Verónica siempre fue catalogada como una persona más dentro de la comunidad estudiantil, con aspiraciones a convertirse en una increíble ingeniero capaz de sistematizar la mayor cantidad de procesos posibles para no verse forzada a tener contacto con algún otro humano.
Siempre había mostrado ese desinterés hacia los demás, los únicos testigos de lo que realmente era, eran unas muñecas de trapo que aprendió a hacer cuando tenía 8 años. Se podía decir que eran sus mejores amigas, le gustaba porque no la contradecían y podía contarles todo sin que salieran corriendo.
Realmente nunca destacó entre los alumnos, hasta que el 31 de octubre de 1987 una chispa encendió la flama de su locura, era sábado por la mañana cuando Verónica se dirigía a la escuela con su muñeca en mano, sólo le quedaba un ojo de botón y su brazo se estaba desprendiendo, así como una parte de su cabeza calva y su pierna mordisqueada por un perro hace dos años.
Había un evento en la escuela y tenía que ir para completar unos créditos: maldita escuela. La odiaba, odiaba a todos, había veces que sólo quería llegar e inhalar el olor a putrefacción de los cadáveres de sus compañeros.
Luis se acercó a ella antes de que se sentara y la jaló de la mochila: "Miren nada más, nuestro pequeño fenómeno vino a la escuela" exclamó mientras sus compañeros se reían. Cuando menos se dio cuenta, la muñeca estaba en manos de Luis y luego en un charco de lodo afuera del salón. Salió rápidamente para tomarla entre sus manos, pero Luis fue más rápido y corrió con la muñeca entre sus manos en dirección a una zona más bosoca de la escuela.
Cuando Verónica por fin lo alcanzó, se detuvo frente a él con las manos apretadas y una mirada que bien podría matarlo. "Dámela antes de que sea demasiado tarde para arrepentirte" dijo la castaña mientras apretaba más sus puños. "¿Y qué puedes hacerme? No eres más que una ridícula niñita con su mugrosa muñeca" argumentó mientras terminaba de arrancar la pierna de la muñeca y su relleno caía entre el lodo y la lluvia.
Luis se dio la vuelta para regresar al área donde estaba su salón, y justo cuando le dio la espalda a Verponica, la muñeca tomó una pluma de la mano de Luis y la enterró en su cuello. Luis cayó de rodillas mientras tomaba su garganta y comenzaba a toser sangre; quería gritar por ayuda o correr devuelta con los directivos, sin embargo, apenas comenzó a arrastrase cuando Verónica lo tomó de la camisa y lo tiró de espaldas al piso. Comenzó arrastrando sus largas uñas por su rostro hasta bajar a su bolsillo derecho, que era el lugar donde la muñeca se había refugiado después de apuñalarlo.
Verónica colocó la muñeca al lado de su rostro y sacó unas tijeras de su mochila; comenzó a arrastrar la punta sobre su pecho hasta llegar a su estómago, donde hizo un corte rápido y profundo, introdujo su mano hasta llegar a su corazón y empezó a apretarlo, primero fuerte y luego lento para apreciar la cara de su compañero. "Nunca vuelvas a tocar a mi muñeca" susurró Verónica al mismo tiempo que enterraba sus uñas en el corazón de Luis y lo arrancaba de un tirón. Las pupilas de su compañero se dilataron de sobremanera mientras Verónica juntaba sus labios y disfrutaba de ese sabor metálico. Levantó ligeramente su cuerpo para apreciar al cadáver de su compañero, envolvió las tijeras en un trapo y lo metió en una bolsa de plástico.
Con su muñeca en mano arrastró el cuerpo de Luis hasta el río que corría cerca de la escuela; tomó una pala que estaba detrás de unos arbustos y excavó un agujero en el mismo lugar que fue testigo de cuando enterró al perro que lastimó a su muñeca. Cuando terminó de enterrar el cuerpo, tomó nuevamente su cuchillo e hizo un fino corte sobre su pecho cerca del lado del corazón, el hilo de sangre corrió sobre su piel mientras cantaba ante su muñeca.
El hilo de sangre corrió como si fuera una pequeña serpiente hasta llegar al espacio donde antes estaba el ojo de la muñeca. Conforme el cántico fue avanzando la muñeca empezó a restaurarse y tomar la forma de Verónica.
Mucho tiempo después una alumna del Instituto encontró una muñeca de trapo con botones en los ojos y una cara tierna, como si fuera de porcelana. La tomó y la llevó como un regalo para sus compañeros de grupo, podría servir de ofrenda para el altar del Día de Muertos, que ya estaba próximo a llegar. La colgó a un lado del pizarrón y todos los días la veían. Un día, apareció una nota en el escritorio del profesor que contaba una pequeña historia: Había una vez una niña que embrujó su muñeca para que tuviera vida y pudiera jugar con ella, pero la muñeca se volvió un ser frío y sanguinario, el cual necesitaba un sacrificio para seguir viva; llegó el punto en que la muñeca necesitaba un sacrificio aún más grande, y poco a poco fue consumiendo la vida de su dueña. Al final, Verónica ya no tenía fuerza para mantener vivas a ambas, y decidió intercambiar el alma de la muñeca por la suya, sin embargo, estaba cansada de ser un juguete, y necesitaba que alguien tomara su lugar, un alma la cual intercambiar. Y esa muñeca, aún está aquí.
Al finalizar la nota había una flecha que les indicaba voltear la hoja: cuando lo hicieron, sólo había una palabra; ¿Jugamos?.
Al día siguiente, los periódicos agradecían en parte tener una nota que cubrir, 28 alumnos asesinados violentamente, les habían desfigurado los rostros. Algo que llamó la atención de los periodistas era que todo el salón estaba cubierto de sangre, menos una muñeca que estaba a los pies de la puerta del aula, una muñeca idéntica a una de las alumnas.
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Esta historia es meramente ficción, y no busca representar una historia real. Cualquier parecido con la realidad es meramente coincidencia. Autoría de "Lucrecia Figueroa" 2022.
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Muñeca 1987 | Relato corto
HorrorVerónica es una estudiante universitaria con un perfil bajo entre sus compañeros, sin embargo, el 31 de octubre de 1987 una chispa encendió la flama de su locura, y llegó a cometer uno de los crímenes más perturbadores hasta ahora conocidos. Esta hi...