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Sam estaba teniendo un ataque de pánico y Dean estaba lejos, demasiado lejos para su gusto. Había peleado con Sam, se había ido a un bar a beber e ignorar el asunto, como solía hacer cada vez, de la misma manera en la que había ignorado todas sus llamadas. Atendió la única de Castiel, justo tres horas después de haberse ido. Maldijo entre murmullos, medio borracho, disculpándose con la atractiva rubia que lo miraba como si fuese el primer bocadillo después de un día entero en ayunas.

En el momento que captó la preocupación filtrándose en el tono siempre inexpresivo de Castiel, Dean prácticamente le lanzó un puñado de billetes arrugados al hombre detrás de la barra y corrió hacia el Impala, repentinamente mucho más sobrio de lo que había estado en la pasada hora y media.

-No sé qué le sucede. - repitió Cas, frustrado. - No respira bien, tiembla. Dice que le duele el pecho, pero no está herido, Dean. Se lastimó el brazo, estoy intentando que no se muerda.

-Bien, bien Cas. No lo dejes hacerlo.

Giró la llave, el motor ronroneó y Dean se maldijo a sí mismo por no aprender de sus errores. Inhaló con fuerza, clavó el pie en el acelerador. Podía hacerlo, estaba al otro lado del pueblo, pero podía llegar a tiempo. Repasó todo lo que solía hacer para consolar a su hermano. Repasó todo lo que había leído hace años que debía hacerse en una situación así, cuando aún era un adolescente y Sam temblaba luego de abandonar un nuevo pueblo.

-Cas, busca algo de hielo y pónselo en la nuca o una mano.

El sonido de algo cayéndose, uno, quizás dos minutos de silencio, Cas habló al otro lado de la línea.

-No parece estar funcionando.

-Pregúntale si puedes tocarlo.

Se escucharon unos murmullos, un gruñido bajo y algo que pareció un "Dean" gutural y furibundo.

-No respondió, ¿ahora qué?

- ¡POR DIOS CASTIEL! - toda la paciencia de Dean se agotó mientras el Impala alcanzaba una velocidad demasiado peligrosa para manejar por una urbanidad. - Hazlo respirar más lento. Qué te imite a ti.

- Yo no respiro.

- ¡Entonces empieza a hacerlo!

Y colgó la llamada, tirando el celular hacia algún lugar en el asiento trasero.

Cuando estuvo en el motel, prácticamente derrumbó la puerta de la habitación. Llegó como un torbellino ruidoso y desesperado, pronto se sintió fuera de lugar. El ambiente en la habitación era supremamente silencioso, Sam recostado en el centro de una de las camas, con la cabeza sobre el regazo de Castiel. El ángel mantenía una mano tendida, brillando suavemente azul pálido sobre el pecho del humano, quien tenía los ojos cerrados y cuyo único indicador de que no estaba dormido eran sus manos temblorosas. Dean se acuclilló a un lado de la cama, una sonrisa débil causada por el alivio y buscó agarrar una de sus muñecas, corroborando que el mordisco nuevo no sea demasiado profundo, no sangrara ni dejara una futura cicatriz.

-Hey Sammy.

Apenas susurró, siendo respondido únicamente por un ceño fruncido y un gruñido. La mano en su pecho se presionó un poco más, ojos azules expectantes ante cualquier emergencia. Algunos latidos pasaron, Sam suspiró y se levantó, demasiado lentamente, con Castiel observándolo como si fuese a derrumbarse en cualquier momento. Se acomodó el largo pelo detrás de las orejas e intentó, con todas sus fuerzas, sonreír.

Dean no lo sacó a toda velocidad del motel comohabía hecho la última vez. En su lugar, le ofreció una cerveza y mientras abríauna para él mismo, murmuró un "Buen susto el que le diste a Cas ¿Eh?"y con eso dejaron zanjado el tema, encendiendo el televisor para evadir el silencioincómodo que se instaló entre ellos como una sombra densa e insoportable.

Ansiedad - SupernaturalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora