Eran al menos las 2 de la mañana cuando supo que ya no quedaba nada de su persona en su cuerpo, nada que él pudiera reconocer al menos. Ahora solo era una pequeña pila de vergüenzas y arrepentimientos que permanecia oculta bajo las cobijas de una cama ajena, con la mirada clavada en algún punto de una habitación que se sentía de todo menos familiar o acogedora.Ni siquiera quería voltear a ver a la persona que acababa de usarlo. Usado, así se sentía, pero ¿puedes realmente sentirte usado si fantaseas con alguien más mientras te acuestas con alguien? Tom supuso que no.
Y ahí se quedó hasta la mañana siguiente, clavado en la cama, intentando adivinar vagamente qué le cruzó por la mente cuando decidió meterse con un hombre casado, él, Tom, el respetable anfitrión de un club.
Escuchando el eco de los obscenos sonidos y sintendo el fantasma de los toques lascivos.
Solo por un segundo quiso imaginar que el pelaje amarillo de Eddo eran las rosadas plumas del objeto de su amor, sin embargo su mente insistía en recordarle a quién estaba besando y manoseando.
Sin darse cuenta llegó a la mitad del día, atendiendo clientes y sirviendo bebidas, sin saber si la botella de licor que tenía en la mano era para servir o para tomarsela él.
Viendo a la gente pasar, a Blair, su coanfitriona, amenazando con cortar los cables para las luces del letrero del club, a Dean, su otro coanfitrión acosando a Blair.
Anhelando que fuera media noche, anhelando poder ver entrar a la única persona que le interesaba o importaba, deseando que ese fuera el momento cuando finalmente tomaría coraje y le diría la verdad. Aunque no estaba seguro de poder verlo a la cara después de todas las cosas que cruzaron su cabeza anoche.
Imaginó la puerta abriendose, la elegancia de sus caderas moviendose de arriba a abajo mientras caminaba hacia la barra en sus tacones altos, todas las perfectas facciones de su rostro formando una mueca impasible, siempre tan indiferente.
Excepto para él, no había secreto que sus brillantes ojos negros pudieran ocultarle, no había sonrisa sin esbozar de la cual no se diera cuenta, no había angustia en su voz que no quisiera morir por consolar.
Y aún si Aki era un libro abierto para Tom, jamás había podido saber si él lo amaba de la misma manera.
Y así pasó el tiempo, agonizantemente lento, una hora, dos, seguía sin llegar, tres, cuatro, su mente se indundaba de escenarios improbables y trágicos sobre accidentes de tránsito y muertes demasiado dignas para una prostituta, cinco y...
-Tom, hay que cerrar.
La voz le arrancó la esperanza en tres palabras.
No quería, no podía, no debía.
Era la primera vez en meses que no sentía su presencia. El sonido de la puerta seguido de su particular taconeo, la hipnotizante fragancia a colonia barata que de alguna forma él hacía oler como el más caro perfume, la bella canción sin musica que salía de su boca cuando hablaba.
No había forma de que pudiera soportar una noche sin su compañia, una noche sin tener el privilegio de ser la única persona en la habitación que podía ver tras la fachada de apatía y confianza.
-No quiero cerrar ahora, Blair. ¿Por favor?
-¿Esperamos a alguien?
-Si...¡No! solo... no creo que venga ¿de acuerdo?
-¿Esto es sobre Dan?
-¿¡Qué?! ¡No! ¡Mierda, Blair no! esto no es por Dan.
-Es por el pajarraco ese rosado, ¿verdad?
-¿Y a ti que te importa, enana metida?
-Si tú no cierras voy a cerrar yo -le advirtió Blair mientras le arrebataba las llaves del local a la mesa.
Tom no pudo hacer nada más que quedarse mirando, derrotado y desde lejos, como la única esperanza de encontrarse a su amor esa noche se desvanecía en el click de una cerradura.
Permaneció con la cabeza agachada, manos y pies inquietas sin saber que hacer, solo atinando a quedarse quieto, callado y sin protestar en su lugar.
Después de ver a su coanfitriona marcharse con una última mirada de desdén hacia él, Tom emprendió camino hacia la trastienda, y no bien amagó bajarse de la silla sintió su teléfono vibrar en el bolsillo de su pantalón.
El corazón se le atascó en los ojos cuando leyó el nombre del remitente.
Su celular deslizandose de sus manos temblorosas; casi vomitando por solo pensar en contestar.fin del cap I supongo????
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el amor es una magia....[aki x tom]
RomanceTom es el dueño de un reconocido club social, y ni su estatus social ni su baja autoestima le impiden enamorarse de Aki, un prostituto de pacotilla que visita a menudo su club. Tampoco le impiden acostarse con Eddo, inversor magnate que además de se...