Porque te amo

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Jamás creyó que la arena mojada sobre los pies fuera tan... incómodo.

Fuutaro acababa de descubrir el único lugar que toleraba su corazón, el único que no le importaba si le hacía daño, pues qué más daño que el sentir sus latidos y darse cuenta de que sigue vivo.

Pensó muchas veces en ir y sentir la arena hundiéndose entre sus dedos, esa sensación que ella tantas veces le dijo entre líneas que quería junto a él.

Su padre le dijo que un día lo llevaría allí, junto con su madre y su hermana próxima a nacer, pisarían el lado suave de la arena, ese donde el mar les cosquillearía los dedos de los pies.

Aún así no entendía a la gente que hablaba de este tipo de cosas como una maravilla, que se divertía con los pies sucios e ignoraba la evidente sensación del vasto mar y la tierra juntos, arrastrándolos hacia un mundo ignoto donde no importa qué tan fuerte sea uno, no es nadie allí más que su presa; que una vez que te atrape, desaparecerás.

No hay forma humana de saber si el mañana llegará para ti.

Esa descripción se asemejaba más a un monstruo.

—Vaya mierda de año nuevo... —Criticó, como si no fuese él quien decidió desviarse en la carretera camino a casa y hacer la inversión más grande de su paupérrima vida.

Mientras se voltea, siente en su rostro el tenue calor del arrebol en el cielo, le hace saber que debe irse si quiere descansar al menos tres de las cuatro horas que tiene antes de volver al trabajo.

Tomó los amuletos de la suerte que llevaba consigo y los guardó en su traje.

Caminando hasta la parte de la arena a la que no alcanzaban las olas, el arrepentimiento no tardó en llegar.

—¡Agh! ¡Quema! ¡Es tan frío que quema!

Lo seco y gélido del albero arenoso pegándose se sentía peor con esos pies sensibles de tanto tiempo que pasaba en sus zapatos de oficinista.

Debió pensarlo mejor cuando hizo eso. Mírenlo, y así era el estudiante más inteligente de su preparatoria.

—"Mírenlo, y así era el estudiante más inteligente de su preparatoria" ... o algo así debes estar pensando —De repente, una voz llama su atención, pero Fuutaro solo se deja caer de trasero a la arena. Otro error.

—¡Ay, ay! ¡Puta arena de mierda! —Se queja, hasta que oye una risa dulce venir detrás de él.

—¿No trajiste nada para sentarte? Señor amargado

Esa observación le ofusca, aunque se siente un poco más calmado al final, un aroma suave baila en su nariz que le trae recuerdos de una y miles de noches hermosas.

—No tengo dinero para gastar en cosas como una toalla para la playa

—Estás arruinado —Acertó.

—B-Bueno...

—Además, ¿Quién va a la playa de madrugada estando en invierno? Solo tú —Acertó otra vez.

—Estoy haciendo un esfuerzo aquí, ¿Sabes?

—¿Es por eso que quisiste caminar hacia la arena seca?

Fuutaro ya no dijo nada, incluso si ella sonaba tan alegre, nunca había sido su estilo darle la razón al sinsentido.

—Y ahora ya no tienes dinero para el tren, ¡Ah, déjame adivinar! —Cuando la oye con ese tono quiere detenerla, aún sabiendo que jamás podría hacerlo. —Lo gastaste todo en esos amuletos

Wet sand on the feets | A GTNH One-ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora