Era de mañana, Estelle y la señorita Hirota estaban preparando el desayuno, mientras que el señor Hirota estaba en una reunión en su oficina, y los hermanos terminando de asearse para el día que los esperaba.
Maki entraba al cuarto de la niña con una caja de herramientas, al igual que unos pedazos de madera.
- ¿Qué haces Mak? -cuestiono la menor, sentadita en la cama, coloreando mientras esperaba al llamado del desayuno.
- Tapar tu ventana.
- Pero...¿por qué?
- Ordenes de papá.
La castaña solo se quedo callada, viendo como su hermano tomaba la escalera apoyada en el otro tramo de la habitación, para ponerla por donde estaba la dichosa ventana.
Sabían los dos perfectamente que si algo era una orden de papá, no podían rechistar, hablar u opinar, estaban acostumbrados a eso.
Ryu se dedico a ver como su hermano tapaba su -lo que era antes- única vista a la "granja", como ella seguía pensando que era.
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- Niños, su madre ya puso la mesa, vayan a servirse de comer.
Estelle levanto la voz entre los pasillos del cuarto de Maki y Ryu, haciendo despertar de nuevo su hambre.
La familia estaba completa en el comedor después de unos cinco minutos, sirviendo la comida en cada uno de sus platos.
- Ryu. -llamó el padre.
- ¿Si?
- ¿Maki hizo lo que le dije en la mañana?
Maki miró rápidamente a su hermana, advirtiéndole con la mirada "cuida tus palabras". Pero al parecer, la pequeña no entendía nada de lo que quería decirle.
- Si...Maki ya...ya tapo la ventana como le dijiste.
Su madre miró con confusión al padre, haciendo que Maki se sintiera tenso y Ryu incómoda.
- ¿Dije algo malo? -susurro al aire.
La mujer dio una última mirada acusadora a su esposo, volteando su rostro y respondiendo a la pequeña:
- No. Hiciste bien en decirlo Ryu, gracias.
A pesar de esas palabras, la niña sentía que de verdad había dicho algo malo, y siguió con su carita triste por el resto del desayuno.
Maki solo quería mostrar que no le importaba el tema en absoluto, pero, joder. Se sentía nervioso de estar de nuevo en problemas con su padre, no quería volver a lo de siempre.
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La oficina del señor Hirota en su casa de Berlín siempre había sido oscura, fría, húmeda, y constantemente emanaba un olor a tabaco.
Las cosas no habían cambiado mucho ahora en su nueva casa, seguía teniendo las mismas características que la anterior, solo que ahora empezaba a oler a café mezclado con el cigarro -por las múltiples tazas que tomaba en el día para tener un buen rendimiento en su trabajo-.
Siempre que Ryu o Maki estaban en problemas mayores, su padre los llamaba a este lugar peculiar, sin saber que sus hijos le tenían algún tipo de temor a dicho sitio.
Ahora estaban los dos sentados en un sillón de la oficina, esperando a que su padre termine de hacer lo que sea que estaba haciendo, para que por fin vieran cual era su "castigo".
- Si. Nos vemos mañana. Hasta luego.
Colgó la llamada y se dirigió a su oficina, haciendo que los hermanos entraran en una especie de pánico.
Sin mirar a los menores, volvió a su asiento detrás del escritorio.
Pareció pensar un poco antes de hablar. Bajó su cabeza y dio la vuelta a unos papeles que tenía en la mesa. Y lo que fueron unos segundos, se sintieron como horas para el par.
- ¿Saben lo que le paso a su madre? ¿El por qué ahora la están atendiendo unos doctores?
Los contrarios se miraron entre sí y volvieron a sus posiciones, quedándose callados por un rato.
- Me imagino que no.
Empezó a acomodar más y más papeles y a lo que parecía ser, empezar a garabatear en ellos.
De verdad nunca pudieron entender los cambios drásticos en su padre. Había veces en las que parecía un papá dulce, comprensivo, bastante permisivo y optimista. Pero también había ocasiones en las que simplemente se portaba como una bestia, lastimando a Maki -a veces no solo verbalmente-, a su madre y a su hermana.
A pesar de que parecía molesto, no se mostraba tan frustrado como anteriores veces.
- Ryu...Ryu no tiene la culpa.
El mayor detuvo sus movimientos, levantando lentamente la mirada.
- Y-yo no le dije que tuviera cuidado con sus palabras.
Nunca antes el señor Hirota le había tocado un pelo a Ryu, siendo la única a la que la hacía sentir mal solo emocionalmente. Pero Maki tenía miedo, sentía que algún día su padre iba a pasarse de la raya y el no iba a poder hacer nada.
Mientras tanto, el mayor solamente se dedicaba a mirar a los chicos con su rostro neutral.
- ¿Algo más? -hizo unas muecas de desinterés.
El mitad japonés pensó un momento, y quería hablar, pero no le salían las palabras de la boca.
- No tienes que ponerle un castigo a ella. - alcanzó a decir a duras penas, como si lo dijera para sí mismo.
- Y-yo, yo tomaré la responsabilidad.
- Maki...no... -la pequeña susurro mirando con ojitos aguados a su hermano, suplicando con la mirada.
- Ryu.
La nombrada tembló por el tono de voz de su padre.
- Sal de la oficina y ve con Estelle a ayudarla.
- Pero, papá...
- ¡Es una maldita orden!
Estaba a punto de llorar, eso se veía, y con la voz demandante de su progenitor no pudo evitar hacer lo pedido con cierto miedo.
Antes de cerrar la puerta, se quedo viendo hacia Maki, formando la frase "después curaré tus heridas" con su boca, sin emitir algún sonido.
Cuando la menor se fue, Maki se sintió como una mierda, mucho más cuando vio a su padre ponerse de pie, y dirigirse hacia el. Así que solamente se tenso, entrecerrando sus ojos para lo que venía.
Pero, en ese momento, en el mismo que sintió su mejilla izquierda arder, y sus labios sangrar, deseo que Ryu se durmiera temprano para no decepcionarla y preocuparla.
tal vez algunos puntos no se explicaron detalladamente en este cap, pero en el que sigue tendrán sus explicaciones. sooo esperenlo :3
tomen awita, y nunca olviden que los amorado <3
- May 💌💌
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Entre dos mundos [Takimaki]
FanfictionEl holocausto no fue una época muy buena para los judíos, claro está. Habían algunas personas que no tenían mucha suerte, así como Taki. Hijo de madre alemana y padre japonés, los tres perteneciendo a la sociedad judía. Pero habían otras personas qu...