayor autonomía a los colonos estadounidenses.

En esto ya no pude hacer nada, aunque alguien más sí. Valentín Gomes Farías mandó arrestar a Austin por su postura claramente separatista y envió al hijo de José María Morelos y Pavón, Juan Nepomuceno Almonte, a tranquilizar a los colonos. Una vez en Texas, Almonte permitió que los colonos estadounidenses aumentaran su representación política en el congreso de Coahuila y nombró a un inmigrante como juez principal en la provincia y concedió que el inglés se utilizará para trámites legales. Ahora se podía decir que ya nada iba bien.

A pesar de las medidas de tolerancia y paz, los colonos, que estaban organizados por un tal William Travis y el ex Gobernador de Tennesse, Samuel Houston, formaron pequeños clubes que lucharon abiertamente por la independencia. Por otro lado, el gobierno de Andrew Jackson apoyó los planes independentistas al igual que los mexicanos exiliados en New Orleans.

Con el fin de defender la integridad territorial promulgué un decreto mediante el cual consideré piratas a los extranjeros que promovieran y apoyaran la independencia Texana. Los enemigos del sistema federal me acusaron de la inminente separación, ya se había abolido el federalismo y se proclamó la República centralista.

Con esa excusa, los colonos texanos se rebelaron abiertamente y declararon la guerra a México, confiando el mando de la guerra a Samuel Houston. Bajo la protección estadounidense declararon la independencia en Washington el 2 de Marzo de 1836. Unos meses antes, el ejército mexicano, estando bajo mis órdenes ocupó San Antonio Béjar. En la fuente del Álamo, hice uso del decretó antes mencionado y ordené la ejecución de los rebeldes que ahí se habían amurallado.

Después de la promulgación de la independencia, David Burnet y Lorenzo de Zavala fueron elegidos presidente y Vicepresidente de la República de Texas, respectivamente.

Aún recuerdo ése 22 de abril de 1836, cuando, los rebeldes texanos sorprendieron a mi ejército en las riberas del Río de San Jacinto. Tuve qué firmar los Tratados de Velasco, con los que muy a mi pesar, tuve que retirar mis tropas de las posiciones texanas y me comprometí a gestionar el reconocimiento a la independencia de Texas.

Lo que más me dolió fue que la separación de Texas del territorio mexicano demostró el expansionismo norteamericano, materializado con el apoyo que el presidente Andrew Jackson brindó a los insurrectos, al proveerles de armas y efectivos, y el reconocer a la independencia en Marzo de 1837 a pesar de la protesta mexicana. Esta acción dio pie a la ruptura de relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos.

Traté de reconquistar Texas, pero mis intenciones se plegaron de realidad: el gobierno estaba débil, no teníamos un ejército profesional, no existía un nacionalismo, teníamos crisis hacendaria; España, Francia, Inglaterra y Estados Unidos amenazaban con intervenir a causa de falta de pago de las indemnizaciones reclamadas y por último, los frecuentes motines y rebeliones que marcaron el caótico México decimonónico.

Contándote esto, no trato de justificarme, pero dime... estando tú en mi lugar, ¿Qué habrías hecho?

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⏰ Última actualización: Oct 15, 2016 ⏰

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