2/2 - La Realidad Que Mereces

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—Soy Ni-Ki, el amigo que deseaste

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—Soy Ni-Ki, el amigo que deseaste. —Se presentó, inclinando la cabeza hacia un lado con ternura.

—Mientes, mi amigo es este peluche, él se llama Ni-Ki, no tú. —Aclaró Sunoo, aguantando el nudo en su garganta y armándose de valentía para enfrentar al desconocido.

—En parte es verdad, pero fue a mí con quien jugaste anoche… Por cierto, tenías razón, ¡puedo beber lo que sea que imagine! —Exclamó el pelinegro con emoción, dando otro trago al liquido rosa en su vaso.

Sunoo estaba extremadamente extrañado por la situación, es decir, ¿Su deseo de había cumplido así como así? ¿No había un pero? ¿Una advertencia?

—¿Cómo sé que no me estás mintiendo? —Preguntó Kim, abrazando entre sus brazos al peluchito que había provocado todo.

Ni-Ki bufó y rodó los ojos, dejó el vasito en la mesa y se paró de golpe, apretó con mucha fuerza sus ojos, como haciendo un enorme esfuerzo físico para algo.

Y de pronto, ya no estaba.

Sunoo giró su cabeza hacia todos lados, desconcertado.

Pero luego, algo se removió en sus manos.

Observó más abajo y entonces vio al peluche que previamente tenía abrazado, levantando una ala (o brazo) para saludarlo, moviendo con emoción la extremidad de un lado a otro.

Kim aventó el peluche al suelo, logrando que Ni-Ki saliera de inmediato del mismo, sobando su cabeza mientras soltaba un quejido.

—¡Bobo, no porque sea de peluche significa que no me duele! —El pelinegro lo observaba con los ojos cristalizados, sus labios puchereaban.

Sunoo se alejó del otro con rapidez y buscó en el interior de una de las múltiples cajas de juguetes que había en su habitación, hasta que encontró lo que buscaba.

Un botiquín médico.

Tomó el botecito del fondo, en letras descuidadas y coloridas por la pluma de brillos con la que fue escrito, decía: “crema curatodo”

Sunoo hizo como si virtiera un poco de la crema en sus manos, que para su sorpresa, por primera vez desde que tenía el botiquín, sí salió una sustancia del bote. Con inseguros pasos se acercó al niño. —Supongo que si dices que tenía razón… Esto debe funcionar.

Y acarició su cabeza, o mejor dicho, aplicó la crema en donde se suponía le dolía a Ni-Ki.

—Es mágica… Tiene que ser instantánea también, ¿cómo te sientes? —Sunoo tenía miedo de haber herido al chico, aunque no lo conocía tampoco era razón para hacerle daño.

Ni-Ki sonrió de nuevo, observando ahora con ilusión al castaño. —¡No me duele nada! ¡Muchas gracias, Sunwoo!

Kim se encontró siendo envuelto en un delicado abrazo de Ni-Ki, y Sunoo pensó que tal vez, él sí era el amigo que había deseado.

𝐓𝐢𝐬𝐬𝐮𝐞 | SunKiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora