Capitulo II.

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La única cosa que lo mantenia con la cabeza fría era esa silla. La silla, muy alta para él, era irónicamente lo que lo mantenía con los pies en la tierra; mientras se pintaba los labios, se delineaba los ojos o deslizaba los tacones en sus pies, esa silla era su único lugar en el mundo.

El único lugar donde se sentía como una persona, talvez, muy probablemente, porque tenía el gran espejo del tocador para comprobarlo en cualquier momento que levantara la cabeza.

El latex negro combinaba con sus ojos...quizá con su alma. Casi sonrió con su propio chiste.

Sin embargo en el escenario era distinto, las luces violetas y la niebla artificial lo hacían sentir más bien como una máquina.

Girar. Saltar. Bailar.

Las mismas tres acciones que repetía todas las noches, reproduciendolas con tanta vivacidad que lo hacían sentir muerto.

No era nada más que una muñeca de trapo cuyo interior había sido arrebatado de sí y acomodado para sofocarle.

Todo era simplemente demasiado, la música, las luces, las miradas, su baile, el propio asco que se tenía.

Necesitaba un cigarro.

Antes de trabajar en el burdel creía que el descanso era para los muertos, y ahora no quería nada más que descansar, olvidarse por un momento de su existencia y ser feliz.

"Feliz." Pensó Aki, dejandose perder en su pequeña esperanza de una vida mejor mientras inhalaba el aire envenenado de tabaco.

Se imaginó en una casa de campo, casado, cocinando la cena después de un día en el lago, escuchando la lluvia golpear en la ventana y alguna canción hecha de estática sonando en la radio.

El sonido de una llave girando en la cerradura y el de una puerta de madera rechinando para dejar entrar a su amante lo hicieron sonreir al instante.

Se sintió a si mismo reir de forma liviana, por primera vez en mucho tiempo, gracias al imaginado abrazo por detrás y casto beso en la nuca.

«—¿Qué cocinas

Eso lo sacó de su fantasía inmediatamente pues ¿por qué... por qué habría pensado en Tom?

Había escuchado con claridad la dulce voz del pato, cosa que lo desconcertó, pues apenas lo había conocido hace unos meses.

Se miró las manos, consternado, no le gustaba en lo absoluto hacía donde iba la cuestión. No podía permitirse aquello.

Sin embargo, su momento de reflexión se vió interrumpido por la presencia de su patrón, Cyber.

—¿Qué carajos haces aquí afuera? ¿Tú te crees que yo te pago para que vengas al techo a hacerte la perra interesante? ¡Vuelve al trabajo! -exigió Cyber, mirando de arriba a abajo al pájaro, el cual seguía con el cigarro en la mano.

Profundamente ofendido con la altanería de su patrón, Aki respondió casi de forma instintiva:

—¡Pues para la puta miseria que me pagas lo mínimo que podrías hacer es dejarme salir a fumar! -Exclamó él, con una mano en el pecho, casi sorprendido de su propio arranque de dignidad.

No era como si Aki tuviera realmente algo que perder; poco más podía importarle su vida. Una vida gastada, perdida entre vicios y miseria, arruinada entre sueños y esperanzas. De todas maneras, responderle así a alguien como Cyber definitivamente no era buena idea.

No se defendió de ninguno de los golpes que recibió, no valía la pena. Cyber tenía la fuerza como para dejarlo sangrando, apenas sosteniendose del borde del edificio y con heridas que su maquillaje no iba a cubrir, pero no tenía la fuerza para matarlo. O las ganas, realmente.

Su patrón observaba fijamente su figura retorcerse de dolor, y con todo el desdén que podía conjurar le dedicó unas palabras finales:

—Y no te apegues demasiado a esos cigarrillos. No podrás bailar si estás en quimioterapia.

Aki se negó a quedarse callado. Algo en la parte de atras de su mente le decía que talvez tenía que ver con Tom haciéndolo sentir como una persona, con dignidad y honor y esas cosas que las personas que no trabajan en burdeles de mala muerte tienen, pero no quiso quedarse en ese pensamiento más de los dos segundos que tardó en formular una respuesta.

—Buena idea. Creo que voy a consumir heroína ahora, ¡házme un favor y pregúntale a tu marido si no tiene una puta dosis de sobra!

Realmente se había ganado el puñetazo que lo dejó en el piso... También el escupitajo, ya de paso.

Y allí se quedó. Yacía en el suelo, solo.

Sentía la piel pesada sobre los huesos, su cuerpo bien podría haber echado raíces.

Ni siquiera podía molestarse en pensar en la interacción que acababa de tener con él, tal vez ni siquiera en la saliva que se secaba en su mejilla.

Talvez se habría quedado solo para siempre.

Se preguntaba si lo mejor era simplemente rendirse. La vida no lo valía, no la suya al menos. Habría sido tan fácil morir, en ese momento, ahí. Cerrar los ojos y dejar de pensar, de existir, dejarse envolver por la cálida negrura del más allá.

Intentó morir con todas sus fuerzas, pero había algo que no quería perder, no sabía exactamente el qué, el pensamiento se iba y volvía, le recordaba al mar.

... Mar...

«—¿Nunca viste el mar? —se reía incrédulo— ¿Eres un pato y nunca has visto el mar?

Tom se sonrojó, escondiéndose en su copa de vino.

Oye, no es como si no supiera nadar, simplemente nunca he visto el mar ¡Yo no tengo la culpa de que la Revolución Industrial haya sacado a mis ancestros de los mares y los haya traído a la ciudad!

Aki realmente no sabía de dónde diablos sacaba Tom tantos tangentes extraños cuando estaba ebrio, pero decidió que, de hecho, le agradaba.

Y siempre era un plus verlo sonrojarse, pero no es como si fuera admitir eso.

Te diré algo —Hizo una pausa. —. Voy a llevarte a conocer el mar algún día, vas a ver.»

Sí, aún tenía una cosa que hacer antes de morir. Y Dios sabe que pensaba hacerla.


















????????parte dos?????????? porque puedo?????????? wtffffffffff

el amor es una magia....[aki x tom]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora