UNO

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— Viene un chico nuevo, por favor, no lo arruinen está vez.

"Hyeju, estamos juntos en esto, o todos la arruinamos o todos la salvamos" dijo Hyejoo, dentro de su cabeza, aunque lo escuchaba tan claro que Hyeju podría jurar que le había hablado al oído.

Suspiró, intentando relajarse, estaba muy nerviosa.

Los últimos tres acompañantes que había tenido se habían ido, porque no podían convivir con aquellas cinco personas completamente distintas que compartían un mismo cuerpo.

Por suerte habían sido amables, no lo llamaron loco ni le gritaron, ni nada, sólo se habían ido y no volvieron a hablarle.

O al menos era lo que Hyeju sabía, pero ella al ser el anfitrión, las otras personalidades no le contaban nada de lo que pasaba.

Hyeju había sido diagnosticada con Transtorno de Identidad Disociativo hacia tres años, cuando luego de su baile de graduación algo había ido muy mal.

Esa noche se había ido con Heejin, a su casa, siendo su interés amoroso estaba más que claro que su intención era tener sexo con ella, pero fueron un par de besos calientes y después ya no recordaba absolutamente nada.

Despertó al otro día en el hospital, no tenía idea de qué había pasado.

La enfermera, el médico y el psiquiatra que lo visitaron y lo cuidaron un par de semanas lo ayudaron a adaptarse a la nueva noticia.

Esa noche se había sentido algo incómoda con los besos de Heejin, y fue suficiente para que otra parte de su ser tomara el control, aquel que después conoció como Olive su protector, encargada de protegerla de cualquier situación sexual con la que no se sintiera a gusto.

Heejin se había dado cuenta que había algo mal, y se detuvo, cuando le preguntó si estaba segura, fue Olive quien asintió, pero la mayor seguía notando algo raro.

Quizás si Heejin hubiera seguido, hubieran tenido sexo desenfrenado, para que al otro día no recordara nada y culpara al alcohol, pero no fue así, porque la mayor era muy buena, demasiado.

Olive era muda, y sabía lenguaje de señas, y fue luego de un rato que respondió con sus manos a las preguntas del otro.

Hyeju no tenía ni idea del lenguaje de señas, luego de aquello, Heejin se había alejado y llamó a sus padres adoptivos, y de allí al hospital, creyendo que había algo malo, porque ninguna de las actitudes de Olive coincidía con las de su hija.

Se dieron cuenta que allí no estaba la niña que habían adoptado cuando tenía once años: Olive diría que sí a todo, incluso a cosas que Hyeju odiara, y también estaba el hecho de que no hablaba y se comunicaba con señas, aunque intentaba hacerlo lo menos posible, ese no era su hija, esa no era Hyeju.

Al explicarle lo sucedido al médico de guardia del hospital, la situación no estaba ni cerca de terminar.

Todo ya estaba lo suficientemente raro cuando apareció una tercera persona.

Hyejoo, cómo se había presentado después, el protector principal, y fue quien respondió todas las preguntas del médico, y de psicólogo de guardia, un pobre estudiante que parecía muy asustado.

— No estoy en condiciones de responder— dijo, con una voz más grave y sería, definitivamente más intimidante que el tono de voz normal de la joven que todos conocían—. Mamá, ¿Podemos ir a casa? Estoy cansada.

— Nadie se va a ir hasta que esto termine de explicarse, Hyeju— dijo la mujer, y la chica asintió sin ganas.

— Estoy bien, son sólo un par de voces, nada más — dijo, sonaba realmente relajada y convincente.

The Alters |Hyewon|g!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora