Capitulo 7

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Sunoo y Jake se habían ido de La Ciudadela apenas el tema de Jun quedó olvidado, el menor veía pasar las luces de las calles rápidamente por su ventana. Sumidos en un silencio ambos chicos viajaban a sus casas, el pelirosa sabía que su acompañante había pasado por mucho esa noche y por eso no lo presionó, dejó que se sumiera en sus pensamientos todo el viaje.

Se despidieron cuando llegaron a la casa de Jake y él entró silenciosamente, colgó su chaqueta nueva (que esperaba recordar devolverle a Won) y tiró sus llaves en el contenedor de la entrada. Se sacó sus zapatos y despeinó su cabello lleno de gel, suspirando se arrastró hasta el sofá y encendió la TV.

Vin Diesel se mostraba en la pantalla junto con su pandilla y sus autos de alta gama, parecía que el destino jugaba con la mente de Jake y quería terminar de molestarlo poniéndole "Rápidos y Furiosos".

Apagó todo y se fue a la cocina a prepararse un café, debía terminar unos trabajos de la empresa y enviárselos a su padre. Definitivamente esa noche no dormiría.

Cuando hubo terminado todo eran las tres de la mañana y sus ojos se cerraban solos, se colocó su pijama y se acostó.

Mañana sería un nuevo día.

(...)

―¡Vamos, Chenle, muévete!

Su padre había salido con cosas de último momento y todos en la empresa estaban corriendo, un Shim enojado no era bueno.

Las asistentes se movían rápidamente con carpetas y tazas de café humeantes que desaparecían en minutos, Jake seguía mandando a sus empleados mientras que terminaba él sus tareas asignadas.

Habían pasado un par de semanas en dónde el trabajo era lo único que ocupaba su mente, Sunoo y él ya no hablaban mucho desde el incidente en la Ciudadela y eso lo molestaba porque en esos momentos de estrés: donde su padre consumía su energía, Kim era el único que lograba sacarlo.

Jake suspiró y se acomodó en la silla negra del escritorio, tomó el móvil y abrió la galería logrando ver un par de fotos que los corredores se habían sacado junto a él. Sonrió al ver a Golden y Jay haciendo muecas a la cámara, no se acordaba cuando le habían quitado su celular para usarlo. Se sorprendió cuando la foto de Sunghoon en el capó de su auto, junto a su típico cigarro, peinandose los cabellos, apareció en la pantalla. Definitivamente él no había sacado aquella imagen pero en su interior agradecía a quien lo hubo hecho pues el líder de los corredores se veía muy bien en ella.

Acercó la imagen y se lo quedó viendo unos segundos, ¿qué era ese algo que lo llamaba? Sunghoon tenía una especie de hechizo que hacía que al verlo, el rubio no pudiera despegar los ojos y eso en parte le encantaba pues la vista era maravillosa. Bloqueó el móvil y se dispuso a trabajar, aunque su mente seguía revoloteando en la Ciudadela y en cuanto ansiaba ir de nuevo, deseaba sentir eso que había sentido estando allí. Esa especie de libertad y emoción constante.

El sonido del elevador de la empresa sonó pero el rubio lo pasó por alto y siguió tecleando en su computadora, cuando sonidos ahogados salieron de las bocas de las mujeres ahí si decidió mirar a quién interrumpía esas horas preciadas de trabajo.

Un par de botas de material charolado golpeaban el piso blanco de la institución, Park Sunghoon vestido con pantalones apretados negros acompañados de una camiseta gris, una campera y arneses en el cuerpo, se hacia presente frente a sus ojos.

Jake boqueó sorprendido, sus manos dejaron de escribir y de pronto sentía calor.

Oh Dios, creo que acabo de invocarlo. ¿Fue por qué pensé tanto en él?

El mayor se detuvo enfrente de la oficina del rubio y sonrió sacándose la paleta sabor a frutilla que tenía en la boca. Su pelo estaba peinado hacia arriba y un par de trenzas adornaban el costado de su cabeza.

gasoline and fire ✧ jakehoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora