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Alex se estaba comiendo la cabeza, caminando por el largo y frío pasillo del instituto. El desconcierto fue tal, que se quedó en la ya vacía aula por varios minutos.

Totalmente paralizado y sin saber que hacer exactamente ¿En serio iba a ir al departamento de historia a buscar una suposición?

Quizás solo fue una broma del adulto, una extraña broma.

De igual manera, su cuerpo se movía solo y ya se estaba dirigiendo a esa parte del instituto reservada a los profesores. Su cuerpo temblaba y amenazaba con caerse, pero tomó el valor de alguna parte dentro de él y se paró frente a la puerta.

La gran puerta con el gran letrero que indicaba esa asignatura cuyo profesor lo enloquecía.

Tomó aire, se tensó por completo y levantó el brazo, dispuesto a llamar.

Alguien que le había gustado dos cursos seguidos al fin daba indicios de una posible oportunidad, casi dos años de espera, cualquier persona tomaría la oportunidad, se lanzará dejando que el azar decidiera.

Pero no Alexis Torres.

Volvió a casa antes de llamar, necesitando asimilar todo lo sucedido, en su mente quedó la incógnita total de que hubiera pasado, pero la idea de haber malentendido todo y pudiendo cagar lo que restaba de curso era suficiente para apaciguar sus dudas.

Y el récord de asistencia y puntualidad se rompió a medida que pasaron las semanas, Alex tuvo la idea de tomarse dos semanas en las que los Lunes y Jueves entraría más tarde a clases, no podía verse con Ruben, era demasiado chocante.

Lo divertido era verlo huyendo por los pasillos, caminando como si fuese un ladrón en una habitación llena de detectores. Ya se había comido demasiados comentarios despectivos de sus compañeros al respecto, faltar después de una clase de educación sexual era un tanto llamativo al parecer.

El instituto se volvió un lugar repudiable cuando se privó de la única razón que tenía para ir.

Y de alguna manera, la pequeña obsesión con su profesor le estaba pasando factura, la necesidad de verlo era grande, igual que veia a sus compañeros ansiosos por salir y poder fumar, su droga era simplemente ver a un hombre que le impartía clases.

Ah y que le sacaba doce años.

Pero era tan bueno, además que se notaba que era de los pocos docentes que aún le gustaba su trabajo, era terrible que se hubiese ido todo a la mierda y posiblemente por un mal entendido.

Mañana era jueves, tendría que ir a la clase en algún momento, suspiró pesadamente y miró la puerta esperando que la profesora de lengua entrase, solo una clase más y podría escapar de esta cárcel que es el instituto desde hace dos semanas.

El silencio finalmente reinó, callando a sus compañeros de clase que platicaban entre ellos en ese pequeño descanso que era la espera del profesor. Escuchó como cerraban la puerta y sabiendo cómo era la mujer de lenta para prepararse, continuó haciendo garabatos en su cuaderno.

El sonido de algo acolchado golpeando contra la mesa lo desconcertó, frunció el ceño y levantó la vista, sabiendo que casi todos sus profesores usaban carpetas, no mochilas o maletines.

Todos, excepto Ruben.

Se ocultó y agradeció estar en la última fila de la clase, su corazón comenzó a latir totalmente desbocado ¿Que hace aquí? ¡No! aun con la cabeza agachada pudo sentir la mirada del hombre encima de él.

–Me temo que la señorita Hill no podrá darles clases hoy, se encuentra enferma, asi que sere el profesor de guardia.

–¿Guardia en la última hora? ¿Por qué no nos podemos ir a casa?

S3x Educati0n |rubckity|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora