C . 8 >> Junta <<

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Otamendi se levantó tan rápido y temprano como pudo para arreglarse. Gabriela le había dicho que el cliente era muy importante y debía estar presentable.

Eligió una camisa azul marino. Paso cerca de su cajón mientras se subía las medias negras para mirarlo fijamente.

Ahí tenía un par de corbatas...

A la mierda, si le gustan le gustan y sino que se joda.

Escoge una negra con estrellitas. Era una de sus favoritas. No la estaba usando porque a Elena le gustaban, para nada, solo quería lucir diferente.

Llegó al edificio en veinte minutos y subió a la sala de junta lo más rápido posible. Solo quedaban algunos minutos para que llegara el cliente y seguro Elena le pediría algo. En el camino se cruzó con Gabriela que le dio un té de la cafetería del edificio.

-¿Para que mierda me das esto? Yo no tomo té-

-Es para Elena boludo. Un té de tilo, tarado- le susurro como si alguien la estuviera escuchando -A Elena le encanta el té-

-Bájale dos cambios a tu tono. Se supone que estamos en el mismo equipo- susurro también sin saber porque aceptando la taza -¿Dónde está satán?-

-En la sala. Parece que le quemaron dos cables de lo loca que esta-

-¿Solo dos?- se burló Nicolás y Gabriela lo miro serio

-Llevale eso que en cualquier momento mata a alguien. Y no pienso morir sin terminar mi colección de sahumerios-

Ambos se despidieron y el secretario no tuvo más que correr en busca de su jefa. Apenas abrió la puerta y ya recibió insultos.

-¡Gabriela, la puta que te re mil pario hija de puta!-

Elena levantó la vista de sus pies, sin darse cuenta le había gritado a su secretario que la recibió con una sonrisa pequeña para alcanzar el puto té.

-Pensé que estabas nerviosa-

La mujer tomó su bebida en silencio. No quería intercambiar palabras con el causante de tanto revuelo dentro de su estómago. Ahora estaba el doble de nerviosa, por lo que no quería abrir la boca para no gritarle.

La mirada que le dedicaba el hombre frente suyo comenzaba a ponerla inquieta. Tenía esa extraña chispa de la noche, no quería saber el porqué.

Hasta que noto la corbata que colgaba en su cuello, tuvo la sensación de tirar de ella y acercarlo...

Extrañamente lo quería cerca. Queriendo tirar de esa corbata con estrellitas doradas que le quedaba muy bien.

-¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?- sonrió de costado -Sabe qué puede decirme cualquier cosa, Jefa-

Uso una voz ronca y seductora. Tratándola de usted, cosa que Elena no pasó por alto y levanto un ceja expectante.

-Solo estoy mirando-

Nicolás no perdió el tiempo. Noto esa incomodidad y tensión entre ambos; la aprovechó para tomar distancia. Solo la taza de té los dividía a los dos del encuentro de cuerpos.

-Dígame, jefa, ¿Le gusta lo que ve?- preguntó levantando igualmente una ceja, queriendo llamar su atención

Elena tomó una postura recta. Pasaba al jugador por unos cuantos centímetros gracias a los tacones y dejó la taza de lado, para acercarse aún más. Sin llegar a tocarse.

-Dígame, Otamendi, ¿Le gusta que lo vea?-

Una pregunta era más provocativa que la otra. Ambos querían romper esos centímetros que los separaban pero tenían el orgullo tan grande que no iban a ceder.

Nicolás se relamió los labios buscando tentar a Elena y que ella dé el primer paso. Aunque ella no nunca daría su brazo a torcer. Comenzaba a divertirse con la situación.

Hasta que Otamendi hablo.

-La puta que me parió. Me encanta que me vea, Elena-

La mujer titubeó por unos segundos pero sus ojos no dejaron de apuntar a su secretario. Le gustaba que se sientan vulnerables cerca de ella, la hacía sentir poderosa.

-¿En serio?- preguntó seductora acercándose más si era posible, rozando ambos pechos

-En serio- aseguró -Vos sos la unica que puede mirarme-

-No me tutees. Soy tu jefa, no tu secretaria-

UhMierda. Esta mujer hace y dice lo que quiere》 pensó Otamendi guardando silencio.

Los dos escucharon la puerta abrirse y se separaron como si fueran aceite y agua como para no poder tocarse entre sí.

El cliente había llegado y se sentaron los tres en una misma mesa cuadrada. Nicolas aun lado de Elena y el cliente frente suyo.

El secretario se encargaba de tomar nota de la junta mientras su jefa y el otro hombre discutían de asuntos de ventas. Aunque una idea traviesa salió de la mente del ex jugador cuando encontró al oportunidad.

Estaban hablando tan seriamente que Elena se veía tan bien que no iba a perder la oportunidad. Ya descubrió la tensión que tenían, no iba a desperdiciarla.

Estiró su brazo y con su mano atrapó la rodilla de su jefa quien no tardó en buscar una postura para quitar esa mano intrusa. Nicolás sonrió hacia el cliente mientras subía su mano lento y tortuosamente por el muslo cubierto por la tela del pantalón de Elena.

Apenas apretó cerca de su entrepierna para volver a bajar, escuchando un sutil suspiro de alivio. Volvio a torturarla para subir con euforismo sin llegar a donde más quería, deteniendoce en el muslo interno haciendo círculos con su dedo índice.

Elena intentó removerse para que su secretario la dejara en paz, pero se ve que era imposible ya que estaba empecinado. La mujer fue lo más sutil que pudo y abofeteó la mano de Nicolás con fuerza.

-Perdóneme- dio una sonrisa al cliente mientras Otamendi se sobaba la mano bajo la mesa -Un mosquito está muy molesto desde temprano-

Miro de reojo hacia el hombre a su lado. Haciendo énfasis en la palabra del insecto. Le mandaría unos cuantos trabajos extra para hacer a ver si la dejaba en paz.

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Holis holis. Ya se pico la cosa entre estos dos
Enamorada de Elena🛐

Disfruten💞


⫷Secretario⫸ {Sekretar'} OtamendiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora