Manto estelar

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-*Participación FRERARDTOBER 2022*-

La noche era fría y vacía. Lo envolvía estrechando su piel y sus huesos mientras el seguía corriendo. El mundo a su alrededor colapsaba, ya no había nada que lo mantuviera con los pies en la tierra. Ya no tenia fuerzas para continuar.

Frank caía más con cada paso que daba, aquella tarde había perdido a la única persona que le importaba en el mundo. Su madre.

Había sido una larga lucha. Por 2 largos años Frank vio como el cabello color paja de su madre desaparecía, como sus ojos almendrados se apagaba y esa hermosa sonrisa que poseía se iba degradando y torciendo.

Sabía que el momento real de quedar solo llegaría en cualquier momento, pero nada podría prepararlo para eso. Avanzaba tropezando con las ramas bajas de los árboles que lo rodeaban, rasguñando sus mejillas y manos, con la vista nublada por el llanto que inundaba su corazón.

Estaba en huida, lo sabía, pero es que ya no había nada que lo retuviera ahí. Estaba solo. Su padre había perdido la batalla, antes que su madre. Cheek Iero no había soportado el miedo de ver perdida a su esposa, y decidió solo dejarse hundir en el tormento de un mar de alcohol. Como cobarde, como Frank lo llamaba seguido, simplemente se hundió, perdiendo cualquier cosa buena que poseyera en la vida.

Frank lo odiaba. Odiaba en lo que se había convertido y en lo que el alcohol le hacía cometer.

Corrió entre las hojas caídas. Corrió hasta que el cansancio lo hizo ir mas lento. Luego, caminó hasta que su respiración se regularizó y de sus ojos no caía mas agua. No estaba perdido, sabía muy bien a donde iba... con quien iba, y ese solo pensamiento prendió una pequeña chispa en su corazón.

Al llegar al claro dejó caer su mochila. había logrado tomar "sus tesoros" de su vieja casa. Luego de que su madre diera el ultimo respiro, Frank había corrido a su antiguo hogar, esperanzado en poder salir antes de que su padre regresara, no lo logró, justo al abrir la puerta de su habitación se encontró con Cheek en el pasillo.

Ahora Frank tenia un fuerte golpe en su pómulo derecho.

Soltó su mochila con desgano. Estaba cansado, solo quería cerrar los ojos y dejarse ir. Pero aun no.

Saco un paquete de frituras y un refresco de lata mientras se sentaba a esperar. Sabía que no tardaría en llegar. Levantó la vista, las primeras estrellas comenzaban a brillar en el cielo y lo hicieron pensar en aquellos ojos.

Hacía 6 meses había decidido pasar la noche en el bosque. Su madre estaba de nuevo en el hospital y él no tenía ganas de afrontar una discusión con su padre. A eso de la media noche se despertó sobresaltado, con unos ojos mirándolo a muy poca distancia. Lejos de asustarse, Frank se perdió en ellos, eran de un tono gris verdoso aperlado. Diminutas diamantinas resaltaban en los surcos del iris. Galaxias. Ojos de galaxias.

Se alejo lentamente, sentándose para poder ver a aquel chico que lo veía moviendo su cabeza con duda. Se mantuvieron en silencio un par de segundos hasta que Frank lo rompió con un corto saludo. El otro chico pegó un brinquito a causa del sonido, y solo rio, arrugando su respingada nariz. El corazón de Frank dio el primer vuelco de muchos que aquel ser le haría dar.

Una ramita tronó un poco más allá y supo que estaba cerca. De entre las hojas caídas de una enredadera lo vio aparecer. Su cuerpo estilizado, andrógino, aquella noche había decidido aparecerse con el cabello rojo brillante, corto y alborotado.

Frank se levanto, sacudió un poco sus piernas y se acercó hacia él, alargando el ultimo paso para así chocar su nariz contra aquel pecho que lo recibía envolviéndolo entre sus brazos. Absorbió aquel aroma tan extraño que le era imposible de descifrar, pero que lo volvía loco.

De un solo vueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora