Dentro de mí

150 10 5
                                    

Con las manos temblorosas abrí el cajón donde se encontraban todas las medicinas. Un montón de flashbacks vinieron a mi cabeza. Pero no podía permitírmelo, otra vez no.

Noté como una lágrima resbalaba por mi mejilla y temblando empecé a suplicarles que se callasen, y que por favor se fuesen. Ahora todo estaba bien, no quería empeorar otra vez.

Cuando por fin me dejó tranquila, abrí el bote de medicamentos. En mi mano una pastillita amarilla, la llevé hacia mi boca.

Miré hacia atrás, los vi de pie, apoyados con el marco de la puerta de la cocina. Mamá y papá me miraban con cara de estar orgullosos de mí. Los miré y con una sonrisa triste me volví a mi habitación. Últimamente pasaba bastante tiempo allí, era en el único sitio donde me sentía segura de verdad.

Desde hacía un tiempo las cosas habían cambiado, la gente empezaba a comportarse de manera extraña conmigo. No sabía muy bien el porqué, no estaba segura de si había hecho algo. Cogí mi móvil para mirar si alguien me había escrito. Tenía varios mensajes, la mayoría de mi novio, Aike.

—Kei, ¿te apetece ir a dar una vuelta?—Me preguntaba Aike.

—No tengo muchas ganas, pero si te esperas puedo cambiarme rápido y vamos. —En 5 minutos paso a por ti.

Tiré el móvil encima de la cama. Abrí las puertas de los armarios. Como no me apetecía mucho arreglarme cogí un pantalón largo de chándal, gris, bastante ancho y un top negro de tirantes ajustado. Me cambié lo más rápido que pude, cogí mi móvil y comencé a bajar las escaleras. Mientras bajaba escuché unas voces que provenían del salón. Cuanto más me acercaba las voces se escuchaban con más claridad. Eran Aike y mamá. Cuando entré en el salón se callaron.

—No te he escuchado llegar -dije mirando a mi novio—. ¿De qué estabais hablando?

—Nada preocupante -dijo mamá intentando quitarle hierro al asunto—. Iros, no quiero molestaros más.

Aike se levantó del sofá y se acercó a mí. Me dio un beso en la sien mientras comenzábamos a andar. Llegamos al parque de al lado de casa, los dos, sin decir nada, fuimos directos hacia nuestro banco. Aquel banco donde habían pasado

tantas cosas bonitas como cuando me pidió salir, donde nos dimos el primer beso y me espetó el primer te quiero.

—Te noto rara —dijo en un tono preocupado—. No has hablado en todo el camino, ¿Te pasa algo?

—Lo siento, estoy un poco agobiada, ya sabes que no estoy muy bien, acabamos de empezar el instituto, no estoy con mis amigas, ni siquiera voy a la misma clase que tú. Me siento sola. —dije entristeciéndome cada vez más.

—No estás sola, tienes a Mara, tienes a Lea, a James, me tienes a mí y a toda tu familia. Todos te queremos, y nunca dejaríamos que te pasase nada—. Hizo un vago intento de ayudarme. Sabía que era muy difícil que mi ánimo subiera cuando me sentía así—. ¿Sabes qué vamos a hacer tú y yo ahora mismo? Vamos a ir a comer un helado. Sé que te encantan y que eso va a hacer que estés un poco mejor.

Comenzamos a caminar, mi cabeza no dejaba de dar vueltas. Millones de pensamientos iban y venían. No me apetecía ir a tomar un helado, pero sabía que Aike lo hacía para verme bien, así que iba a hacerlo por él.

«Quizás se preocupa tanto por ti porque quiere dejarte. No, es imposible. No, no lo es, has estado rara con él desde hace bastante tiempo. Seguramente se había cansado de mí. Estoy segura de que ha encontrado a alguien mucho mejor que tú. Normal».

—Keira, ¿me estás escuchando?—hizo que saliese de mis propios pensamientos, mientras me dedicaba una mirada confusa—. Hace bastante rato que te estoy hablando y no me estás escuchando. ¿Estás bien? ¿Quieres volver a casa?

Dentro de míWhere stories live. Discover now