Capítulo 1

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Evan

Tomo el control remoto que se encuentra en el reposabrazos del sillón. Enciendo el televisor en busca de alguna película o serie que me ayude a pasar el rato, gracias a que terminé con todos los quehaceres del hogar.

Muy bien, tengo tiempo libre hasta las cuatro, pienso mientras cambio de un canal a otro. Tras pasar por varios, me detengo en uno de noticias, y no porque me gusten, sino por el titular que muestra: "octava víctima por abuso sexual en el Barrio La Playita".

Atento a lo que narra la reportera, escucho que la víctima fue una mujer omega de veintidós años. Ella se dirigía a su casa a las diez de la noche como siempre lo hacía después de un largo día de trabajo. Hasta ese momento nada malo había ocurrido, no obstante, media hora después, su periodo de celo llegó. Sumado a esto, se topó con un hombre alfa que se hallaba en estado de embriaguez.

El hombre en su defensa argumentó de que no fue culpa suya, sino de ella por estar en la calle a altas horas de la noche aun teniendo su celo, lo cual eso resultaría como una invitación para cualquier alfa a que la tomara.

—Ojalá se pudra en la cárcel. —Apago el televisor.

La parte más difícil de la vida la han llevado los omegas, aparte de las mujeres que sufren acoso a diario. Un claro ejemplo de ello ha sido la víctima que apareció en la noticia. Sin embargo, desde hace siete años atrás, con la creación de un supresor efectivo que ayuda a como su palabra lo indica, suprimir durante el celo la segregación de feromonas que inducen a un alto deseo sexual, las altas tasas de violación que existían en ese tiempo han bajado en gran medida en la actualidad.

«Soy afortunado al no pasar por una experiencia así, aunque no puedo decir lo mismo del amor».

Mis pensamientos son interrumpidos con el sonido de la puerta de entrada que trata de ser abierta.

—Evan, recuérdame cambiar la cerradura de la puerta la próxima semana —dice mi prima al lograr ingresar a la casa.

—Bien, te lo recodaré si no se me olvida —bromeo, viéndola dirigir sus pasos hacia la cocina.

—Tonto, así no puedo confiar en ti. —Saca de la nevera una botella de agua—. Tendré que encontrar un compañero de cuarto que te sustituya —informa siguiéndome el juego.

—Sabes que nadie me podría reemplazar por más que busques. —Agarro del bolsillo de mi pantalón el celular para ver la hora y reviso si tengo algún mensaje—. Además, nadie estaría dispuesto a hacerte la comida y limpiar tu chiquero. Es un completo desastre cuando dejas acumular la basura.

—Bueno, en eso tienes razón. —Se acerca hasta la mesa que queda al frente del sillón en el que me encuentro y se acuesta en la alfombra—. Pero no es mi culpa que no pueda limpiar mi propia basura, ya que la universidad me quita las ganas de ser productiva.

—No saques excusas. —Guardo el celular al no haber ningún mensaje. Cierro los ojos por unos breves segundos, y el deseo de tomar un pequeño descanso se apodera de mi cuerpo—. Dormiré por un rato antes de ir al trabajo. Despiértame, si ves que no me levanto con la alarma. —Me retiro de la sala para ir a mi cuarto.

Ya en él, escucho a mi prima gritar que le debo un helado.

***

Apresuro mis pasos para llegar a tiempo a la heladería. A pesar de que faltan diez minutos para las cuatro y el camino que me queda por recorrer es poco, no pierdo el ritmo con el que marcho, pues no me gusta dar la impresión de un empleado despreocupado.

A dos puestos de comida para estar por fin en mi lugar de trabajo, me detengo en uno que se especializa en platillos veganos. Ahí, lo primero que hago es calmar mi respiración agitada. Después, tomo del bolso que llevo un espejo junto a una toalla. Limpio el sudor de mi frente, y luego miro mi cabello, el cual está un tanto desaliñado. Lo ordeno rápido dándole el aspecto que deseo.

Un Final Junto A TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora