Capítulo 3

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Ally llevaba ya unos días sin si quiera cruzarse las miradas con Lila. Que si, que trabajaban en el mismo bar, pero ambas se las ingeniaban para poder esquivarse una de la otra.

A ambas les dolía, a Lila por el hecho de que prácticamente le dijeron "consiguete a otra que te aguante", y a Ally porqué la ofendieron sin ella empezar la pelea. Ambas eran de carácter fuerte, Lila con confianza, se dejaba ir al igual que Ally, pero en estos instantes si que estaban más que tensas, ambas.

¿Y qué mejor para solucionar la tensión que un polvo? Exacto, nada.

La castaña movía sus caderas al ritmo del chico que la estaba penetrando, logrando una fricción exitante entre ambos. Lo único que se oía en aquella habitación semi-oscura, fueron los gemidos y jadeos de ambos, y de vez en cuándo, algunos gritos. El sonido de ambas partes chocando, los besos salvajes en los que no faltaban mordidas y cupones, era tan hermoso para ambos, solo así, solo ellos. Ella y él, él y ella.

Algunos minutos luego, ambos acabaron, el chico cayó rendido ante ella, se recostó sobre su pecho, sin salir de dentro, quería seguir así, así con ella. Luego de unos cuántos minutos, el chico salió de ella, quitándose el condón, amarrandolo y tirandolo al bote de basura que se encontraba dentro. Ambos se vistieron, pero siguieron acostados ahí en esa cama que ya tanto conocía sus juegos.

—Estuve pensando mucho... — empieza a hablar el chico.

Usualmente hablaban, amistosamente, claro. Ally no quería una responsabilidad más, no la quería, por ello solo conseguía polvos, para no estar al pendiente de un novio. Y aunque el chico no lo dijera desde ya, ella tenía el presentimiento de lo qué él iba a decir.

—Yo también estuve pensando mucho... — dijo ella, para hacer más interesante esto y tal vez, que él no se atreviera a preguntarle nada más allá del sexo.

—Estuve pensando mucho sobre tú y yo... — sigue el chico, ahora tomando una de sus manos, —como una...

Sin embargo, antes de que el chico siguiera, ella lo calló con un beso, luego de unos segundos, se separaron y ella le acario el rostro. El de cabello azabache en serio pensó qué ella tal vez si quería intentarlo, ir más allá, pero su respuesta detuvo su corazón durante un momento, para luego oír como se rompía fríamente.

—Ya no quiero verme contigo, ni para él sexo, ni para nada. — dijo la castaña, con voz fría, alejándose.

Si bien puede verse cómo alguien bipolar, era por el bien del chico, ella no le hacía bien a nadie y eso lo sabía. El chico era tan bueno, dulce, amable, y muy bueno en el sexo, pero eso no hacia que ella quisiera un novio, mucho menos tener que destrozarlo para poco a poco, ir siendo más fría con él, más distante, hasta alejarse por completo de alguien que le aburre.

La verdad no se lo podía explicar ella misma, era tan raro. Había tenido novios, decenas de ellos. Durante sus años escolares y demás, pero siempre era lo mismo, siempre la misma historia, el mismo cuento, como si otra autora no pudiera escribir uno en el que ella encajará.

Conseguía un novio, lo amaba, era muy cariñosa y cercana, poco a poco le iba  aburrriendo, se iba alejando y alejando hasta destrozar aquella relación. Todo, todo era era igual, nada emocionante, a parte del sexo no tenía nada más que le diera esa adrenalina que tanto amaba y que deseaba cada día de su vida.

Lo hizo por el bien del chico, al girarse y ver una lágrima en su mejilla, quiso limpiarla y decirle que no era él, que era ella. Pero eso sería tan vil, mucho más vil que lo que ya había hecho, ya que esa frase siempre la decían para no herir, pero siempre hería más.

Ally no quería flores ni chocolates todos los días, es decir, le gustaban de vez en cuándo, pero necesitaba más, más. Adrenalina, lo que busco por años y no encontró hasta cumplir los dieciséis al tener sexo con un chico. Esa adrenalina nublaba sus sentidos, la hacía hacer cosas que nunca creyó, imaginarias, desearlas. Era inexplicable, algo tan simple como el sexo era lo que la mantenía cuerda, si se le podía decir de esa manera.

Necesitaba más, cada vez más. Y por esa razón no siguió al chico cuándo salió de la habitación con su chaqueta. Necesitaba alguien más que no se rompiera así de fácil, que no sintiera cómo ella, que le diera lo que tanto necesitaba sin necesidad de pedirlo.

Por ello se conseguía polvos a menudo, no quería responsabilidad ni algo tan cursi como una relación color de rosa, quería acción, adrenalina, pero siempre que destruía a un chico cómo el que acaba de salir por aquella puerta, quedaba algo de culpa, culpa que luego claro, se iba con un nuevo polvo.

Sus pensamientos fueron detenidos cuándo tocaron la puerta, y luego por ella, entraba la melena rubia que ya tanto conocía.

—Bueno yo... estuve pensando. — inicia, sin darle tiempo a que la castaña pueda decirle algo.

¿Por qué todos iniciaban con un "estuve pensando"?

—Sé que fue mi culpa, en parte. — dice, entrelazando sus propias manos frente a ella.

—En gran parte. — corrige la oji-azul.

La rubia bufa, —En gran parte. — dice, rindiendose —. Pero la pequeña parte también fue tú culpa. No quiero estar así, Ally, peleadas, no me gusta saber que mi única mejor amiga está por ahí consiguiendo chismes sin decirme nada.

Un risita sale por lo bajo por la boca de la castaña, ella solo nego con la cabeza y abrió sus brazos para luego recibir a la rubia.

Si bien su lenguaje de amor no eran las palabras, eran las acciones, con ellas sentía que se desenvolvía mejor, que quedaba bien.

Luego de unos segundos ambas desarmaron el abrazo que antes habían formado, caminaron fuera de la habitación y bajaron para tomar un trago, trago que fue interrumpido por su jefe.

—Necesito hablar. — los tres se quedaron en silencio —. Con ambas. — aclara, cuándo ambas lo miraron con confusión.

La rubia y la castaña se levantaron en sincronía, siguiendo al jefe de su trabajado, deseando internamente que no les dijera que las despedirla o algo peor que eso. Al llegar a la oficina ya tan elegante de su jefe, tomaron asiento enfrente de su escritorio, por fuera estaban calamadas, pero por dentro estaban muriendo de nervios. Eran buenas disimulando, mucho más Ally, lo hacía ver tan simple.

—Creo que ambas saben que cierto rubio alto ha pedido sustancias durante mucho tiempo, y nos paga bien. — empieza, haciendo que la oji-verde asienta con la cabeza, seguida de la oji-azul.

—Pero quiere algo — mueve su mirada hacia Ally —. A alguien, específicamente.

La castaña mencionada se removió en su asiento, algo incómoda.

—Sigo si entender cómo es que me quiere. — habló ella.

—Es fácil, solo entrégale en la mayoría de sus compras. No podemos perder a un cliente así de importante, y creo que lo sabes, Ally.

Ella hizo una mueca, lo sabía, pero igual no quería hacer nada ¿por qué ella? Ni que el bar fuera su cargo.

—Iré, algunas veces. — dijo, empezando a hablar.

Tanto su jefe como su compañera soltaron un suspiro de alivio, vaya que si había algo, y lo había notado. Estaban asustados.

—Pero me pagaras un 10% más. — dijo ahora, cómo condición. Eso solo hizo que el asintiera con la cabeza y luego ambas se retiraran de dicha oficina.

Lo había notado, por supuesto que lo había notado. Ambos estaban nerviosos, asustados, con miedo de su respuesta, ese Poe Verne ocultaba algo y ella no descansaría hasta encontrar el qué.

Sí, probablemente solo le quería poner diversión e interés a su vida. Como cuándo de adolescente se buscaba a alguien que le gustará para hacer su vida un poco más interesante, pero igual, le divertida.

[...]

Nota de la autora: Holaaaa, rompimos un corazón el día de hoy :(.

¿Cómo están? Espero estén bien, con ganas de seguir viviendo.

¡Gracias por leer esto!

9/9 [Poe Verne Y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora