𝐔𝐧𝐟𝐚𝐧𝐝𝐢𝐧𝐠 𝐅𝐥𝐞𝐮𝐫 [𝐋.𝐒]

𝐒𝐞𝐮𝐥𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭

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Louis Tomlinson era hermoso. Incluso hermoso era un eufemismo para describirlo.

No sabe cómo ni cuándo, pero muchos sentimientos acabaron floreciendo en su pecho por aquel castaño de piel blanca, facciones delicadas, ojos azules, labios color cereza.

De esa tierna sonrisa, de ese cabello tan suave como un cendal, de esa arruguita en los costados de sus ojitos que se le forma al reírse, de ese pequeño lunar que tiene debajo a la izquierda de su cuello.

Es como una bella flor que debe cuidar y dar amor. Una flor que debe proteger de cosas que lo puedan dañar, una flor que destaca entre tantas de un jardín lleno de ellas.

Louis es similar a una aquilegia, lleno de inocencia y pureza; aunque también como un girasol, lleno de alegría, como un rayo de sol. Quizás también como la flor de loto, llena de gracia.

Es tan bonito que incluso si lo comparase con 100 flores, él sería más bonito.

Y es que recuerda cómo su madre le decía que todas las personas eran una flor: algunas son narcisos, egoístas; otras un azafrán, llenos de sabiduría.

Pero Louis, oh Louis Tomlinson, el chico que la gente compararía una flor con su belleza y no su belleza con una flor.

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"¿Uh?", preguntó confuso el pequeño ojiazul que estaba en el balcón de su pequeña casa compartida con sus padres.

Harry miró hacia arriba, donde vivía el chico que hacía que su estómago tuviera un prado lleno de mariposas.

Su casa era solo de dos pisos, por lo que Louis no estaba tan lejos de él.

El ojiazul llevaba una camisa holgada de un color anaranjado pálido, junto a unos pantalones vaqueros azules, también claros. Se encontraba apoyando sus manos en las barras de aquel balcón, el cual tenía varias plantas decorativas.

¿Cómo decirle que a pesar de tanta naturaleza rodeando su hogar el pequeño ojiazul era más hermoso?, ¿cómo decirle que brillaba incluso sin ese reflejo del sol del amanecer en su bello rostro?

"Bu-buenos días", tartamudeó el mayor de ambos, un rubor apareciendo en sus mejillas, evitando la mirada al sentir sus piernas temblar.

Louis ladeó la cabeza cuando vió cómo Harry dejaba un ramo de flores blancas en la puerta de su hogar. El ramo envuelto de un papel azul pálido y un lado blanco, donde pudo ver que colgaba una nota en él.

Y justo cuando le iba a preguntar, vió cómo el chico de rizos salió corriendo sin decir nada más, solo dejando la nota y las flores en la puerta de su casa.

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"¿Le diste unas qué?", pregunta Niall, frunciendo el ceño.

"Gardenias, significan 'amor secreto' ", explica sonrojado.

El rubio ríe suave.

"Me van a dar diabetes."

Harry entrecierra los ojos, puchereando, hasta que el rubio murmura un "oh, cierto" mientras busca en su mochila algo que él no sabe aún.

"Yah, toma."

El de rizos mira curioso la bolsa que le da su mejor amigo, notando rápidamente que son semillas.

"Mi tío lejano trabaja en una floristería y ayer nos vino a visitar pero mi mamá es alérgica al polen, así que no las podremos cuidar", explica mientras los ojos del menor se iluminan, "no sé de qué flores son la verdad, pero tienen su etiqueta ahí."